El Brasil de la ceguera cultural
9,3 millones de brasile?os son analfabetos, ciegos culturales, los nuevos parias, los condenados al olvido, los que nos seguir¨¢n siendo invisibles. ?Lula har¨¢ algo en su tercer mandato como presidente?
Los datos no pueden ser m¨¢s confiables. Los acaba de revelar el solvente IBGE, el Instituto brasile?o de investigaci¨®n, realizada puerta a puerta en todo el pa¨ªs y que ofrece una radiograf¨ªa a fondo de la sociedad. Seg¨²n dicha radiograf¨ªa, en este momento existen a¨²n en Brasil 9,3 millones de analfabetos totales, algo que, como ha afirmado un editorial del diario O Globo, deber¨ªa ¡°avergonzar¡± al pa¨ªs.
Es cierto que esos millones de analfabetos totales son m¨¢s bien de adultos, lo que revela la laguna educativa de a?os pasados cuando a la escuela iban solo los hijos de las familias acomodadas. El resto deb¨ªa trabajar junto con sus padres para poder sobrevivir. Pero, ?qu¨¦ hacer entonces con esos cerca de diez millones de personas analfabetas totales que no son capaces ni de leer un letrero en la calle? Como apunta el editorial, ¡°no se trata ya apenas de educaci¨®n. Se trata de dignidad¡±.
Cuando Lula lleg¨® por tercera vez a la presidencia afirm¨® que ven¨ªa para crear un nuevo Brasil, m¨¢s unido, m¨¢s justo, menos rabioso y m¨¢s luminoso tras los cuatro a?os de oscurantismo, amenazas de golpe militar e incitaci¨®n a una guerra civil del ultra Bolsonaro.
No s¨¦ si en el programa educacional del Gobierno de Lula ser¨¢n considerados esos m¨¢s de 9 millones de analfabetos totales, a¨²n con edad de poder trabajar. Lula sufri¨® en su infancia, a causa de la pobreza familiar, el no haber podido estudiar y debe conocer, mejor que el resto de los pol¨ªticos, el calvario de esos millones de adultos analfabetos totales. ?Seguir¨¢n abandonados a su suerte, escondidos en su verg¨¹enza, sufriendo en silencio su ausencia de dignidad humana?
El dato del IBGE que ha revelado la existencia de los cerca de diez millones de analfabetos totales me ha tra¨ªdo a la memoria la primera vez que pude visitar la Amazonia brasile?a arropado por una ONG espa?ola. En una de las visitas a una aldea muy pobre conoc¨ª a dos hermanas gemelas, de 70 a?os, que nunca hab¨ªan salido del poblado. Eran analfabetas. Conversando con ellas me contaron que nunca hab¨ªan estudiado y que se dieron cuenta de dicha laguna cuando les lleg¨® un aviso escrito desde la ciudad que no pod¨ªan leerlo. ¡°Nos dimos cuenta, de repente, que ¨¦ramos ciegas¡±.
Las dos hermanas reaccionaron y decidieron ir a la escuela ¡°a aprender las letras¡±. Para ello ten¨ªan que caminar a trav¨¦s de la selva a pie diez kil¨®metros ida y vuelta cada d¨ªa. Y adem¨¢s no ten¨ªan ni cuadernos ni l¨¢pices. ?Una an¨¦cdota? ?No! Un mundo de injusticia y un ejemplo de superaci¨®n.
Aquellas hermanas a sus 70 a?os, que con sus manos arrugadas empezaron a escribir las primeras letras que las curar¨ªa de su ceguera cultural, son un s¨ªmbolo de la injusticia social que a¨²n reina en un pa¨ªs rico, donde los pol¨ªticos despilfarran el dinero, que piensan en sus intereses personales y familiares y quiz¨¢s ni sab¨ªan que existen a¨²n m¨¢s de nueve millones que, como aquellas dos ind¨ªgenas de la Amazonia, descubren que son ¡°ciegos¡± porque son analfabetos.
Es dura e injusta la pobreza material en un pa¨ªs exuberante de riquezas naturales. Y cuando se dice que ha disminuido el hambre, y los pol¨ªticos lo celebran, se olvidan que la indecencia es que haya a¨²n un solo ni?o o adulto con el plato vac¨ªo de comida. Y junto al hambre material, que a todos nos toca de cerca y m¨¢s cuando muerde a los ni?os, deber¨ªa tambi¨¦n escocernos esa masa de hambrientos de cultura, esos analfabetos, excluidos en realidad de la sociedad y a los que les queda a¨²n mucha vida por delante.
¡°Nunca es tarde si la dicha es buena¡± reza un refr¨¢n popular que puede aplicarse a esos millones de analfabetos brasile?os. M¨¢s a¨²n en un mundo donde se vive cada vez m¨¢s. Est¨¢n condenados a morir ciegos, a tener que humillarse a que sus nietos les lean un papel que no entienden. Son ellos, quiz¨¢s porque en el fondo de la conciencia nos duele y nos juzgan en silencio, los nuevos proletarios de la era digital, en la que ser analfabeto supone ser ciego no una sino dos veces. Son los nuevos parias, los condenados al olvido, los que nos seguir¨¢n siendo invisibles. ?Hasta cu¨¢ndo Lula? Como dec¨ªa una t¨ªa m¨ªa semianalfabeta, en los tiempos duros de la dictadura franquista en Espa?a, ¡°eso no tiene perd¨®n de Dios¡±.
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