S¨¢nchez o el monstruo de los jardines
El presidente se juega su futuro a un todo o nada que pivota sobre la autenticidad de lo que sufre
Que un presidente abandone el tim¨®n del Gobierno para decidir si contin¨²a en su puesto es algo in¨¦dito. Sobre todo, ahora, cuando no se admite ning¨²n impasse porque la aceleraci¨®n que vive la pol¨ªtica es estructural. Le obliga a desarrollarse en tiempo real. Pensar con calma antes de decidir es inhabitual. La l¨®gica de la aceleraci¨®n, seg¨²n Hartmut Rosa, empuja nuestras vidas de forma autom¨¢tica hacia delante y cada vez m¨¢s deprisa, aunque no sepamos hacia d¨®nde encaminamos nuestros pasos. Padecemos un scrolling permanente. Este anestesia la atenci¨®n y debilita el sentido de lo q...
Que un presidente abandone el tim¨®n del Gobierno para decidir si contin¨²a en su puesto es algo in¨¦dito. Sobre todo, ahora, cuando no se admite ning¨²n impasse porque la aceleraci¨®n que vive la pol¨ªtica es estructural. Le obliga a desarrollarse en tiempo real. Pensar con calma antes de decidir es inhabitual. La l¨®gica de la aceleraci¨®n, seg¨²n Hartmut Rosa, empuja nuestras vidas de forma autom¨¢tica hacia delante y cada vez m¨¢s deprisa, aunque no sepamos hacia d¨®nde encaminamos nuestros pasos. Padecemos un scrolling permanente. Este anestesia la atenci¨®n y debilita el sentido de lo que hacemos. Salir de este automatismo y pedir tiempo muerto es algo inaudito. Tanto que una inteligencia artificial jam¨¢s lo aconsejar¨ªa con su inteligencia estad¨ªstica. Al imitar el cerebro reptiliano de los pol¨ªticos de nuestro tiempo, maximizar¨ªa la utilidad eficiente del poder que ejercen. Lo har¨ªan, adem¨¢s, con los menores costes y riesgos posibles. Entre otros, no publificar las debilidades que sufren en sus cargos, pues ir¨ªa en el sueldo llegar llorados a ellos.
Basta leer la carta que el presidente S¨¢nchez hizo circular el pasado mi¨¦rcoles para comprender que nunca la hubiera redactado una IA generativa. Solo ¨¦l o un equipo reducido de speech writers de confianza personal, podr¨ªa redactar una pieza tan elaborada sutilmente sobre los motivos por los que piensa si dimite, o no. El texto habla desde el cerebro del mam¨ªfero que aloja el ser humano. Tambi¨¦n cuando es pol¨ªtico. Apela a los cuidados y compromisos personales que est¨¢n por encima de las ambiciones y responsabilidades profesionales. Si quisi¨¦ramos acertar en sus prop¨®sitos finales, tendr¨ªamos que salir de interpretaciones basadas en argumentarios partidistas y medi¨¢ticos. Incluso cuando estamos ante un conflicto por entregas que parece replicar el guion de una serie televisiva turca. Tambi¨¦n habr¨ªa que eludir los an¨¢lisis de impacto sobre la incidencia que pudiera tener sobre las elecciones en Catalu?a y Europa, as¨ª como cualquier l¨®gica de prospectiva sobre la continuidad de la legislatura o la sucesi¨®n futura de la presidencia del Consejo de la Uni¨®n. M¨¢xime cuando hay quien ve que competir¨ªan Ant¨®nio Costa y Pedro S¨¢nchez.
Si retir¨¢ramos estas capas que recubren la anal¨ªtica de la literalidad de la carta y sus circunstancias, ?qu¨¦ nos queda? Un gobernante que desnuda su intimidad a toda la naci¨®n. Lo hizo Marco Aurelio, pero con la distancia virtuosa del estoicismo que no tiene S¨¢nchez. Este nos ense?a su tal¨®n de Aquiles en tiempo real y a trav¨¦s de X. Nos pone la llaga para que metamos los dedos en el conflicto que desgarra sus sentimientos personales. Al hacerlo nos plantea una cuesti¨®n de confianza. Pone a juicio su credibilidad pol¨ªtica y se apoya para ello en el pathos del conflicto moral que provoca a un jefe de gobierno ver c¨®mo la mujer amada es blanco de una supuesta estrategia de lawfare contra ¨¦l. De este modo, todos los debates que han pesado sobre la legislatura se encarnan en la encrucijada ¨¦tica que sufre personalmente. Un matiz que le sit¨²a dentro de las coordenadas conflictivas de la condici¨®n humana y que lo convierten en un h¨¦roe democr¨¢tico que es puesto a prueba en sus fundamentos biogr¨¢ficos.
?Cu¨¢l ser¨¢ el desenlace? Tendremos que esperar al lunes, aunque tendr¨¢ que estar a la altura de las expectativas creadas alrededor de la autenticidad de lo que est¨¢ viviendo y nos hace vivir con ¨¦l. Creamos o no en lo que dice, todos somos interpelados emp¨¢ticamente con una duda razonable sobre el fondo de sinceridad que acompa?a el dilema moral que exhibe delante de nuestros ojos. Se juega con valent¨ªa su futuro a un todo o nada que pivota sobre la autenticidad de lo que sufre.
Si dimite, har¨¢ algo excepcional que convertir¨¢ su decisi¨®n en una leyenda. Dejar¨¢ al pa¨ªs en una situaci¨®n de interinidad en plenas elecciones catalanas, pero podr¨¢ ganarlas como El Cid cuando conquist¨® Valencia estando muerto. En cambio, si contin¨²a, tendr¨¢ que acertar muy bien a la hora de explicar por qu¨¦ ha disipado en cuatro d¨ªas las dudas que le hac¨ªan vulnerable el pasado mi¨¦rcoles y qu¨¦ garant¨ªas tendremos de que no volver¨¢ a padecerlas en el futuro. Un escenario que, m¨¢s all¨¢ del reforzamiento interno, lo situar¨¢ bajo una sombra de inautenticidad y victimismo que pesar¨¢n como una inc¨®moda losa de sospecha sobre su credibilidad. Por eso, no hay que descartar que, finalmente, recurra a la cuesti¨®n de confianza. En ella se jugar¨¢ su futuro al vincularlo a la honorabilidad ¨¦tica de su persona. Otro todo o nada, que versar¨ªa sobre la autenticidad de la pol¨ªtica a trav¨¦s de d¨®nde est¨¢n sus l¨ªmites, su sentido y su prop¨®sito ¨¦tico. Sobre todo, ahora, cuando nos amenaza la polarizaci¨®n con destruir la formalidad institucional de la democracia liberal con la consagraci¨®n definitiva del populismo. Un debate sobre la autenticidad que podr¨ªa inspirarse en el reciente libro de Lipovetsky o en El monstruo de los jardines que tiene en cartel el Teatro de la Comedia. Recomiendo verlo, pues aparte de disfrutar de un Calder¨®n excepcionalmente interpretado, podr¨¢ verse el conflicto que vive S¨¢nchez a trav¨¦s del Aquiles al que se obliga a elegir entre el amor o el destino. Si abrazara este ¨²ltimo, nuestro presidente ir¨¢ directo hacia la apoteosis democr¨¢tica.