Contra los idiotas
La lectura de la ¡®Il¨ªada¡¯ conform¨® la identidad de todos nosotros. Hay libros que resuenan con tal poder que nos resulta imposible olvidarlos
En 1967, un ejemplar de la Il¨ªada, la obra de Homero, sali¨® de la biblioteca del instituto madrile?o de San Isidro en pr¨¦stamo. Aunque el plazo era de 15 d¨ªas, el libro no regres¨®. Pero con Homero siempre hay que esperar un retorno, aunque este se demore a?os. Odiseo lleg¨® a ?taca 10 a?os despu¨¦s de que los griegos vencieran a los troyanos. La demora en el retorno y llegar ...
En 1967, un ejemplar de la Il¨ªada, la obra de Homero, sali¨® de la biblioteca del instituto madrile?o de San Isidro en pr¨¦stamo. Aunque el plazo era de 15 d¨ªas, el libro no regres¨®. Pero con Homero siempre hay que esperar un retorno, aunque este se demore a?os. Odiseo lleg¨® a ?taca 10 a?os despu¨¦s de que los griegos vencieran a los troyanos. La demora en el retorno y llegar cuando ya nadie te espera son cualidades hom¨¦ricas. As¨ª ha sucedido de nuevo. Como el protagonista de la Odisea, el ejemplar de la Il¨ªada tambi¨¦n ha regresado a casa. En esta ocasi¨®n la vuelta ha llevado 57 a?os. El libro ven¨ªa con una nota an¨®nima escrita con ordenador en la que ¡°un alumno de cuyo nombre no quiero acordarme¡± ped¨ªa ¡°humildemente perd¨®n¡±.
Hay memoria de otros libros viajeros. Los que regresaron a sus bibliotecas cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn en 1989, por ejemplo. Quienes los hab¨ªan sacado en pr¨¦stamo 28 a?os antes se encaminaron al otro lado de la ciudad, ahora abierta, para entregar lo que era de todos. A un gesto aparentemente tan peque?o los griegos antiguos bien hubiesen podido llamarlo gesta, porque gesta era lo que ten¨ªa importancia para la comunidad. Y quiz¨¢ habr¨ªan estado de acuerdo en que la devoluci¨®n de un libro es un alegato contra los idiotas, pues la palabra idiota proviene de la ra¨ªz griega idios, que hace referencia a lo privado. En aquella ¨¦poca, un idiota era alguien que solo se preocupaba de sus asuntos particulares y se desentend¨ªa de lo p¨²blico.
La persona que devolvi¨® el ejemplar de la Il¨ªada podr¨ªa haberse desentendido del asunto despu¨¦s de tantos a?os, pero escribi¨® una nota de disculpa, busc¨® la direcci¨®n postal del destinatario, fue a Correos, esper¨® turno para ser atendido, aguard¨® a que pesaran el libro ¡ª?cu¨¢nto pesa la Il¨ªada?¡ª y pag¨® un extra para que llegara cuanto antes por Correos Express. En su decisi¨®n prim¨® la idea de formar parte de una comunidad, de un cuerpo vivo, en el que la transmisi¨®n de los conocimientos es vital para el bienestar de los individuos. Al actuar, pens¨® a la contra de una sociedad que antepone el Yo al Nosotros.
La Il¨ªada no es un libro cualquiera. Junto con la Odisea es el libro fundacional de la literatura occidental. Narra la guerra que destruy¨® Troya en torno al a?o 1200 a.C. Describe el asedio de la ciudad por una confederaci¨®n de reyes mic¨¦nicos, su conquista, saqueo y destrucci¨®n. Pero narra mucho m¨¢s que eso: habla de la ambici¨®n, del deseo de gloria, de la codicia, de la paternidad, del odio, de la ira, de la negociaci¨®n, de la violencia, de la amistad, de la venganza¡ De las m¨²ltiples formas que adoptan el amor y la muerte. Es mucho m¨¢s que un libro; es un espejo de la naturaleza humana. Dicen que Alejandro Magno se sab¨ªa la Il¨ªada de memoria. Las historias de Helena y Paris, de Agamen¨®n, de Aquiles y H¨¦ctor, de Pr¨ªamo, de Odiseo¡ han atravesado los siglos y siguen hoy tan vivas como entonces.
Si la Il¨ªada era reconocida como una obra literaria asombrosa, en 1864 un millonario alem¨¢n, Heinrich Schliemann, demostr¨® que el mundo que describ¨ªa aquel libro no era imaginario, sino real. Gui¨¢ndose por los versos de Homero, Schliemann lleg¨® a la colina de Hissarlik, en la actual Turqu¨ªa, y desenterr¨® parte de la muralla de Troya. Aquel sonoro nombre no designaba un lugar ficticio, sino una ciudad situada exactamente donde Homero dec¨ªa. Si la lectura de la Il¨ªada conform¨® la identidad del pueblo griego y de todos nosotros, el descubrimiento de Troya cambi¨® la historia de la arqueolog¨ªa.
Hay libros que resuenan con tal poder que nos resulta imposible olvidarlos. Hablan de nosotros con tan asombrosa claridad que sentimos que somos sus autores. Cuenta Alberto Manguel que, en 1990, el Ministerio de Cultura colombiano cre¨® un sistema de bibliotecas itinerantes para llevar libros a los habitantes de regiones rurales lejanas. Todos fueron devueltos cuando el plazo se cumpli¨®, salvo uno. Los aldeanos de una de esas regiones se negaron a desprenderse de la Il¨ªada, argumentando que el libro narraba su historia. La guerra que contaba era la misma que asolaba su pa¨ªs, los miedos y deseos de sus personajes eran sus miedos y sus deseos. El bibliotecario les regal¨® el libro. La Il¨ªada hab¨ªa hecho su magia: griegos y troyanos hab¨ªan mudado en colombianos. Al leer la historia y hacerla suya, ellos se hab¨ªan convertido asimismo en sus autores.
Nada se sabe de Homero, hay quienes piensan que no existi¨® nunca y su nombre es una m¨¢scara tras la que se ocultan todos los que cantaron las fabulosas historias de la guerra de Troya. En la nota que acompa?aba el ejemplar de la Il¨ªada que ha regresado al instituto San Isidro se menciona que el traductor es Jos¨¦ G¨®mez Hermosilla. ?l es, en esa edici¨®n, la voz de Homero.