La fuerza de la esperanza
El sesgo sexista de los mitos, que condena lo femenino y ensalza lo masculino, ha cavado la fosa com¨²n para las mujeres en la historia. Pero leer es interpretar. ?Y si gracias a Pandora mejora la sombr¨ªa trama de nuestra existencia?
Primeros d¨ªas del primer mes del a?o. Todo inicio es un nacimiento. En el G¨¦nesis, Dios model¨® al hombre con arcilla y sopl¨® en su rostro aliento de vida. En la cosmogon¨ªa griega es Prometeo quien model¨® al hombre y Atenea, quien sopl¨® aliento de vida sobre la imagen de barro. La creaci¨®n de las mujeres es m¨¢s controvertida, pero nadie discute que cuando ellas aparecen en escena el argumento se anima. La estructura es parecida: hay una prohibici¨®n, la mujer desobedece y, con su acto, provoca la desgracia del resto de la humanidad. Es un dram¨®n. En ambas cosmogon¨ªas se dan errores de traducci¨®n relacionados con los males que asolar¨¢n a los seres humanos. El fruto prohibido del ¨¢rbol del bien y del mal, que Eva comi¨® y dio a comer a Ad¨¢n, no era una manzana. En su traducci¨®n de la Biblia del hebreo al lat¨ªn, Jer¨®nimo de Estrid¨®n utiliz¨® el t¨¦rmino malum, que puede ser interpretado como ¡°mal¡± y tambi¨¦n como ¡°manzana¡±.
Pandora, la primera mujer de la mitolog¨ªa griega, destap¨® una tinaja que le hab¨ªan prohibido abrir, movida por la curiosidad. De aquella tinaja ¡ªpithos¡ª, que una mala traducci¨®n de Erasmo de Rotterdam en 1508 convirti¨® en ¡°caja¡± ¡ªpyxis¡ª, escaparon los sufrimientos que apremiaban por salir al mundo para atormentar a los hombres. Vol¨® raudo el cortejo de horrores que acompa?an nuestra existencia: corazones destrozados, cuerpos destrozados, hogares destrozados, pa¨ªses destrozados, mares destrozados, bosques destrozados¡ En algunas versiones es la pareja de Pandora, Epimeteo, quien abre la tinaja, pero la tradici¨®n ha consagrado que la protagonista fuese una mujer de extrema belleza, pero con ¡°esp¨ªritu de perra y coraz¨®n ladino¡±.
Alarmada, Pandora se apresur¨® a tapar la tinaja, pero en su interior ya solo quedaba la esperanza, que no hab¨ªa tenido tiempo de escapar. Antes de que la mujer fuese creada, se atribuye a Prometeo haber concedido a los hombres, no solo el don del fuego, sino tambi¨¦n ¡°ciegas esperanzas¡± para evitar que previeran su destino. Con el cambio de personaje, el infortunio muda en consuelo. Ese sesgo sexista, que condena lo femenino y ensalza lo masculino, es m¨¢s viejo que la tos. Es la pala que ha cavado la fosa com¨²n para las mujeres a lo largo de la historia. Pero leer es interpretar, y una lectura distinta de los relatos cosmog¨®nicos plantea otra conversaci¨®n posible con el mundo. ?Y si Eva representa la conciencia? ?Y si gracias a Pandora mejora la sombr¨ªa trama de nuestra existencia?
Los mitos son a veces historias muy peque?as, pero poseen una inmensa fuerza. Han atravesado siglos y culturas. Han recorrido el patriarcado, el feminismo, el ecologismo¡. Nada, ni la inteligencia artificial, ha alterado la oscuridad que arrastran, la luz que proyectan. ?Qu¨¦ significa que la esperanza fuese incluida entre los males en el mito de Pandora? En esa c¨¢mara de resonancia que es el tiempo se alzan voces a favor y en contra. Plat¨®n la conden¨® como ¡°insensata consejera¡±. Para Nietzsche era el peor mal, pues prolonga el tormento de los seres humanos. Arist¨®teles, sin embargo, defendi¨® su aliento ut¨®pico como ¡°el sue?o del hombre despierto¡±. Su ambivalencia la hace a¨²n m¨¢s enigm¨¢tica.
Ten esperanza, nos decimos unos a otros en momentos de zozobra. Es lo ¨²ltimo que se pierde, afirmamos mientras las risas se convierten en gritos y las escuelas en cementerios, cuando donde se alzaban hogares hay ruinas humeantes y donde verdeaban los ¨¢rboles no quedan m¨¢s que cenizas. La esperanza es una cerilla en medio de las tinieblas y, aun cuando su breve llama nos quema la yema de los dedos a punto de apagarse, decimos: no tengas miedo, hay luz. Y como el mago que pronuncia abracadabra antes de realizar su truco, confiamos en la verdad de la mentira.
?De qu¨¦ est¨¢ hecha la esperanza? De ilusi¨®n, sin duda. Esa carne imaginaria la condena, pero, al mismo tiempo, le hace formar parte del Bien, con may¨²scula, que es la ficci¨®n. Imaginar nos permite escapar de la realidad, trascenderla. No es una forma de huida; al contrario, es la ¨²nica manera de emprender la ¨²nica transformaci¨®n que est¨¢ en nuestra mano. Lo que cambiar¨¢ no ser¨¢ el mundo, sino nosotros. El infierno no desaparecer¨¢, pero tampoco es inevitable que nos devore. Para salir es preciso atravesarlo. La esperanza, dec¨ªa Isidoro de Sevilla, viene a ser como el pie para caminar, porque all¨ª donde faltan los pies no hay posibilidad alguna de andar.
Esa definici¨®n pedestre es parte org¨¢nica de cualquier inicio. De un nuevo relato del inicio donde Pandora se convierte en guardiana de algo en apariencia tan sencillo y, sin embargo, tan dif¨ªcil: dar un paso y luego otro y luego otro. Cuando el a?o avance y el caos intente apoderarse de la historia ser¨¢ bueno recordar que la esperanza est¨¢ resguardada en la tinaja.
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