El necesario ¡®moonshot¡¯ de Am¨¦rica Latina
El ¨¦xito de la misi¨®n Apolo depend¨ªa de la mejora de la calidad de los ¡®astronautas¡¯ (el sector privado y las instituciones de apoyo) y del ¡®control de la misi¨®n¡¯ (el Estado)
La regi¨®n de Am¨¦rica Latina y el Caribe se est¨¢ cuestionando su modelo econ¨®mico. En las reuniones de primavera del Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), el mensaje fue directo: se prev¨¦ que el crecimiento econ¨®mico siga siendo mediocre: 1,6% en 2024 y del 2-2,5% en los siguientes a?os, demasiado bajo para reducir la pobreza y mejorar la situaci¨®n de la poblaci¨®n. Los gobiernos, muy razonablemente, est¨¢n pidiendo una segunda opini¨®n.
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La regi¨®n de Am¨¦rica Latina y el Caribe se est¨¢ cuestionando su modelo econ¨®mico. En las reuniones de primavera del Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), el mensaje fue directo: se prev¨¦ que el crecimiento econ¨®mico siga siendo mediocre: 1,6% en 2024 y del 2-2,5% en los siguientes a?os, demasiado bajo para reducir la pobreza y mejorar la situaci¨®n de la poblaci¨®n. Los gobiernos, muy razonablemente, est¨¢n pidiendo una segunda opini¨®n.
Este cuestionamiento coincide con nuevas ideas que abogan por un papel m¨¢s activo del Estado para poner fin al estancamiento, a veces agrupadas bajo las llamadas ¡°pol¨ªticas industriales¡±. A medida que los pa¨ªses exploran y eval¨²an distintas soluciones, es esencial tener presente algunas lecciones clave de experiencias anteriores, muy especialmente la necesidad urgente de invertir m¨¢s en personas e instituciones.
En primer lugar, mantener el equilibrio fiscal y la estabilidad macroecon¨®mica que tanto ha costado a la regi¨®n es el sine qua non de cualquier estrategia de crecimiento. Ning¨²n plan novedoso est¨¢ exento de las ya aceptadas leyes de la gravedad fiscal.
En segundo lugar, el an¨¢lisis econ¨®mico est¨¢ndar sigue proporcionando un marco bien entendido y un lenguaje compartido en toda la regi¨®n que facilita y disciplina el debate de pol¨ªticas. Sustenta el trabajo de los nuevos defensores de la pol¨ªtica industrial, como Dani Rodrik, de Harvard, y el premio Nobel Joseph Stiglitz, as¨ª como el trabajo del Banco Mundial y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) sobre las pol¨ªticas de productividad. Tambi¨¦n puede justificar el apoyo a iniciativas como la Agencia de Proyectos de Investigaci¨®n Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en ingl¨¦s) o la Fundaci¨®n Nacional de Ciencias (NSF, en ingl¨¦s) en Estados Unidos, que se ejemplifican como buenas pr¨¢cticas en la estrategia de Misi¨®n econom¨ªa de Mariana Mazzucato, un enfoque inspirado en el programa espacial Apolo.
En tercer lugar, los nuevos experimentos de pol¨ªticas deben estar orientados al sector privado. Las actividades dirigidas por el Estado no pueden sustituir a la amplia experimentaci¨®n de nuevos productos y tecnolog¨ªas por parte del sector privado que sustentan las econom¨ªas din¨¢micas modernas. Al mismo tiempo, hay que estimular a las empresas para que aumenten su productividad, reforzando la competencia nacional, asegurando la competencia mundial o condicionando de forma cre¨ªble el apoyo estatal, por ejemplo, al ¨¦xito de las exportaciones, como sucede en Asia.
