El supuesto ladr¨®n
Fui al cementerio a visitar a un ser querido y descubr¨ª a un hombre robando las flores frescas de una tumba para colocarlas sobre otra
Fui al cementerio a visitar a un ser querido y descubr¨ª a un hombre robando las flores frescas de una tumba para colocarlas sobre otra. Dud¨¦ si llamarle la atenci¨®n, pero finalmente decid¨ª no meterme en l¨ªos. Cuando el tipo desapareci¨®, me acerqu¨¦, por curiosidad, para ver a qui¨¦n pertenec¨ªa la tumba expoliada y a qui¨¦n la beneficiada. La expoliada result¨® ser de una ni?a de seis a?os fallecida unos meses antes, y la beneficiada de una septuagenaria muerta pr¨¢cticamente por las mismas fechas. Sin pens¨¢rmelo dos veces, tom¨¦ las flores y las restitu¨ª a su tumba pesando que la ni?a, desde el m¨¢s all¨¢, me lo agradecer¨ªa de alg¨²n modo.
Al salir del cementerio sent¨ª pena por la se?ora mayor, de modo que compr¨¦ un ramo en un puesto que descubr¨ª a la entrada y volv¨ª para colocarlo sobre su tumba. En esto, apareci¨® de nuevo el ladr¨®n y me pregunt¨® qu¨¦ hac¨ªa poniendo flores sobre la tumba de su madre. Como no supe qu¨¦ decir, levant¨¦ los hombros en un gesto ambiguo que ni yo mismo supe qu¨¦ significaba. El hombre permaneci¨® en silencio unos instantes y enseguida me pregunt¨® si yo hab¨ªa sido el amante secreto de su madre. Asent¨ª, con la cabeza, levemente, en la idea de que de ese modo me quitar¨ªa el muerto de encima, pero el hombre solt¨® una l¨¢grima y me abraz¨® al tiempo de asegurarme que la hab¨ªa hecho muy feliz en sus ¨²ltimos a?os.
¨DTodos sab¨ªamos que ten¨ªa un novio, pero nunca quiso present¨¢rnoslo.
Permanecimos un rato hablando de las virtudes de la fallecida y luego nos despedimos con mucha emoci¨®n. Le di un n¨²mero de tel¨¦fono falso por si ¨¦l o sus hermanos deseaban que nos vi¨¦ramos. Llegu¨¦ a casa confundido, pues la idea de ser viudo de una amante se hab¨ªa instalado en mi cabeza de un modo poderos¨ªsimo. Pod¨ªa evocar su rostro y su figura y hasta record¨¦ algunas de las tardes clandestinas que hab¨ªamos pasado juntos. Ahora lamento no haberle dado al hijo mi tel¨¦fono verdadero, para conocernos m¨¢s a fondo.
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