?Queremos derrotar a Putin o nos conformamos con un empate?
Hasta ahora, el apoyo occidental ha ayudado a Ucrania a resistir. A un a?o del cambio de mandato en la Casa Blanca urge no solo desbloquear los nuevos fondos, sino reconsiderar la estrategia
El flujo de ayuda occidental a Ucrania sufre serias tribulaciones. Los responsables directos son la Hungr¨ªa de Viktor Orb¨¢n en la UE y los republicanos aislacionistas en EE UU, que torpedean los procesos para mantener fluido ese flujo. Aclarado esto, conviene preguntarse sin rodeos: ?quieren la UE y EE UU derrotar a Putin en Ucrania? ?o se conforman con que no gane ¨¦l, con un empate?
No hay duda ninguna de que la UE y EE UU han hecho much¨ªsimo para ayudar a Kiev desde la gran invasi¨®n rusa del febrero de 2022. Seg¨²n datos recopilados por el Instituto Kiel, las instituciones europeas han dado apoyo financiero y militar a Ucrania por valor de unos 85.000 millones de euros desde entonces hasta el 31 de octubre pasado, con otros casi 50.000 si se suman las acciones bilaterales de Estados de la UE. Washington, por su parte, otros 71.000 (con mayor proporci¨®n militar). Esto ha sido esencial para permitir que las fuerzas de Ucrania resistieran la invasi¨®n.
Adem¨¢s, Europa se ha liberado eficazmente de la dependencia del gas ruso, y Occidente en su conjunto ha infligido duras sanciones a Rusia. Algunas -congelaci¨®n de activos- han sido m¨¢s eficaces que otras -techo al precio del crudo- pero es indudable que en conjunto han complicado la vida del Kremlin.
Este jueves la Uni¨®n Europea ha dado el gran paso de abrir negociaciones para la adhesi¨®n al grupo de Ucrania (y Moldavia). Es un gesto de altura, una excelente noticia, que env¨ªa un fundamental mensaje pol¨ªtico. Mientras, los pa¨ªses europeos aumentan su gasto militar, mientras Finlandia se ha integrado en la OTAN y Suecia est¨¢ cerca de conseguirlo.
Todo esto es impresionante. Sin embargo, los hechos dicen tambi¨¦n otras cosas.
La ayuda occidental ha sido muy consistente, pero siempre extremadamente cautelosa, llegando a dar saltos cualitativos en el armamento suministrado solo despu¨¦s de largos procesos de ponderaci¨®n y negociaci¨®n. Probablemente, de haber sido m¨¢s r¨¢pidos, se habr¨ªan visto mejores resultados.
La misma ret¨®rica de los l¨ªderes occidentales se?ala esa cautela extrema, un titubeo a la hora de buscar una derrota plena de Rusia en Ucrania. Se suele hablar de apoyo a Kiev hasta cuando haga falta y de evitar que Putin gane.
La cautela es comprensible: Rusia dispone de un tremendo arsenal nuclear, y su l¨ªder ha advertido de que est¨¢ dispuesto a usarlo. La amenaza tuvo eficacia, inyectando la semilla de la duda a cada paso militar occidental: ?cruzaremos una l¨ªnea roja?
Los hechos tambi¨¦n dicen que no solo los nuevos grandes paquetes de ayuda de la UE y EE UU est¨¢n bloqueados, sino que, en el segundo semestre de 2023, el flujo de apoyo ya se ha ido resecando sensiblemente, con nuevos compromisos y desembolsos muy inferiores con respecto a periodos anteriores.
No hay razones para el p¨¢nico. Es probable que en EE UU se logre de alguna manera alguna clase de desbloqueo, y poca duda hay de que la UE seguir¨¢ apoyando, si no es con la retirada del veto de Orb¨¢n, con un mecanismo ad hoc entre los otros 26 -algo parecido se hizo cuando Cameron vet¨® reformas necesarias para salvar el euro en 2011, y Merkel y Sarkozy montaron una maniobra alternativa entre todos los dem¨¢s- o con ayudas bilaterales.
