Hacia la ampliaci¨®n de la UE
La Uni¨®n Europea debe afrontar reformas internas sin cerrarse a la entrada de nuevos socios
Los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea y los mandatarios de otra veintena de pa¨ªses del continente tienen previsto reunirse esta semana en Granada para celebrar la tercera cumbre de la Comunidad Pol¨ªtica Europea (CPE). Es una buena ocasi¨®n para impulsar la ...
Los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea y los mandatarios de otra veintena de pa¨ªses del continente tienen previsto reunirse esta semana en Granada para celebrar la tercera cumbre de la Comunidad Pol¨ªtica Europea (CPE). Es una buena ocasi¨®n para impulsar la reflexi¨®n sobre el futuro pol¨ªtico de Europa. El borrador de declaraci¨®n conjunta de los Veintisiete ¡ªque celebrar¨¢n en la ciudad andaluza un Consejo informal paralelo a la cumbre de la CPE¡ª considera que la UE necesita ¡°emprender el trabajo preliminar interno necesario¡± para la ampliaci¨®n. Est¨¢ por ver que el texto se confirme en esos t¨¦rminos.
El ineludible punto de partida de la reflexi¨®n es el giro radical que vive Europa desde la invasi¨®n de Ucrania. La actitud rusa certifica que ya es imposible confiar en la existencia de una pac¨ªfica zona gris entre la UE y Rusia. Esa zona es hoy un lugar de peligro, sobre todo para los ciudadanos que viven en ella, expuestos no solo a la agresi¨®n militar sino tambi¨¦n a maniobras de desestabilizaci¨®n que pueden hacer descarrilar fr¨¢giles democracias. Pero lo es tambi¨¦n para la Uni¨®n, que no puede vivir ajena a lo que ocurre en sus fronteras. No existen en el Derecho Internacional zonas de influencia privilegiada, como reclama Putin. Lo que existe es el derecho a elegir soberanamente qu¨¦ lugar se quiere ocupar en el mundo.
Este punto de partida no puede ocultar los riesgos: son enormes. Una decena de pa¨ªses llama a la puerta de la UE. Son muy diversos. Todos tienen serios problemas, algunos tan graves como para hacer inconcebible su entrada en un futuro pr¨®ximo. No se puede perder de vista que pasados procesos de integraci¨®n resultaron defectuosos y que la UE debe emprender profundas y dif¨ªciles reformas para prepararse mejor. Todo ello invita a la m¨¢xima prudencia. Pero prudencia no es inmovilismo. Seguir la inercia de los ¨²ltimos 10 a?os supone un riesgo mayor que activar con seriedad y cautela un nuevo proceso.
No se trata de firmar tratados inmediatamente, sino de adquirir compromisos vinculantes. La ¨²ltima incorporaci¨®n ¡ªla de Croacia¡ª tuvo lugar hace una d¨¦cada. Por un tiempo, la l¨®gica aconsejaba aplazar una nueva ampliaci¨®n hasta resolver los problemas causados por la anterior ¡ªcon la preocupante involuci¨®n de Polonia y Hungr¨ªa¡ª y con formidables retos sobrevenidos, como la pandemia. La invasi¨®n de Ucrania lo cambia todo. Ser¨¢ preciso avanzar pa¨ªs a pa¨ªs. Entre los aspirantes hay Estados peque?os, con problemas pero asumibles: no es lo mismo Macedonia del Norte o Montenegro que la propia Ucrania. Mantener abierta la puerta de la integraci¨®n es, en cualquier caso, un mensaje valioso para todos ellos: merece la pena esforzarse para cumplir con los requisitos. Cerrarla sine die enviar¨ªa el mensaje contrario.
Sea con los plazos que sea, el horizonte de futuras integraciones ser¨ªa adem¨¢s una buena ocasi¨®n para abordar puertas adentro reformas necesarias para la ampliaci¨®n, pero que en gran medida ser¨ªan ya ¨²tiles para los Veintisiete. Reducir las ¨¢reas de veto, repensar las estructuras de representaci¨®n o perfeccionar mecanismos de control para evitar derivas autoritarias en el seno de la UE deber¨ªan estar entre ellas. Granada puede ser el lugar en el que se haga expl¨ªcito que en Europa los valores morales y los intereses estrat¨¦gicos coinciden. Y que hay voluntad de ponerse en marcha, con prudencia, para que la democracia arraigue en nuestro continente bajo el paraguas de la Uni¨®n.