La l¨®gica del voto a Wilders en Pa¨ªses Bajos
Los lectores escriben sobre la victoria de la ultraderecha en las elecciones holandesas, las v¨ªctimas de los bombardeos israel¨ªes en Gaza, la importancia de la lectura, y sobre maneras de combatir la contaminaci¨®n que genera la industria textil
Mi hija, casada y con dos hijos holandeses, vive en Pa¨ªses Bajos desde 2010. Sobre la victoria de Geert Wilders dice que, a pesar de haber moderado su discurso, ¨¦l sabe que la gente est¨¢ harta de la clase pol¨ªtica actual. Hay una crisis grave en materia de vivienda. La gente joven no puede independizarse ni hacer frente a las deudas por estudios. La pol¨ªtica de inmigraci¨®n es vergonzosa. Se niegan ayudas habituales a los m¨¢s pobres. Mientras las empresas aumentan beneficios y pagan menos impuestos, los sueldos no se ajustan a la realidad. La clase media y media-alta pierde capacidad de ahorro. El seguro m¨¦dico es m¨¢s caro y tiene menos cobertura. Wilders, con su discurso racista y nacionalsocialista, atrae a los cada vez m¨¢s numerosos descontentos. Por desgracia, es l¨®gico. Si se abandona a las clases medias y los j¨®venes, protegiendo a la clase alta y las empresas, llega un punto en que el enfado se traduce en votos a los extremos. Es importante preguntarse por qu¨¦ ocurre, y no limitarse a acusar a los ultras de locos extremistas sin actuar para cambiar la realidad.
Fernando Mart¨ªnez Blasco. Madrid
Esperar la muerte
Las v¨ªctimas en la franja de Gaza ya han llegado a las cinco cifras. Pr¨¢cticamente, la cuarta parte de ellas son ni?os. Los hospitales caen bombardeados o se quedan sin suministro el¨¦ctrico. El agua y la comida cada vez son m¨¢s escasos, y los alimentos que quedan se encuentran en mal estado. Donde antes hab¨ªa ciudades ahora solo quedan descampados, con la excusa de descubrir las guaridas de Ham¨¢s. El paso de Rafah sigue sin abrirse permanentemente y no existe forma de huir. Ahora mismo ser ciudadano gazat¨ª significa esperar la muerte.
Adri¨¢n L¨®pez L¨®pez. Salamanca
Leer m¨¢s
Llevaba bastantes a?os sin leer un libro. Me refiero a un libro de papel, que los m¨®viles nos tienen absortos se sabe m¨¢s que de sobra. Tras empezar el libro y llevar unas 10 p¨¢ginas, por la tem¨¢tica, mi cerebro ha desbloqueado un recuerdo que estaba casi olvidado en mi memoria, un recuerdo de mi infancia. Una ca¨ªda en un parque. Deb¨ªa de tener ocho o nueve a?os. La delicia de rememorar ese recuerdo fue indescriptible. Seguramente sin ese libro no habr¨ªa sido rescatado y seguir¨ªa borr¨¢ndose poco a poco en mis entra?as. Ha sido un detonador: tengo que leer m¨¢s. Tenemos que frenar esa disociaci¨®n que nos producen las nuevas tecnolog¨ªas. Y reconducir a los m¨¢s peque?os hacia ese camino.
Vanessa Prieto Gonz¨¢lez. Vigo
Una caja de coser propia
Leo que una investigaci¨®n de Greenpeace concluye que las prendas que se donan no tienen muchas veces el destino que los consumidores creen. Eso me hace pensar en mi ¨²ltima lectura, La moda justa: Una invitaci¨®n a vestir con ¨¦tica de Marta D. Riezu, y en c¨®mo nos recuerda que las soluciones para frenar el devastador impacto de una industria textil cada vez m¨¢s destructiva (tanto para el planeta, como para las personas) se encuentra en medidas tan simples como en el arte de coser, de reparar, de cuidar, de mantener y de valorar. Para mi generaci¨®n, al igual que para la autora, esa caja de agujas, hilos y botones que sol¨ªa estar en todas las casas, llega hasta la casa de mis padres y a duras penas. Yo no tengo una propia.
Eva Gonz¨¢lez De la Arada. Bruselas (B¨¦lgica)
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