?Pero adonde conduce esta senda? La realidad sobre el terreno es que Putin ha logrado sobreponerse a la p¨¦sima planificaci¨®n de la invasi¨®n inicial y a la espectacular contraofensiva ucraniana de septiembre de 2022, que recuper¨® mucho terreno. Rusia ha consolidado sus defensas en el frente y su capacidad de producci¨®n de armamento en casa. La esperada contraofensiva ucraniana de 2023 ha sido, cuando menos, poco eficaz.
Con una ayuda constante es probable que se prolongar¨ªa la actual situaci¨®n de empate b¨¦lico. Pero este es un equilibrio menos s¨®lido de lo que se podr¨ªa pensar a la vista de tantos meses de escasos avances. Lo es por ambas partes. Ambas tienen una f¨¦rrea voluntad de luchar, en el caso de Ucrania una voluntad popular, en el de Rusia una voluntad del tsar que gobierna con mano de hierro. Pero en ambas pueden abrirse grietas.
En ambos casos es clave lo que haga Occidente. Porque en el lado ucraniano las grietas solo se pueden abrir por un flojeo de los medios para combatir que trastoque la moral mientras la industria rusa deshorna m¨¢s y m¨¢s balas; por el ruso, porque el coste socio-econ¨®mico de mantener la guerra se torne insostenible.
Y el caso es que, aunque decepcione ver a Putin consolidado, la realidad es que su situaci¨®n no es tan s¨®lida. Para lograr este resultado, su esfuerzo es inmenso. Un estudio publicado por el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo sobre el presupuesto ruso para 2024 se?ala que la inversi¨®n en la guerra corresponde a un 35% de todo el gasto gubernamental. Como dijo, tambi¨¦n esta semana, el jefe del Estado mayor brit¨¢nico, el almirante Radakin, ¡°La ¨²ltima vez que vimos esos niveles de inversi¨®n en defensa fue al final de la Guerra Fr¨ªa y el colapso de la URSS¡±. Radakin se?al¨® que Rusia gasta m¨¢s en la guerra que en Sanidad y Educaci¨®n juntos.
Un aumento marginal del esfuerzo occidental -m¨ªnimo en proporci¨®n al esfuerzo ruso- har¨ªa m¨¢s insostenible a¨²n la posici¨®n rusa. Putin, claro est¨¢, tratar¨ªa de aguantar a cualquier precio. ?Pero hasta donde podr¨ªa, hasta d¨®nde se lo permitir¨ªan?
Los pa¨ªses occidentales tienen, colectivamente, la fuerza para desequilibrar el empate actual. No han querido. Putin hasta ahora no ha respondido con el arma nuclear a las cautelosas escaladas de apoyo militar occidental, entre otras cosas porque China -socio indispensable de Rusia- se ha manifestado claramente en contra. Pero no se puede minusvalorar el riesgo de que, ante la perspectiva de una derrota total -por ejemplo de la p¨¦rdida de Crimea, con todo su significado estrat¨¦gico y simb¨®lico- recurrir¨ªa al arma at¨®mica. A la vez, no se puede minusvalorar el riesgo de que una ayuda estancada o incluso menguante a Ucrania, acabe produciendo no ya un empate, sino un deterioro de la posici¨®n de Kiev.
?Qu¨¦ queremos? ?Seguir invirtiendo decenas de miles de millones para mantener el conflicto en empate con la sociedad ucraniana en constante sufrimiento? ?Un armisticio a la coreana con el pa¨ªs partido grosso modo en las l¨ªneas actuales? ?Un Putin que pierde terreno en Ucrania y que, aunque el objetivo no sea un cambio de r¨¦gimen, perder¨ªa pie tambi¨¦n en casa con los riesgos que ello conlleva? De entrada, lo urgente es desbloquear los nuevos fondos para sostener a Kiev. Pero, queda solo un a?o antes de que empiece un nuevo mandato en la Casa Blanca, y hay que reconsiderar ya cu¨¢l es, a la luz de todas las circunstancias, el objetivo en Ucrania. Reducir el apoyo a Kiev, y probablemente incluso mantener el mismo nivel, es un riesgo mayor para Europa que aumentarlo.
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