Necesitamos hablar m¨¢s de los ¨¢ngeles que de los demonios
?ngeles son todos esos an¨®nimos que vigilan la seguridad de la noche, la de las c¨¢rceles, los bomberos de guardia. Los invisibles para la sociedad que disfrutamos de su trabajo duro y an¨®nimo.
S¨¦ que no es f¨¢cil creer en un Dios que permite morir de c¨¢ncer a ni?os inocentes. M¨¢s f¨¢cil es creer en los ¨¢ngeles, no solo en los invisibles, sino en los de carne y hueso. De los que est¨¢n a nuestro lado y nos consuelan en los momentos de dolor. Yo hoy, tras haber sufrido d¨ªas atr¨¢s la tragedia de ver a mi mujer devorada por tres perros feroces, s¨¦ que los ¨¢ngeles existen y sigo apostando por la esperanza. Llegan a mi puerta an¨®nimos a traerme consuelo, a veces solo compa?¨ªa, en silencio. Esta ma?ana uno de esos ¨¢ngeles lleg¨® casi al alba a traerme tres panecillos calientes para el desayuno. No s¨¦ qui¨¦n era.
Los demonios que hoy convulsionan y amenazan la paz del mundo tienen nombres y apellidos. Los ¨¢ngeles son m¨¢s bien an¨®nimos, sin poder. El mundo sigue en pie por ellos. Son en verdad los verdaderos protagonistas. Los que trabajan las noches sin ver la luz del d¨ªa para que la gran rueda de las ciudades siga girando. Son los invisibles. Recuerdo, estando en un hospital en R¨ªo, una joven enfermera de una favela que para estar a las seis en el hospital sali¨® de noche de su casa y tomaba tres autobuses. Y otros tres a la vuelta ya de noche. Y se sent¨ªa feliz de tener trabajo y haber conseguido el diploma de enfermera. ?ngeles son todos esos an¨®nimos que vigilan la seguridad de la noche, la de las c¨¢rceles, los bomberos de guardia. Los invisibles para la sociedad que disfrutamos de su trabajo duro y an¨®nimo.
De los demonios no quiero hablar. Son demasiado conocidos. Ellos s¨ª tienen nombre y apellido. Y hay qui¨¦n se siente fascinado por ellos. Recuerdo que en 2009, la editorial, Espasa Calpe, me pidi¨® que les hiciera un libro sobre los demonios. Mi mujer Roseana me lo impidi¨®. ¡°Si quieren un libro tuyo que sea sobre los ¨¢ngeles¡±. Naci¨® as¨ª ¡°La seducci¨®n de los ¨¢ngeles¡±. Trabaj¨¦ meses investigando la idea de los ¨¢ngeles y me sorprendi¨® ver que la figura de ellos es tan antigua como el mundo. Mucho m¨¢s que la de los demonios. La imagen del ¨¢ngel tiene en todas las culturas m¨¢s antiguas, en los cultos religiones, en el arte, en la literatura, en la ciencia, en la m¨²sica, en la arquitectura, en la pintura y hasta en la moda un lugar privilegiado que nunca tuvieron los demonios.
Qued¨¦ impresionado personalmente al constatar que ni uno solo de los grandes poetas desde la antig¨¹edad a hoy hab¨ªa dejado de hacer poemas sobre los ¨¢ngeles: desde los griegos y romanos a los m¨¢s modernos como Shakespeare, Rilke, Garc¨ªa Lorca, Borges, Pessoa, todos los grandes. El argentino Borges escribe en su poema Del infierno y del cielo que ¡°Dios no necesita del esplendor del fuego¡±. Y no hay ning¨²n genio de la pintura que no haya dibujado un ¨¢ngel.
Rilke, el duro, escribe de los ¨¢ngeles: ¡°Tempranas perfecciones, vosotros, miembros de la creaci¨®n, altas cordilleras, crestas arreboladas de aurora, del mundo creado, polen de la fluorescente divinidad, articulaciones de luz, pasadizos, escaleras, tronos¡±.
Y es que en un mundo donde los demonios, los vivos, los que despedazan la alegr¨ªa de vivir, los que se adue?an de los sue?os de los justos, de los que no saben que existen los ¨¢ngeles de carne y hueso sin los cuales ellos no conseguir¨ªan vivir, esos ¨¢ngeles humanos invisibles, para ellos parias de la historia, comodines de sus juegos sucios existen solo para eso, para ser los nuevos esclavos del mundo moderno.
En mi columna pasada recordaba que basta un justo, un ¨¢ngel, para salvar al mundo, pero tambi¨¦n a veces basta un demonio para destruirlo. Quiero agradecer hoy los comentarios de los lectores solidarios con el drama vivido con mi esposa que se debat¨ªa en ese instante entre la vida y la muerte. En esos comentarios sent¨ª las pulsaciones del deseo y la urgencia de las personas de algo que las redima de los demonios, los de carne y hueso que dominan el mundo y de la ansiedad del alma ante la incertidumbre de los demonios que parecen querer devorarles. Y apuestan por la esperanza. Braun Retrofuturo me escribe: ¡°El mundo est¨¢ lleno de ferocidad, pero a¨²n hay sitio para el amor¡±. Y Francisco ?lvarez : ¡°Casi siempre que comento sus columnas lo hago para disentir con usted. A veces lo hago con iron¨ªa y sarcasmo, a veces con dureza. HOY LO HAGO CON EL CORAZ?N¡ Hoy lo hago para agradecerle el haber escogido el periodismo como ejemplo de vida. Hoy lo hago para abrazarlo de lejos, resignado a que jam¨¢s podr¨¢n estas l¨ªneas plasmar el sentimiento que me embarga esta noche. Bendiciones¡±.
Mis colegas de esta edici¨®n de EL PA?S Am¨¦rica tuvieron la delicadeza de hacerme llegar para mi esposa en el hospital un ramo de flores. S¨ª, tambi¨¦n los tan denostados periodistas tenemos coraz¨®n. A los que yo considero los ¨¢ngeles invisibles de esta profesi¨®n, los que no aparecen pero hacen posible que podamos cada ma?ana leer el peri¨®dico, mi abrazo y, por favor, que no tengan miedo a los demonios. Los ¨¢ngeles, no los del cielo sino los que pasan a nuestro lado sin conocerlos fueron, son y ser¨¢n m¨¢s fuertes y fecundos que todos los demonios juntos. Ellos nos salvar¨¢n de la barbarie demoniaca de la ferocidad sin alma de nuestro mundo, que a pesar de todos los pesares ,apuesta por la ¡°esperanza¡± que es la mejor y m¨¢s consoladora divinidad.
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