Galicia: el eje cercan¨ªa/lejan¨ªa
El hombre puede jugar a ser cosmopolita, pero tiene su mente y su coraz¨®n bien afianzados en lo particular, lo local. Las elecciones auton¨®micas van sobre todo de eso, de hablar y decidir sobre ese ¡°nosotros¡± m¨¢s restringido
Creo que ofender¨ªa al lector si empezara esta columna reiterando lo que ya sabemos todos. Que Feij¨®o se la juega y por qu¨¦; que S¨¢nchez podr¨ªa cantar victoria aun siendo claramente derrotado, ese efecto perverso del binarismo que ha ensombrecido la pol¨ªtica espa?ola; o que Ana Pont¨®n, consiga o no gobernar, acabar¨¢ siendo la ¨²nica opci¨®n que destaque sobre todas los dem¨¢s. Voy a detenerme en esta ¨²ltima, porque su m¨¢s que probable ¨¦xito puede ser ilustrativo de uno de esos cambios silenciosos que a veces se producen en la pol¨ªtica. Repito, incluso, por parad¨®jico que parezca, aunque al final el PP saque mayor¨ªa absoluta. Lo que no sabemos bien es el porqu¨¦ de ese logro. Lo f¨¢cil es recurrir a las c¨®modas inercias conceptuales con las que buscamos atrapar los fen¨®menos pol¨ªticos. En el caso que nos ocupa lo m¨¢s inmediato es recurrir a la capacidad de liderazgo, que Pont¨®n sin duda la tiene, o a un presumible aumento del sentimiento nacionalista gallego. A mi juicio, sin embargo, la dimensi¨®n del fen¨®meno no se deja subsumir f¨¢cilmente bajo nuestro cl¨¢sico eje nacionalismo/espa?olismo o el de izquierda/derecha. Junto al liderazgo incorporar¨ªa otra dimensi¨®n, a¨²n inexplorada, el eje cercan¨ªa/lejan¨ªa.
Mi maestro, Francisco Murillo, sol¨ªa decir que ¡°el hombre es un animal de cercan¨ªas¡±. Puede jugar a ser cosmopolita, pero tiene su mente y su coraz¨®n bien afianzados en lo particular, lo local. Y este tipo de elecciones, las auton¨®micas, van sobre todo de eso, de hablar y decidir sobre ese ¡°nosotros¡± m¨¢s restringido. Cuando en ellas uno observa las campa?as de los partidos estatalistas no puede dejar de percibirlos parapetados detr¨¢s de la m¨¢scara con la que se presentan seg¨²n el territorio en el que les toca hacer campa?a. El resto es lo de siempre, estrategias de manual de marketing pol¨ªtico. Cada elecci¨®n auton¨®mica o local deber¨ªa tener en cuenta, sin embargo, su propia letra peque?a, la contextualizaci¨®n particularista. Y por tal no solo entiendo los problemas espec¨ªficos de la tierra en cuesti¨®n, sino algo m¨¢s, algo que a falta de mejor t¨¦rmino definir¨ªa provisionalmente como cercan¨ªa, proximidad. Por muy arraigados que est¨¦n en el territorio los partidos nacionales, a nadie se le escapa que emprenden su campa?a instrumentaliz¨¢ndola a intereses lejanos. Los resultados de Galicia les importan por su impacto sobre la pol¨ªtica nacional. Entre otras razones, porque as¨ª es como los vamos a evaluar todos.
La explicaci¨®n del fen¨®meno Pont¨®n hay que verla en su ruptura con esa inercia, en que su voz suena a las voces de casa que buscan hacerse o¨ªr tambi¨¦n hacia afuera. Las de los dem¨¢s se perciben, por el contrario, como ¡°lejanas¡±. Yolanda D¨ªaz o Feij¨®o ser¨¢n gallegos, pero est¨¢n lejos. Y qu¨¦ decir de S¨¢nchez. Hay algo de revuelta particularista en este giro, que trasciende lo territorial. Recuerda a la de los chalecos amarillos o la de los agricultores europeos: la dificultad de ajustar intereses e identidades particulares a una pluralidad de esquemas de representaci¨®n espacial superpuestos en un mundo que es, a la vez, cada m¨¢s interdependiente. Dos poderosas din¨¢micas en rumbo colisi¨®n. ?Cu¨¢ntas dimensiones espaciales somos capaces de integrar? ?Hasta d¨®nde vamos a estar dispuestos a sacrificar lo particular en nombre de lo m¨¢s general? Yo me considero de los anywheres, los de todas partes, eso que los griegos llamaban panphylos, los de todas las tribus. Quiz¨¢ por pura arrogancia urbanita y porque tengo mis intereses satisfechos. Me temo que en el fondo soy un p¨¢nfilo, en el sentido que en castellano damos a este t¨¦rmino, un ingenuo. Todos somos tambi¨¦n somewheres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.