El universo sigue funcionando
¡°Nosotros tenemos hambre y ustedes dan de comer, ?no? Pues nos tienen all¨ª a las dos en punto¡±. A veces las cosas funcionan as¨ª, y es cuando funcionan mejor
El taxista se parec¨ªa al que nos recogi¨® en el Etxebarri. Etxebarri es un restaurante con una lista de espera del demonio, pero mi amigo ?scar consigui¨® mesa hace poco y nos fuimos para all¨ª unos cuantos. De vuelta, el taxista nos cont¨® que ¨¦l una vez llam¨® al Etxebarri porque su hijo quer¨ªa comer, y avis¨® de que ir¨ªan los dos ese mismo d¨ªa. Le respondieron, estupefactos, que no hab¨ªa mesa. Y d...
El taxista se parec¨ªa al que nos recogi¨® en el Etxebarri. Etxebarri es un restaurante con una lista de espera del demonio, pero mi amigo ?scar consigui¨® mesa hace poco y nos fuimos para all¨ª unos cuantos. De vuelta, el taxista nos cont¨® que ¨¦l una vez llam¨® al Etxebarri porque su hijo quer¨ªa comer, y avis¨® de que ir¨ªan los dos ese mismo d¨ªa. Le respondieron, estupefactos, que no hab¨ªa mesa. Y dijo con una l¨®gica muy bilba¨ªna: ¡°Nosotros tenemos hambre y ustedes dan de comer, ?no? Pues nos tienen all¨ª a las dos en punto¡±. A esa hora ten¨ªan una mesa lista. A veces las cosas funcionan as¨ª, y cuando lo hacen, funcionan mejor. Mi teor¨ªa, dije al taxista, es que en el restaurante fueron sensibles a la expresi¨®n ¡°dar de comer¡±. Mi amigo Manu Dom¨ªnguez, del restaurante L¨²a, tambi¨¦n dice que ¨¦l da de comer. Un d¨ªa de tormenta, llegamos Patri y yo desde el Bernab¨¦u casi a las doce, empapados y fam¨¦licos, y parec¨ªa que le hab¨ªa tocado el Gordo: ¡°?Para esto tengo una casa de comidas!¡±, grit¨® poniendo un caldo en la mesa.
El taxista se parec¨ªa al taxista bilba¨ªno pero no lo era; era sevillano y ten¨ªa una emisora puesta en la que sonaba Nothing Compares. Era 31 por la ma?ana, y el d¨ªa anterior nos reunimos como en un milagro unas 20 personas que est¨¢bamos en Sevilla a nuestras cosas, que son comer, cantar y bailar (si me dicen hace un a?o que 2023 ser¨ªa el a?o en que m¨¢s bailase, me lo creer¨ªa; yo me creo todo lo que tiene que ver conmigo).
El taxi se par¨® en un sem¨¢foro y a su lado par¨® otro. En ¨¦l iba una mujer morena con unos airpods, sentada con la espalda muy recta, mirando de frente. Lloraba. Como yo escuchaba Nothing Compares, la escena era muy cinematogr¨¢fica. ?Por qu¨¦ lloraba? Quiz¨¢ lo necesitaba. Yo llor¨¦ desde que me despert¨¦ el 27 de abril hasta que me acost¨¦ el d¨ªa 28, sin interrupci¨®n salvo para dormir ¡ªsupongo¡ª. En medio, particip¨¦ en un podcast en el que fing¨ªa emocionarme para justificar las l¨¢grimas, y entrevist¨¦ a Toni Kroos, que me pregunt¨® si ten¨ªa mucho calor, porque por debajo de mis gafas de sol ca¨ªa mucho sudor. Cuando digo que no par¨¦, es que digo de verdad que no par¨¦, y no es por dar pena: pena daba cuando no lloraba. ?Por qu¨¦ llor¨¦? Cre¨ª que lo sab¨ªa entonces, pero ya no lo s¨¦. Era algo que necesitaba y que ten¨ªa que ver solo conmigo; quiz¨¢ necesitaba espacio en el cuerpo, como cuando expulsas una piedra del ri?¨®n a meada limpia.
La mujer, entonces, se gir¨® y mir¨® para m¨ª; yo mir¨¦ r¨¢pidamente a otra parte, pillado en falta. Pens¨¦ en que el ¨²ltimo d¨ªa del a?o siempre hay m¨¢s razones por las que llorar que cualquier otro, y quiz¨¢ la mujer estaba recordando a alguien. O es que le ech¨® un ojo al tax¨ªmetro, hay gente para todo.
Al ponerse en verde el sem¨¢foro, nos fuimos cada uno para un lado. Ya no sonaba Nothing Compares. Me esperaba gente para comer. Por fin, este martes, cuando estaba en el aeropuerto, le¨ª un mensaje que me hab¨ªa llegado por Instagram: ¡°Estamos empatados. Yo te vi llorar hace meses en una terraza de Madrid, estaba en la mesa de al lado¡±. Que el 24 empiece en los mismos niveles de poes¨ªa y alucinaci¨®n con los que transcurri¨® el 23 es todo lo que ya le pido a la vida, incluso con el list¨®n por las nubes.