Embustes putinistas
Los ucranios no son peones de nadie, ni de Estados Unidos ni de la OTAN, solo de sus derechos y de su clara raz¨®n moral
Jam¨¢s ha existido acuerdo alguno entre Washington y Mosc¨² sobre la ampliaci¨®n de la OTAN, como asegura el manual de historia redactado por encargo de Putin y obligatorio para los escolares rusos desde este curso. El Kremlin quiso mantener ya en 1989 el reparto de Europa en ¨¢reas de influencia y arrancar tal compromiso de Washington. ...
Jam¨¢s ha existido acuerdo alguno entre Washington y Mosc¨² sobre la ampliaci¨®n de la OTAN, como asegura el manual de historia redactado por encargo de Putin y obligatorio para los escolares rusos desde este curso. El Kremlin quiso mantener ya en 1989 el reparto de Europa en ¨¢reas de influencia y arrancar tal compromiso de Washington. No lo consigui¨®. Ni entonces ni nunca. Ni escrito ni verbal. Una suerte para todos, especialmente para los vecinos de Rusia que pudieron huir de la c¨¢rcel sovi¨¦tica de los pueblos.
Es larga la lista de los embustes de Putin. Mayores y de mayor enjundia que los de Trump, sobre todo los hist¨®ricos, apoyados en leyendas y mitos que justifican el expansionismo imperial. La historiograf¨ªa m¨¢s seria los ha desmontado enteros, como ha desmontado la leyenda de la OTAN. Rusia no naci¨® en el rus de Kiev. Ucrania, Crimea incluida, no es rusa desde hace siglos. Ha sido sueca, rusa, sovi¨¦tica, alemana, mitad polaca y lituana, tambi¨¦n h¨²ngara, incluso otomana, pero ahora es una naci¨®n pol¨ªtica independiente y soberana y no una provincia enfeudada a Mosc¨².
Luego est¨¢n los embustes geopol¨ªticos, salidos de la inquietante disciplina acad¨¦mica que sirvi¨® para justificar el poder de los imperios. Los partidarios de la pol¨ªtica de la fuerza siempre tendr¨¢n un doble y contradictorio reproche para la Uni¨®n Europea: por sus pretensiones de autonom¨ªa estrat¨¦gica, que la conducen a distanciarse de Washington, y por la falta efectiva de autonom¨ªa estrat¨¦gica, que la conducen a estrechar los lazos con la potencia que la ha salvado al menos en tres ocasiones. El Kremlin tiene una alternativa: una Europa dominada desde Mosc¨².
Es una mala met¨¢fora, equivalente al Occidente colectivo inventado por Putin, considerar que la OTAN ha absorbido a la Uni¨®n Europea, la ¨²ltima ocurrencia sobre la guerra de Ucrania salida del tosco realismo de la pol¨ªtica de la fuerza. Es la raz¨®n ¨²ltima y ¨²nica de los renacidos impulsos imperiales moscovitas. No fue una invitaci¨®n gen¨¦rica y sin fecha a Georgia y Ucrania a incorporarse a la OTAN lo que provoc¨® la brutal reacci¨®n de Mosc¨² contra la rep¨²blica cauc¨¢sica en 2008. Chechenia ya hab¨ªa sufrido dos cruentas agresiones rusas. Ni siquiera con Gorbachov y Yeltsin se quedaron quietos los tanques en los cuarteles. Quienes solo creen en la pol¨ªtica de la fuerza y en las ¨¢reas de influencia miran siempre hacia otro lado ante la acci¨®n exterior armada de Mosc¨², en el C¨¢ucaso, en Siria o en Ucrania. En nombre de la estabilidad, naturalmente.
Por fortuna, no hay guerra entre la OTAN y Rusia. Es de Putin contra Ucrania. Los ucranios no son peones de nadie, salvo de ellos mismos, decididos a defender su independencia y su soberan¨ªa, un derecho que nadie les puede hurtar y que soporta la entera legislaci¨®n internacional, y lo que es m¨¢s importante, una raz¨®n moral tan clara como la de quienes se enfrentaron y vencieron al nazismo.