El duelo del PP
El ruido del cayetanismo y el ayusismo comienza a o¨ªrse demasiado y su tronante cabalgar no va de principios ni esencialismos democr¨¢ticos. Buscan que caiga Feij¨®o
El PP, ay, est¨¢ de duelo. Hablamos de negaci¨®n, enfado, depresi¨®n o aceptaci¨®n como las fases del duelo ante una p¨¦rdida dolorosa. Pero es esta ¨²ltima la que nos permite iniciar la transici¨®n y aceptar el cambio que la p¨¦rdida ha generado en nosotros. En toda p¨¦rdida hay una transformaci¨®n, y el PP ha perdido muchas cosas, aunque habite a¨²n ese espacio lacerante en el que nos negamos a aceptar la realidad. Es evidente que esperaban mejores resultados el 23-J, cabalgar una ola triunfante que les permitir¨ªa gobernar con holgura sin necesitar apenas el apoyo de Vox. Pero no es la primera vez que vemos tama?o desconsuelo. Los bandazos que dan los populares se parecen mucho a la estupefacci¨®n del Ciudadanos de Albert Rivera tras la moci¨®n de censura de S¨¢nchez a Rajoy. Aunque solo perdieran un deseo, esperanzados en que la realidad se ajustase a la burbuja demosc¨®pica en la que les hicieron creer, el efecto fue parejo: abandonar el tim¨®n, ponerse a merced de la corriente.
Ese vagar sin rumbo y sin br¨²jula, sin pararse a pensar qu¨¦ relaci¨®n quieren con Vox o siquiera c¨®mo reconstruir su identidad pol¨ªtica desde la oposici¨®n, precipit¨® al l¨ªder a pedir ¡ªleg¨ªtimamente¡ª mandato al Rey para ser el candidato a la investidura. El resultado es que nuestra presidencia europea avanza con un Gobierno en funciones mientras todos miramos c¨®mo negocian quienes no tienen ese mandato formal, pero pueden, ellos s¨ª, llegar a acuerdos con otros grupos. Hay algo parad¨®jico en toda esta simulaci¨®n, una situaci¨®n donde lo formal (el mandato) y lo que es realmente pol¨ªtico (la negociaci¨®n) transitan por cauces diferentes, a lo que se a?ade el atronador ruido de la protesta, t¨¢ctica habitual cuando se carece de discurso. Porque lo que tendremos hoy ser¨¢ una manifestaci¨®n que dice no serlo, encabezada por quienes deber¨ªan estar negociando una investidura para protestar por el resultado de otra negociaci¨®n que a¨²n desconocemos. Y no es s¨®lo que se desvirt¨²e una de las formas que en democracia tiene la ciudadan¨ªa para hacerse o¨ªr precisamente frente a los pol¨ªticos. El problema es que se eleve a categor¨ªa de ruido lo que deber¨ªa ser un discurso program¨¢tico sobre su propuesta de gobierno, incluya o no una postura expl¨ªcita sobre lo que acontece en Catalu?a.
Mientras, durante estos meses de desconsuelo, el PP ha reconocido como interlocutor a los antes golpistas de Junts, al tiempo que reprochaba a S¨¢nchez vender su alma al diablo para conservar el poder. ?Cu¨¢ndo en nuestra historia democr¨¢tica ha hablado el PP con los nacionalistas sin necesitar sus votos para una investidura? La desorientaci¨®n le impide entender que la posici¨®n sobre las lenguas cooficiales m¨¢s coherente con su ideario pol¨ªtico fue la que defendi¨® Borja S¨¦mper: desde un liberalismo desnacionalizador, desvincul¨® la lengua que elegimos hablar del terru?o con el que la identificamos, conect¨¢ndola con la libertad individual. Pero el ruido del cayetanismo y el ayusismo comienza a o¨ªrse demasiado y su tronante cabalgar no va de principios ni esencialismos democr¨¢ticos. Lo que buscan, ay, es que caiga Feij¨®o.
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