Telef¨®nica como s¨ªntoma europeo
La entrada de capital saud¨ª en la operadora espa?ola evidencia la necesidad contar con empresas de la Uni¨®n que puedan competir globalmente
Una de las decisiones m¨¢s esperadas este oto?o por el mundo empresarial tiene que ver con la compra de un 9,9% del capital de Telef¨®nica por parte de la empresa de telecomunicaciones saud¨ª STC. El Ejecutivo espa?ol tiene que resolver si autoriza que STC, controlada por el Gobierno de Riad a trav¨¦s del fondo soberano PIF, se convierta en el principal accionista de la firma espa?ola, considerada estrat¨¦gica por su posici¨®n clave en el mercado de las telecomunicaciones y por ser proveedora habitual del Ministerio de Defensa.
STC asegura que no tiene intenci¨®n de hacerse con el control de Telef¨®nica. Sin embargo, el precedente de la entrada de Emiratos ?rabes en la brit¨¢nica Vodafone a trav¨¦s de la operadora E& podr¨ªa servir de aviso: empez¨® con una participaci¨®n del 10% de la compa?¨ªa, ha consolidado una posici¨®n del 14%, y acaba de anunciar su intenci¨®n de hacerse con el 20% y dos puestos en el consejo de administraci¨®n. De ah¨ª la importancia de las condiciones que Moncloa ponga a la operaci¨®n. M¨¢s a¨²n cuando no se trata solo de un inversor extranjero, sino de un Gobierno extranjero.
Espa?a siempre ha sido un foco atractivo para la inversi¨®n for¨¢nea. En 2022 capt¨® m¨¢s de 34.000 millones de euros del exterior y se convirti¨® en el tercer receptor de capital de ese origen en el conjunto de la UE. Lo que certifica el buen comportamiento de la econom¨ªa, la estabilidad jur¨ªdica que ofrece el pa¨ªs y sus perspectivas de crecimiento.
Pero la entrada del grupo saud¨ª en uno de los grandes operadores de telecomunicaciones europeos tiene una derivada importante desde el punto de vista de Bruselas y las pol¨ªticas de competencia de los ¨²ltimos tiempos. Centradas en la defensa de los mercados interiores, esas normas han dificultado la creaci¨®n de grandes conglomerados en el continente con el argumento de que menos operadores reducen la competencia en sectores clave y eso va en detrimento de los consumidores. Prueba de ello es la resistencia de la Comisi¨®n a aprobar la fusi¨®n de Orange y M¨¢sMovil, pendiente del dictamen definitivo. En esas condiciones, la baja cotizaci¨®n de las empresas de telecomunicaciones ha dejado importantes marcas nacionales al alcance de compradores extracomunitarios y solo protegidas por eventuales acciones de oro o por el blindaje pol¨ªtico en sus respectivos pa¨ªses; en el caso espa?ol, el escudo anti-OPA. La consecuencia es la debilidad de Europa en el campo de la tecnolog¨ªa digital frente a potencias como EE UU, China, Corea del Sur o Taiw¨¢n. Quiz¨¢s haya llegado el momento de revisar esas pol¨ªticas para hacer posible la constituci¨®n de grupos europeos fuertes, capaces de operar en el ¨¢mbito global y de contribuir al gran objetivo de la autonom¨ªa estrat¨¦gica de la Uni¨®n. Siempre con un ojo puesto en garantizar que el proceso no perjudique a los consumidores.
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