Gracias, Nevenka
La mayor¨ªa de la sociedad ya no comparte los discursos machistas en buena medida por mujeres como la concejala de Ponferrada acosada por su alcalde hace 22 a?os
¡°Porque tengo 26 a?os y dignidad¡±. As¨ª anunciaba Nevenka Fern¨¢ndez su dimisi¨®n como concejala de Ponferrada. Su denuncia contra el alcalde, Ismael ?lvarez, termin¨® en la primera condena por acoso sexual para un pol¨ªtico espa?ol. Era marzo de 2001. El C¨®digo Penal recog¨ªa el acoso como delito desde 1995.
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¡°Porque tengo 26 a?os y dignidad¡±. As¨ª anunciaba Nevenka Fern¨¢ndez su dimisi¨®n como concejala de Ponferrada. Su denuncia contra el alcalde, Ismael ?lvarez, termin¨® en la primera condena por acoso sexual para un pol¨ªtico espa?ol. Era marzo de 2001. El C¨®digo Penal recog¨ªa el acoso como delito desde 1995.
22 a?os despu¨¦s, su intervenci¨®n a¨²n impresiona. Su apariencia fr¨¢gil. La rotundidad de sus declaraciones. Menuda, ojerosa, el pelo recogido, un par de mechones rebeldes. Una chaqueta gris de lana gruesa donde su cuerpo parece perderse. El llanto agazapado, asom¨¢ndose en algunas palabras vibrantes que amagaban con engancharse en su garganta.
Hab¨ªan mantenido una breve relaci¨®n y cuando le puso fin empez¨® su infierno, afirm¨®. El juez le dio la raz¨®n, pero medio mundo la conden¨®. ¡°Acosar sexualmente a una mujer con la que se ha cumplido holgadamente el sexo se me antoja una contradicci¨®n¡±, dir¨ªa un periodista. Muchas personas parec¨ªan entender que la aceptaci¨®n previa imped¨ªa cualquier queja posterior. Como si una relaci¨®n, pasada o incluso viva, diese carta blanca por encima de la voluntad.
¡°No le perdonaron que fuese guapa y ambiciosa¡±, afirm¨® su abogado, Adolfo Barreda. ¡°Me extra?¨® verla tan dejada¡±, sostuvo un testigo sobre su aspecto el d¨ªa que dimiti¨®. ¡°Por muy disgustada que estuviera... no me lo creo¡±. ¡°Usted no era una empleada de Hipercor que tuviera que dejarse tocar el culo para asegurar el pan de sus hijos. Podr¨ªa haber dejado su trabajo¡±, le espet¨® el fiscal.
Ismael ?lvarez dimiti¨® tras su condena. 4.000 personas se manifestaron a su favor. Celia Villalobos calific¨® la sentencia de ¡°profundamente positiva¡±, pero no se escucharon m¨¢s voces favorables en su partido. Nevenka apenas cont¨® con el apoyo de sus padres, su abogado y su futuro marido. Tambi¨¦n el de Charo Velasco, su rival pol¨ªtica, y el de su psiquiatra, quien la anim¨® a denunciar como primer paso para poder seguir adelante. Las asociaciones feministas de la zona organizaron movilizaciones para respaldarla, aunque alcanzaron un t¨ªmido resultado. Nevenka no regres¨® a Ponferrada ni encontr¨® trabajo. Reh¨ªzo su vida fuera de Espa?a. Ismael ?lvarez volvi¨® a la pol¨ªtica proclamando su inocencia. Sus apoyos lamentaban ¡°su mala suerte¡±. Nevenka gan¨® el juicio penal, pero perdi¨® el popular en una sociedad que a¨²n se pon¨ªa de perfil en estos temas.
Desde que este domingo empez¨® el clamor popular contra el beso por la fuerza de Rubiales a Jenni Hermoso, he pensado mucho en Nevenka y en aquella sociedad. Que esta vez las voces cuestionen al agresor es motivo de celebraci¨®n, como lo ser¨¢ que Rubiales tenga que asumir las consecuencias de sus actos. Tambi¨¦n la respuesta mayoritaria frente a las reacciones machistas y revictimizadoras de cierta prensa deportiva, tertulianos o el submundo tuitero de alergia enraizada al feminismo, siempre a la contra. Eso no convierte a Espa?a en el pa¨ªs de inquisidores sugerido por algunas pseudodisculpas, una dictadura donde impera la censura. ?Como si estos discursos no saliesen en medios de m¨¢xima audiencia! Sucede que hoy la mayor¨ªa de la sociedad ya no los comparte y muestra contundente su rechazo. En buena medida, gracias a mujeres como Nevenka.