La responsabilidad del PP
El triunfo en las elecciones gallegas no exime a Feij¨®o de definir un liderazgo que sigue oscilando entre las llamadas a la moderaci¨®n y el obstruccionismo institucional
Con su triunfo del domingo en Galicia el PP acumula el mayor poder territorial de su historia. Gobierna 11 comunidades, adem¨¢s de Ceuta y Melilla, cinco de ellas en coalici¨®n con Vox. Esa es una enorme responsabilidad sobre el bienestar de 32 millones de espa?oles a los que gobierna en solitario o en alianza con los ultras, no solo una palanca para hacer oposici¨®n con fuerza al Gobierno central aun a costa de dificultar el consenso en medidas que benefician a sus ciudadanos. As¨ª sucede en particular, en las autonom¨ªas y ayuntamientos regidos junto a la ultraderecha y donde se toman medidas de su agenda regresiva que rompen consensos asentados en la sociedad espa?ola como ha hecho en Arag¨®n con la ley de memoria democr¨¢tica o en Castilla y Le¨®n con la reducci¨®n de subvenciones a los agentes sociales. El PP y su presidente tienen derecho a considerar que mantener la mayor¨ªa absoluta en Galicia los avalan para endurecer una oposici¨®n cuyo estilo ya ha rebasado el tremendismo, pero ello no le exime de responder de sus acciones de gobierno y de las pol¨ªticas ¡ªa veces contrarias al colectivo LGTBI o a la protecci¨®n medioambiental¡ª en las que va de la mano del partido de Abascal.
Hacer del rechazo frontal a la ley de amnist¨ªa y a los pactos del PSOE con los independentistas la espina dorsal de su oposici¨®n es una posici¨®n leg¨ªtima. Aunque, a partir de ahora, le perseguir¨¢ el doble discurso sobre Catalu?a que qued¨® al descubierto en mitad de la campa?a gallega. Por m¨¢s que el PP, y ¨¦l mismo, pretendan ignorarlo, hoy, gracias a 16 periodistas de diferentes medios, sabemos que consideraron la amnist¨ªa durante 24 horas, que est¨¢n dispuestos a conceder indultos y que no creen que se pueda probar que Puigdemont cometi¨® actos terroristas. Ojal¨¢ el reforzamiento de su liderazgo interno le permita plantear pol¨ªticas concretas para esa reconciliaci¨®n en Catalu?a de la que hablaron voluntariamente.
La euforia del l¨ªder desde el domingo es la prueba m¨¢s notoria de que sigue cautivo del desconcierto que les provoc¨® el resultado de las elecciones de julio. Plantear cada cita electoral como un paliativo de esa conmoci¨®n no conduce m¨¢s que a la melancol¨ªa mientras no haya nuevas generales. La vida de esa tesis puede, adem¨¢s, ser muy corta ante unas elecciones vascas en las que el PP parte como cuarta formaci¨®n. O en el horizonte de unas catalanas a las que concurre como el ¨²ltimo grupo del Parlament. En cualquier caso, un partido que ha obtenido una suma tan considerable de confianza ciudadana en el resto de comunidades aut¨®nomas tiene a¨²n pendiente presentar un proyecto de Espa?a, incluidas Catalu?a y Euskadi, que no consista solo en derogar el sanchismo. Alberto N¨²?ez Feij¨®o tiene razones para estar satisfecho de su resultado en Galicia ¡ªlo plante¨® como una revancha de S¨¢nchez y le gan¨® de calle¡ª, pero ese triunfo no le exime de definir un liderazgo que sigue oscilando entre llamadas a la moderaci¨®n, discursos incendiarios e incumplimiento del deber constitucional de renovar el Consejo General del Poder Judicial.
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