La cena de Daniel Sancho
El chef ayud¨® tan r¨¢pido a cerrar el caso que, si no fuese porque est¨¢ en la mesa de un restaurante de lujo, invitado por gente agradecida y utilizando su tel¨¦fono m¨®vil, cualquiera podr¨ªa pensar que ¨¦l es el principal sospechoso
De la entrevista de Telecinco a Daniel Sancho, asesino confeso de Edwin Arrieta, hay un momento en el que Sancho, tras contar que est¨¢ cenando en el mejor hotel de la isla con los polic¨ªas tailandeses que lo han detenido (¡°el mejor hotel en el que he estado en mi vida¡±), parece que est¨¢ a punto de detallar sus comodidades. Sancho justifica la cena por su buen comportamiento: ¡°He ayudado a cerrar el caso, est¨¢n agradecidos por mi colaboraci¨®n¡±. Sus respuestas generan un buen rollo que incluso asusta, no en vano los espectadores asistimos a un gigantesco (estupefaciente, en realidad) movimiento de marco: la buena relaci¨®n del detenido con los agentes y el agradecimiento de ellos con ¨¦l (t¨² nos ayudas, nosotros te ayudamos, algo que siempre reconforta saber), ese restaurante de Koh Samui con el que de repente nos encontramos fantaseando, un hotel rodeado de mar en pleno agosto, Tailandia; ?hasta el joven Daniel Sancho!, un chico guap¨ªsimo, chef, ?d¨®nde si no podr¨ªa cenar y c¨®mo no iba a ser una velada agradable? Ayud¨®, no lo olviden, a cerrar el caso en tiempo r¨¦cord. Tan r¨¢pido que, si no fuese porque est¨¢ en la mesa de un restaurante de lujo, invitado por gente agradecida y utilizando su tel¨¦fono m¨®vil, cualquiera podr¨ªa pensar que ¨¦l es el principal sospechoso.
La gesti¨®n de la polic¨ªa de Tailandia del crimen ha estado tan volcada al show que ha conseguido que, por momentos, nos parezca menos bizarro el desmembramiento de un hombre y el reparto de los trozos de su cuerpo por la isla que los lujos del Seen Beach Club Samui en el que ha cenado su presunto asesino y que han detallado las revistas espa?olas: ¡°Abierto desde las 10.00 horas hasta las 12 de la noche ¡ªhora local¡ª, ofrece cocina asi¨¢tica, pero tambi¨¦n internacional, destacando algunos platos como ceviche de cangrejo azul, carrillera de ternera estofada con leche de coco y cacahuete tostado o croquetas de cerdo con salsa de mango y mostaza¡±. Como si el plan desde Tailandia fuese convertir un crimen escabroso en una improvisada campa?a tur¨ªstica (¡°las c¨¢maras est¨¢n sobre el sospechoso: llev¨¦moslo a nuestras joyas de la corona y que lo cuente¡±), o m¨¢s probable a¨²n: como si sus garant¨ªas procesales y famosa pol¨ªtica penitenciaria fuese a ser de repente mod¨¦lica por su trato exagerado y peliculero a un presunto descuartizador.
Devolvamos el marco al asesinato, en consecuencia a su v¨ªctima, Edwin Arrieta y su familia, que asiste impactada a la ¨²ltima cena en libertad de Sancho. Esa familia ha asistido a algo muy com¨²n en materia de cr¨®nica negra, que es fijar la mirada en el asesino (no crean que esta columna se salva: va exactamente de eso); llama m¨¢s la atenci¨®n quien decide cometer un crimen que el que lo sufre, por la raz¨®n sencilla de que la anomal¨ªa, o sea la noticia, est¨¢ en esa parte. Se produce tambi¨¦n un fen¨®meno interesante que hace llevar a la gente las manos a la cabeza (a¨²n, despu¨¦s de tantos cientos de a?os): por qu¨¦ va a matar alguien que aparentemente lo tiene todo, y cu¨¢l es el m¨®vil del crimen. El m¨®vil de un descuartizamiento, como si se exigiese. Cierto que hay formas y formas de fijar esa mirada; ha sido digna de aplauso la flexibilidad de los tertulianos cuando se le pone el tema de actualidad en la mesa: estos d¨ªas se ha debatido en la tele sobre cu¨¢nto tiempo se tarda en trocear huesos humanos. Y en semejante para¨ªso.
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