Agricultor contra agricultor

Raro ser¨¢ el espa?ol de una cierta edad que no sea hijo de un agricultor, hijo del campo. Algunos que lo somos, quiz¨¢ somos tambi¨¦n hijos de la emigraci¨®n y del abandono de la labor del campo. Por eso me sorprende tanto que los pol¨ªticos radicales intenten apropiarse del desasosiego de los agricultores como si estos fueran bobos que les van a comprar sus recetas de seducci¨®n facilonas y primarias. Todos sabemos que dorar la p¨ªldora a los q...

Raro ser¨¢ el espa?ol de una cierta edad que no sea hijo de un agricultor, hijo del campo. Algunos que lo somos, quiz¨¢ somos tambi¨¦n hijos de la emigraci¨®n y del abandono de la labor del campo. Por eso me sorprende tanto que los pol¨ªticos radicales intenten apropiarse del desasosiego de los agricultores como si estos fueran bobos que les van a comprar sus recetas de seducci¨®n facilonas y primarias. Todos sabemos que dorar la p¨ªldora a los queridos ni?os votantes es la primera dedicaci¨®n de los pol¨ªticos profesionales, pero a veces algunos toman al pastor por miembro del reba?o. Los agricultores tienen un problema serio que los ultras no van a solucionarles. Porque sus problemas apuntan en varias direcciones opuestas a las recetas que les propinan. La primera es la intervenci¨®n de precios en la cadena alimentaria. Esto, que es b¨¢sico, no encuentra el m¨ªnimo apoyo en los partidos que han salido a defenderlos con aspavientos. Para ellos el mercado es sagrado y en su competici¨®n quien pierde tiene que fastidiarse, as¨ª es la vida. Eso es lo que piensan, pero no lo dicen, claro.

El otro problema b¨¢sico es que la transici¨®n verde se ha dise?ado sin tener en cuenta al que vive del campo. Pero eso no significa que el agricultor no conozca la verdad incuestionable de que vivimos en una crisis clim¨¢tica y tenemos que encontrar soluciones. Por supuesto que podemos llevar a agua desalada en barcos a las ciudades espa?olas que est¨¢n inmersas en una crisis de sequ¨ªa extrema. Lo que no vamos a poder es regar los campos y evitar la deriva meteorol¨®gica que va a transformar regiones enteras de nuestro pa¨ªs en algo muy cercano a los desiertos del Sur. Por lo tanto, los cantos para seducirles pronunciados por los negacionistas, si acaban crey¨¦ndoselos, retratar¨¢n un caso m¨¢s de esos en que la ideolog¨ªa sirve de venda para taparte los ojos y la boca. Tampoco m¨¢s burocracia ni m¨¢s pelotazos de las grandes empresas del sector energ¨¦tico salvar¨¢n las labores del campo.

Pero hay otro asunto que contradice la deriva nacionalista que quiere apropiarse de las inquietudes del campo. Seamos sinceros: los agricultores franceses se han manifestado contra los agricultores espa?oles, portugueses e italianos. Los agricultores polacos y h¨²ngaros lo hacen contra los agricultores rumanos y ucranios. Consideran que los productos del vecino amenazan su estatus. Por lo tanto, ser¨ªa muy interesante que las asociaciones afines a los partidos ultranacionalistas en cada pa¨ªs aclaren c¨®mo van a marcarse el terreno unos a otros si tan solo saben desacreditar el orden negociado que sale de Bruselas. Dudo que los imitadores de Orb¨¢n puedan explicar a los pa¨ªses vecinos de Hungr¨ªa, a los que esta pretende imponer aranceles y bloqueos para entrar sus productos, que son socios en alguna cosa, pero en lo principal cada cual defiende sus intereses particulares. Esa mentira dial¨¦ctica convierte la batalla actual en una guerra de agricultor contra agricultor, del espa?ol contra el rumano y el franc¨¦s contra el espa?ol, en una escalada viciosa. El mercado com¨²n nos ha hecho m¨¢s fuertes. Parte de la burocracia combate la corrupci¨®n en el reparto de subvenciones y lo que toca corregir puede hacerse con menos nacionalismos esencialistas y m¨¢s inteligencia en el dise?o de lo que favorece a todos.