Europa se hace mayor
La UE parece haber madurado como potencia geoestrat¨¦gica, a pesar de la jaur¨ªa de voces que la integran y sus muchos intereses discrepantes
Todos los l¨ªderes de extrema derecha se parecen, pero cada uno de ellos act¨²a a su manera. El talante de Orb¨¢n en particular va m¨¢s all¨¢ que ning¨²n otro en la Putin-filia, en su impulso por contentar a Rusia. Al menos si lo comparamos con Meloni, el otro caso de dirigente de esta corriente pol¨ªtica que gobierna en otro pa¨ªs de la UE. El l¨ªder h¨²ngaro no pudo evitar la apertura de conversacion...
Todos los l¨ªderes de extrema derecha se parecen, pero cada uno de ellos act¨²a a su manera. El talante de Orb¨¢n en particular va m¨¢s all¨¢ que ning¨²n otro en la Putin-filia, en su impulso por contentar a Rusia. Al menos si lo comparamos con Meloni, el otro caso de dirigente de esta corriente pol¨ªtica que gobierna en otro pa¨ªs de la UE. El l¨ªder h¨²ngaro no pudo evitar la apertura de conversaciones para la entrada de Ucrania (y Moldavia) en la UE, pero fue eficaz en su bloqueo de los 50.000 millones de ayuda a ese pa¨ªs, que tendr¨¢n que ser reprogramados en los pr¨®ximos meses. Pero su ya famoso pase¨ªllo de salida de la reuni¨®n para buscarse un caf¨¦ y evitar as¨ª su voto en contra no nos va a salir gratis. A cambio parece que obtendr¨¢ el levantamiento de los fondos que la Uni¨®n hab¨ªa congelado a Hungr¨ªa por su vulneraci¨®n del Estado de derecho. Si esto es as¨ª, el primer balance de esta manifestaci¨®n de unidad europea es que las decisiones geoestrat¨¦gicas se imponen sobre las exigencias de la salvaguarda de la limpieza democr¨¢tica.
Eso por un lado. Por otro, Orb¨¢n no ha ocultado que aprovechar¨¢ el largo y sinuoso camino hasta la integraci¨®n plena de Ucrania al club de los Veintisiete para hacer descarrilar el proceso. Con la esperanza, quiz¨¢, de que Rusia para entonces ya habr¨¢ dejado a este pa¨ªs demediado con ulteriores ¨¦xitos militares y un eventual veto en ¨²ltima instancia del propio Parlamento h¨²ngaro. Aun as¨ª, casi todos los comentaristas de la pasada reuni¨®n del Consejo Europeo tienden a ver la botella medio llena. Hay algunas buenas razones para ello. La primera y fundamental es que la UE parece haber madurado como potencia geoestrat¨¦gica, a pesar de la jaur¨ªa de voces que la integran y sus muchos intereses discrepantes. Y a pesar de su alt¨ªsimo coste. Ucrania se convertir¨¢ en el ¨²nico receptor neto de fondos europeos de cohesi¨®n y todos los dem¨¢s tendr¨¢n que rascarse el bolsillo. Lo m¨¢s ir¨®nico de todo esto es que el milagro se lo debemos a Putin, no a un renacido inter¨¦s por el esp¨ªritu europe¨ªsta o el liderazgo sobresaliente de algunos Estados. A pesar de sus ¨²ltimas bravuconadas, el dictador ruso est¨¢ consiguiendo exactamente lo contrario de lo que se propon¨ªa. Y, en la sombra, al fantasma de un potencial retorno de Trump. Hace un fr¨ªo ¨¢rtico fuera del paraguas defensivo de los Estados Unidos del que tanto tiempo hab¨ªamos gorroneado.
Las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo, as¨ª como el ulterior avance del proceso de expansi¨®n e integraci¨®n de los nuevos Estados, nos permitir¨¢n calibrar con m¨¢s finura el recorrido efectivo de este gran salto adelante. Nos une el espanto ante la agresi¨®n rusa, las cuestiones de seguridad; no necesariamente el amor a los valores y la causa de una democracia cosmopolita como la UE. Por eso mismo, la pregunta inevitable es si esta nueva Europa seguir¨¢ siendo tan resiliente una vez despejado el miedo hobbesiano y con varios primos de Orb¨¢n al frente de otros gobiernos. Pronto lo sabremos.