El ni?o
El proceso de escritura se convierte en un personaje m¨¢s de la nueva novela de Aramburu, toma la palabra, avisa, mide sus silencios y elige las puertas que debe abrir o cerrar
No soy una columna m¨¢s de las que escribe Luis Garc¨ªa Montero. Espero que esta le salga bien, porque habla de otro autor que escribe columnas hermanas. Conviene medir los elogios para no parecer dadivoso y los sentimientos para no caer en la cursiler¨ªa. La escritura est¨¢ obligada a medirse mucho, tiene que convertir la mesa de trabajo en un campo de advertencias. Exigimos que nuestro autor sea una persona cuidadosa, alguien que ejemplifique la importancia de los cuidados al elegir un adjetivo o definir un argumento. Aunque los frutos parezcan naturales, detr¨¢s de cada buen libro hay una esforzada necesidad de elaborar las cosas.
Las palabras debemos tener mucho cuidado con nosotras mismas. Fernando Aramburu acaba de publicar una nueva novela, El ni?o (Tusquets, 2024), sobre las consecuencias en una familia de la terrible explosi¨®n de gas propano que sembr¨® una escuela de cad¨¢veres en octubre de 1980. Murieron 50 ni?os y tres adultos en Ortuella. El autor elige una familia, una madre, un padre, un abuelo, para contarnos por dentro lo que significa la p¨¦rdida, los recursos que permiten encontrar un sentido a la vida despu¨¦s de que la realidad nos condene al vac¨ªo. Una historia dif¨ªcil porque los laberintos personales y los h¨¢bitos colectivos crean situaciones proclives al patetismo, el rid¨ªculo, la incomunicaci¨®n o la mentira. El proceso de escritura se convierte en un personaje m¨¢s de la novela El ni?o, toma la palabra, avisa, mide sus silencios y elige las puertas que debe abrir o cerrar. De forma solidaria, como voz de otra escritura, afirmo que la novela de Aramburu ha conseguido lo que buscaba y que se abrazan muy bien las reflexiones literarias y el curso de la historia. Enhorabuena.
Aprovecho aqu¨ª para confesaros que yo tambi¨¦n me esfuerzo por moderar a Luis Garc¨ªa Montero en estas columnas. No quiero que se me convierta en un viejo cascarrabias o en un optimista sin remedio.
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