La suplantaci¨®n
Los lectores avezados ya distinguen la falsedad con claridad, pero incomoda que no se persiga un delito tan obvio. Y no se hace porque no se quiere
Vivimos un tiempo muy contradictorio porque las empresas tecnol¨®gicas han adquirido una destreza alucinante para lo que conviene a sus intereses particulares, pero, sin sonrojarse, muestran una desatenci¨®n total por lo que no les resulta rentable. Basta saber que Alphabet, la matriz de Google, ha declarado unos ingresos superiores a los 22.000 millones de euros mientras reduc¨ªa su plantilla en 10.000 personas, todo ello en el primer trimest...
Vivimos un tiempo muy contradictorio porque las empresas tecnol¨®gicas han adquirido una destreza alucinante para lo que conviene a sus intereses particulares, pero, sin sonrojarse, muestran una desatenci¨®n total por lo que no les resulta rentable. Basta saber que Alphabet, la matriz de Google, ha declarado unos ingresos superiores a los 22.000 millones de euros mientras reduc¨ªa su plantilla en 10.000 personas, todo ello en el primer trimestre de este a?o cruel de 2024. Dominaci¨®n es la palabra adecuada; llamarlo de otra forma es ser bobo. En ese mismo contexto de exaltaci¨®n de ingresos, muchos lectores en formato digital se muestran irritados porque adosados a la informaci¨®n, art¨ªculos y b¨²squedas les aparecen anuncios falsos de inversiones donde se suplanta a famosos sin ning¨²n recato. Incluso d¨ªas atr¨¢s se manipul¨® el v¨ªdeo de un obispo para hacerle recomendar adquisiciones de Bolsa. Los anuncios falsos que ofrecen est¨²pidas f¨®rmulas de ¨¦xito proliferan en los ¨²ltimos a?os al amparo de unas ambiciones grotescas inoculadas en los j¨®venes. En ellos utilizan la cara y el prestigio de personas conocidas para estas chifladuras.
Los lectores avezados ya distinguen la falsedad con claridad, pero incomoda que no se persiga un delito tan obvio. Y no se hace porque no se quiere, porque bastar¨ªa un m¨ªnimo esfuerzo de filtraje por parte de los dominadores de la red de b¨²squedas. Antes, en las paredes de las calles hab¨ªa un letrero que recordaba que el responsable de pegar carteles ilegales ser¨ªa la empresa anunciadora. De igual modo, la actriz Scarlett Johansson denunci¨® que, despu¨¦s de rechazar una oferta de Sam Altman, el capo de la inteligencia artificial, para prestar su voz en uno de los productos que lanza, se top¨® con una burda imitaci¨®n de su maravilloso timbre rasgado. El directivo, despu¨¦s de chulearse petulante, pidi¨® disculpas y retir¨® la patra?a. Recordaba al caso, hace algunos a?os, de un humorista espa?ol que se neg¨® a fichar por un programa nocturno de televisi¨®n y a la semana siguiente vio c¨®mo su presencia era ocupada por un imitador. En el surreal juicio posterior no qued¨® claro si un concepto inasible y metaf¨ªsico como el de ¡°fistro duodenal¡± pod¨ªa quedar amparado bajo la protecci¨®n intelectual.
Lo que es preocupante es la din¨¢mica del ¡°si no te podemos tener a ti, tranquilo que te vamos a suplantar¡±. Es sabido que varios documentales de factura m¨¢s o menos correcta han utilizado como narradores a voces fabricadas a partir de las inflexiones y tonalidades de tres o cuatro grandes locutores. Lo que empez¨® siendo una broma de escolares, ya fuera un recurso para la chuleta cl¨¢sica en el tan rutilante siglo XXI como una chanza en la que nos hac¨ªa gracia escuchar la voz de Hitler recomendando laxantes, todo ha ido aproxim¨¢ndose con paso firme hacia un ejercicio de prepotencia tecnol¨®gica y explotaci¨®n del trabajo ajeno. Y envuelto en esa actitud, tan mafiosa, de que todo parezca un accidente. Pues s¨ª, todo es un accidente, desde los anuncios con personas suplantadas hasta la alimentaci¨®n de los procesos imitativos con material bajo la protecci¨®n del derecho de autor, pero es un accidente que deja cientos de millones en las mismas cuatro manos. Esas cuatro manos de los que algunos salvapatrias pol¨ªticos se empe?an en llamar los empresarios m¨¢s importantes de la humanidad son manos de trileros. Nuestro sue?o ser¨ªa lograr suplantar a esos gerifaltes sin escr¨²pulos por gente honesta. Nos queda un trecho.