Hacer cardio

?Hasta d¨®nde llegar¨¦ hoy?, me pregunto cuando salgo, temprano, a caminar. ?Lograr¨¦ dar la vuelta entera al parque? ?Hasta d¨®nde alcanzar¨¢n mis fuerzas?, me pregunto tambi¨¦n al abrir el peri¨®dico. ?Hasta Ucrania, hasta Oriente Pr¨®ximo, hasta Argentina, hasta las negociaciones del PSOE con Junts, Esquerra, Bildu, etc¨¦tera? Empiezo, t¨¢cticamente, por un suceso dom¨¦stico, acaecido en Estepona, M¨¢laga, donde un hombre de 37 a?os roci¨® con gasolina a su mujer y a su hija y luego prendi¨® fuego a la vivienda para abrasarlas vivas. Ellas lograron escapar. Yo no. Veo la pel¨ªcula completa con la ayuda de algunas im¨¢genes cinematogr¨¢ficas almacenadas en mi memoria. S¨¦ c¨®mo es el bid¨®n y conozco el gesto con el que se vierte el combustible sobre las cortinas para que las llamas prendan r¨¢pido. Tambi¨¦n s¨¦ c¨®mo se agita un cuerpo que arde, c¨®mo corre de un lado a otro como si el movimiento lo aliviara. Pasa por mi cabeza, en fin, una pel¨ªcula que me deja algo exhausto. Pero soy un tipo voluntarioso y contin¨²o andando para sudar un poco a fin de convertir el mero paseo en un ejercicio cardiovascular.

Leo ahora que en Roales del Pan, una localidad de Zamora, una joven de 27 a?os muri¨® como consecuencia del ataque de los perros de un pastor. Me sobran referencias f¨ªlmicas con las que recomponer mentalmente la escena. Ah¨ª est¨¢n los cinco o seis mastines arroj¨¢ndola al suelo, destroz¨¢ndole la ropa, arranc¨¢ndole los primeros jirones de piel y de tejido muscular. Escucho los gritos, contemplo en mi cerebro las sacudidas de los miembros de la v¨ªctima. Aumenta mi frecuencia card¨ªaca y mejora, con ella, la circulaci¨®n de la sangre. Se llama ¡°hacer cardio¡±.

Por resumir: que a la mitad del parque decido volver a casa con el mismo esp¨ªritu de derrota con el que abandono el peri¨®dico apenas abierto. Me falta fondo o me sobra espanto.