La playa inmortal
Envuelto por la multitud, que te asedia con sus toallas, flotadores y un ej¨¦rcito de ni?os-soldado medio desnudos que invaden tus dominios, entras en un estado de meditaci¨®n, pero al rev¨¦s
He descubierto el secreto de la inmortalidad: ir a la playa sin m¨®vil. Bajo la sombrilla y sobre la arena el tiempo se alarga como el mar en el horizonte. Las crestas de las olas aparecen y desaparecen, agujas de un reloj solar intermitente que siempre marca el mediod¨ªa. Todo lo muerto cobra vida en la imaginaci¨®n: la concha clavada en la roca, resto de un animal del pasado; la moto acu¨¢tica meci¨¦ndose en la orilla, f¨®sil de...
He descubierto el secreto de la inmortalidad: ir a la playa sin m¨®vil. Bajo la sombrilla y sobre la arena el tiempo se alarga como el mar en el horizonte. Las crestas de las olas aparecen y desaparecen, agujas de un reloj solar intermitente que siempre marca el mediod¨ªa. Todo lo muerto cobra vida en la imaginaci¨®n: la concha clavada en la roca, resto de un animal del pasado; la moto acu¨¢tica meci¨¦ndose en la orilla, f¨®sil de un robot del futuro.
Envuelto por la multitud, que te asedia con sus toallas, flotadores, tablas de paddle surf y un ej¨¦rcito de ni?os-soldado medio desnudos que invaden tus dominios lanz¨¢ndote arena con los pies, entras en un estado de meditaci¨®n, pero al rev¨¦s. No te pierdes en tu interior. Te abandonas a tu alrededor. Eres tu alrededor. Te absorben los gritos de la abuela a tu derecha, el reguet¨®n de los adolescentes que bromean a tu espalda, la lata de cerveza que desparrama una ola de espuma sobre la garganta del tipo con melena a tu izquierda. La cacofon¨ªa de sonidos es una sola voz, el haiku infinito de un ¨¢ngel celestial. Elevas la vista al cielo.
Y entonces te llega la revelaci¨®n en forma de dos gaviotas, una que aletea con furia contra el viento sin apenas avanzar y otra que planea velozmente a favor del viento ?Cu¨¢ntas veces en la vida has sido la primera gaviota, que se agota en un esfuerzo est¨¦ril, y cu¨¢ntas la segunda, que avanza aprovech¨¢ndose de las circunstancias? ?Cu¨¢l es el sentido de la existencia, lo uno o lo otro?
Y por primera vez entiendes que Dios es uno y trino: es el rumor de las olas que llega a tus o¨ªdos, es la brisa que golpea tu frente y es la arena que se hunde bajo tus pies. Tres impresiones distintas y la vez inseparables, que te hacen sentir ¨²nico y al mismo tiempo reemplazable por cualquiera de las miles de personas que te rodean. Especial y cotidiano. Esa debe ser la fuente de la sabidur¨ªa, te dices.
Mientras el sol te abrasa la piel, notas un resplandor ¨ªntimo, la fortaleza para crucificar todas tus penas en las palmeras del paseo mar¨ªtimo. Y te vas corriendo al apartamento, a escribir estas palabras. Y entras en el callej¨®n oscuro que conduce a la segunda l¨ªnea de mar, donde tienes el piso alquilado desde febrero. Y el olor a gambas asadas y a pescado frito te devuelve a la realidad mortal. Es la hora del vermut y buscas una mesa libre en la terraza del bar.