Reventar el monopolio de Puigdemont y ERC

Carles Puigdemont y ERC pueden perder el monopolio de la Generalitat. Se ha instalado un clima de opini¨®n en Catalu?a de que las elecciones auton¨®micas, previstas para 2025, podr¨ªan dar sorpresas en el tablero pol¨ªtico, con el salto al Parlament de otras formaciones independentistas, como la ultraderechista Alian?a Catalana, o incluso, la p¨¦rdida del poder a manos de un tripartito...

Carles Puigdemont y ERC pueden perder el monopolio de la Generalitat. Se ha instalado un clima de opini¨®n en Catalu?a de que las elecciones auton¨®micas, previstas para 2025, podr¨ªan dar sorpresas en el tablero pol¨ªtico, con el salto al Parlament de otras formaciones independentistas, como la ultraderechista Alian?a Catalana, o incluso, la p¨¦rdida del poder a manos de un tripartito o del PSC. Y ello es s¨ªntoma de c¨®mo se empiezan a sepultar las l¨®gicas que durante a?os vertebraron el proc¨¦s.

Basta observar el volumen deliberado de cr¨ªticas en el seno del movimiento hacia sus partidos, algo inaudito desde tiempos de Artur Mas en 2012. Desde los malos resultados del informe PISA hasta la gesti¨®n de la sequ¨ªa, muchos afines a la ruptura est¨¢n hartos de que sus l¨ªderes lleven m¨¢s de una d¨¦cada evadiendo la asunci¨®n de responsabilidades. El cl¨¢sico mantra de que ¡°todo es culpa de Espa?a, y solo se arreglar¨ªa con un Estado propio¡± ha dejado de funcionar para el Govern de Pere Aragon¨¨s. La fiscalizaci¨®n de sus gobernantes ha vuelto a la vida p¨²blica catalana, lejos de aquel escapismo del proc¨¦s o de la confianza acr¨ªtica que muchos ciudadanos les dieron en 2017 ante su sue?o de independencia.

As¨ª que el independentismo se mueve, y la pregunta es si ser¨¢ posible desbancar a ERC del Govern en los pr¨®ximos comicios o impedir el regreso de Junts. Con la vuelta a la normalidad auton¨®mica y la frustraci¨®n que dej¨® el fracaso del 1-O se abre una brecha para que otras formaciones se cuelen. No implica que el independentismo oficial pierda necesariamente el poder, si bien la pujanza de m¨¢s actores podr¨ªa distorsionar los discursos u obligar a alianzas distintas, agrietando el bloque de poder de republicanos y Junts.

Primero: el PSC se ha convertido ya en una opci¨®n para el independentismo menos duro. En las elecciones del 23-J, algunos afines a la ruptura lo votaron para evitar que gobernara la ultraderecha: estaban descontentos con sus partidos, pero tampoco quer¨ªan abstenerse. Los socialistas catalanes se han vuelto adem¨¢s un partido central capaz de tamizar las pretensiones rupturistas. Sostienen los Presupuestos auton¨®micos a ERC, e incluso se apunta a un acercamiento entre Jaume Collboni y Junts para la alcald¨ªa de Barcelona. La idea de un tripartito no es hoy descabellada: resucit¨® cuando Junts abandon¨® el Govern en 2022.

Segundo: al independentismo oficial le han salido competidores outsiders. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) amaga con presentar una lista civil que absorba el enfado de las bases por el ¡°entreguismo¡± de Junts y ERC al Gobierno, es decir, tras enterrar la independencia a cambio de su salvaci¨®n judicial, v¨ªa indultos y amnist¨ªa. Pese a ello, los proyectos apartidistas no cuentan con un historial de ¨¦xito dentro del movimiento: Prim¨¤ries Catalunya ya se present¨® en 2019 en varios municipios, sin entrar en ninguna plaza clave como Barcelona. Demostr¨® que la institucionalidad sigue pesando demasiado en la psique del votante. El discurso de la ANC, en cambio, servir¨¢ para diezmar a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos de muchos independentistas, que tal vez acaben absteni¨¦ndose como forma de protesta, antes que dejarse enga?ar por m¨¢s adanismo.

Tercero: nuevas formaciones han empezado a canalizar la frustraci¨®n mediante el chivo expiatorio de la inmigraci¨®n. Alian?a Catalana solo cuenta con la alcald¨ªa de Ripoll, as¨ª que su sentir est¨¢ lejos de ser mayoritario. Ahora bien, algunas de sus ideas est¨¢n impregnando ya a cierto electorado de Junts. Su entrada en el Parlament podr¨ªa incluso generar contradicciones para el independentismo oficial, dividiendo a quienes estar¨ªan dispuestos a aceptar sus votos para gobernar, como ERC, y los que no.

El caso es que los republicanos y Puigdemont han ido virando sus discursos para evitar una sangr¨ªa de votos hacia esos frentes. No es casual que Oriol Junqueras lleve tiempo priorizando los acuerdos y la gesti¨®n al bloqueo, o que Junts exija ahora la cesi¨®n de competencias sobre inmigraci¨®n. Sin embargo, el l¨ªder de Waterloo sigue temiendo desplomarse en las urnas, como le pas¨® a ERC tras volver a la gobernabilidad, pero sin lograr el refer¨¦ndum. De ah¨ª que su ¨²nica obsesi¨®n sea parecer distinto al traidor Junqueras, llevando el Gobierno al l¨ªmite con la aprobaci¨®n de los decretos. Aunque tampoco puede romper la baraja: su futuro est¨¢ atado al PSOE, al menos hasta que no se apruebe la amnist¨ªa y sea efectiva en los tribunales.

Con todo, Puigdemont tiene apoyos en la derecha para seguir fingiendo ante los suyos que no ha enterrado la unilateralidad. Si el Pacto del Majestic parecer¨ªa hoy casi un delito, es porque hasta las cesiones competenciales son tachadas de esc¨¢ndalo por el PP y Vox. ¡°Mirad c¨®mo se han puesto, que algo gordo habremos logrado¡± es el mantra de muchos portavoces de Junts en Catalu?a. Pero la realidad es otra: han pasado de montar un refer¨¦ndum ilegal a amenazar con tumbar decretos en el Congreso a cambio de m¨¢s poder para gestionar su comunidad aut¨®noma. Es decir, al m¨¢s puro estilo de Converg¨¨ncia. En eso s¨ª que se ha acabado ya el proc¨¦s como se entend¨ªa y han vuelto los viejos tiempos sin esperar a 2025.