En cuarto lugar, y quiz¨¢s lo m¨¢s importante, es que el ¨¦xito de cualquier estrategia depende fundamentalmente de las capacidades de las personas y las instituciones. Tomando prestada la analog¨ªa de Mazzucato, el ¨¦xito del moonshot Apolo original depend¨ªa de la mejora de la calidad de los ¡°astronautas¡± (el sector privado y las instituciones de apoyo) y del ¡°control de la misi¨®n¡± (el Estado). Los doctorados en ciencias f¨ªsicas e ingenier¨ªa se triplicaron con creces en la d¨¦cada posterior al anuncio de la misi¨®n por parte de Estados Unidos; el Gobierno foment¨® las competencias t¨¦cnicas y las ciencias y matem¨¢ticas en los planes de estudio escolares. Los milagros econ¨®micos de Asia han seguido este mismo camino.
Am¨¦rica Latina y el Caribe no lo hizo. El d¨¦ficit de cualificaciones e instituciones de conocimiento explica probablemente por qu¨¦ el crecimiento din¨¢mico y diversificado sigue siendo dif¨ªcil de alcanzar, incluso entre los mercados e industrias establecidas. La regi¨®n no ha sido capaz de aprovechar la miner¨ªa, su industria l¨ªder durante siglos, para convertirla en econom¨ªas diversificadas y din¨¢micas como hicieron.
Estados Unidos o Jap¨®n. Del mismo modo, aunque la inversi¨®n extranjera directa y la deslocalizaci¨®n pueden tener el potencial de transformar la estructura de una econom¨ªa, esto no ocurre de manera autom¨¢tica. M¨¦xico lleva d¨¦cadas produciendo productos electr¨®nicos. Pero, a diferencia de Asia, no han surgido l¨ªderes industriales aut¨®ctonos.
Los astronautas de Am¨¦rica Latina siguen en tierra debido a sus escasas capacidades. Solo un tercio de los j¨®venes de 15 a?os alcanza los niveles m¨ªnimos en ciencias y matem¨¢ticas. Los programas de formaci¨®n de trabajadores no suelen ofrecer lo que necesitan los empresarios. Las universidades de la regi¨®n no figuran entre las 100 mejores del mundo, grad¨²an a relativamente pocos ingenieros y cient¨ªficos, y est¨¢n empatadas con ?frica en el ¨²ltimo puesto en cuanto a colaboraci¨®n con el sector privado. Las capacidades de gesti¨®n est¨¢n por detr¨¢s de las de los pa¨ªses avanzados.
Este d¨¦ficit de empresarios, cient¨ªficos y trabajadores capacitados, junto con las reformas a¨²n pendientes de las infraestructuras, las finanzas y las estructuras reguladoras y de competencia hacen dif¨ªcil prever c¨®mo cualquier pol¨ªtica de crecimiento ¡ªneoliberal o intervencionista¡ª lograr¨¢ un despegue sostenido.
Por ¨²ltimo, debemos ser honestos sobre lo que es capaz de hacer el ¡°control de la misi¨®n¡±. El Banco Mundial se ha comprometido a reforzar la gobernanza. Pero debemos ser realistas sobre la capacidad de los sectores p¨²blicos para dise?ar pol¨ªticas, aplicarlas y resistir a los grupos de presi¨®n. Estas cualidades son esenciales para que cualquier iniciativa compleja tenga ¨¦xito. La continua preocupaci¨®n por las pol¨ªticas activas sigue siendo que los gobiernos carezcan de la omnisciencia o la independencia necesarias para elegir sectores prometedores o dise?ar y ejecutar misiones. De ah¨ª la preferencia entre muchos economistas por intervenciones m¨¢s ¡°horizontales¡± tal como capacidades o infraestructura, que benefician a muchos sectores.
Un riesgo igualmente grande es que los gobiernos vean la nueva generaci¨®n de pol¨ªticas industriales como un respiro de las duras lecciones aprendidas en los ¨²ltimos 50 a?os y un atajo en torno a las dif¨ªciles reformas para construir las capacidades e instituciones que se necesitan.
Por ello, preparar a nuestros astronautas y al control de la misi¨®n para pilotar el crecimiento del siglo XXI es el moonshot necesario de Am¨¦rica Latina y del Caribe.