Hombres sabios: la desesperaci¨®n como materia prima
Uno no debe creerse, uno debe repetir la presi¨®n, fingirse infalible hasta que algo se presenta como si hubiera sido dicho por otro
Sal¨ª a correr por lo que llamo ¡°circuito cl¨¢sico¡±, ocho kil¨®metros que pasan por un cementerio y varios talleres mec¨¢nicos hasta internarse en una calle amparada por ¨¢rboles alt¨ªsimos que parecen beber del cielo como si fuera una vena de luz. Cuando corro as¨ª, en un d¨ªa como este, hecho de agua, s¨®lo puedo pensar en aquel verso de Anne Carson: ¡°Aqu¨ª ten¨¦is mi consejo. Aguantad. Aguantad la belleza¡±. Voy sostenida por las voces de hombres sabios. El gran G., que alguna vez me dijo, en medio de un malicioso olor a trementina que ascend¨ªa desde su taller: ¡°Al fin y al cabo ning¨²n artista se salva de encontrarse consigo mismo demasiado pronto; la experiencia de encontrarte a vos mismo mucho antes de lo que pod¨¦s¡±. El gran F., que el otro d¨ªa en su casa, mientras fumaba un poco y tom¨¢bamos t¨¦, me dijo una frase del pianista y compositor argentino Gerardo Gandini: ¡°Que lo imprevisto se torne necesario¡±. Son frases que me leen a m¨ª mejor de lo que yo las leo a ellas, por tanto, es una lectura poderosa. En las obras completas de Sigmund Freud hay algo que ¨¦l aplica a sus pacientes: ¡°Uno no debe creerles. Uno debe suponer siempre, y tambi¨¦n exteriorizarlo, que ellos se reservan algo porque no lo consideran importante o lo sienten penoso. Uno persevera en esto, repite la presi¨®n, se finge infalible, hasta que efectivamente se entera de algo¡±. Es el trabajo de una vida: uno no debe creerse, uno debe repetir la presi¨®n, fingirse infalible hasta que algo, efectivamente, se presenta como si hubiera sido dicho por otro. As¨ª que yo presiono, insisto, y lo que sale esta ma?ana, corriendo entre los vivos y los muertos, es la frase que me dijo el gran D. hace dos noches, cuando me vio con la mirada perdida, me pregunt¨® en qu¨¦ estaba pensando, le dije: ¡°Intento escribir, pero se me escapa¡±, y me respondi¨®: ¡°Tu materia prima es la desesperaci¨®n. Usala¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.