Crisis de seguridad en M¨¦xico
Los continuos asesinatos y la impunidad de sus autores est¨¢n acorralando al Estado de derecho

Eran siete amigos y primos de entre 14 y 18 a?os. Hab¨ªan quedado para pasar la noche del s¨¢bado en un rancho del Estado de Zacatecas, uno de los territorios de M¨¦xico m¨¢s golpeados por el crimen organizado. Un grupo de hombres armados los secuestr¨® en plena madrugada. La semana pasada las autoridades hallaron los cad¨¢veres de seis de esos j¨®venes y a un superviviente. La matanza coincide con el noveno aniversario de la desaparici¨®n de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y, adem¨¢s del horror de un conflicto sin fin, exhibe la impotencia del Estado de derecho y de las fuerzas de seguridad frente al avance de los c¨¢rteles de la droga.
La guerra entre las organizaciones criminales que se disputan el control de las rutas del narcotr¨¢fico hacia Estados Unidos se ha recrudecido en los ¨²ltimos a?os impulsada por el auge del fentanilo. Pero esa emergencia, que amenaza con extenderse a escala mundial, es solo el ¨²ltimo eslab¨®n de un grav¨ªsimo problema sist¨¦mico. Las mafias y grupos ilegales que operan en M¨¦xico son los responsables de la crisis de violencia que sufre el pa¨ªs. Y a esa evidencia se suma otra: su penetraci¨®n en Estados como Zacatecas, Jalisco, Sinaloa, Guerrero y amplios territorios de la frontera norte, donde las autoridades no han logrado imponerse y est¨¢n perdiendo la batalla contra el narco.
El asesinato de los seis adolescentes ha estremecido a los mexicanos como hiciera en agosto la masacre de cinco j¨®venes obligados a matarse entre ellos y grabados en v¨ªdeo. Despu¨¦s de episodios tan inhumanos como estos, la primera y comprensible reacci¨®n social es la b¨²squeda y atribuci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas. Sin embargo, un breve repaso a las dos ¨²ltimas d¨¦cadas muestra que la crisis va m¨¢s all¨¢. Con recetas opuestas, ni la guerra contra el narco de Felipe Calder¨®n, ni la pol¨ªtica de Enrique Pe?a Nieto, ni la actual apuesta por la inversi¨®n p¨²blica y el desarrollo en las zonas m¨¢s asediadas por el crimen, impulsada por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, han logrado acabar con este conflicto.
Con estas premisas, la respuesta no solo debe involucrar a los actores habituales: de las autoridades locales a las federales, del poder judicial a la Polic¨ªa y las Fuerzas Armadas. Es el momento de que los pol¨ªticos mexicanos alcancen un acuerdo nacional, una suerte de pacto de Estado contra la violencia. Los ¨ªndices de impunidad rondan el 90%, un dato insostenible que muestra el alcance de la corrupci¨®n. A eso se a?ade la necesidad de una colaboraci¨®n m¨¢s fluida con Estados Unidos, principal mercado mundial de consumidores de estupefacientes. Y, finalmente, la apertura de dos debates clave que deben ser abordados en instancias internacionales: sobre la despenalizaci¨®n de las drogas y sobre la venta y circulaci¨®n de armas.
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