Nunca desprecies un paraguas
El domingo, muchos ciudadanos, incluso los tan necesitados del control de la UE como los espa?oles, elegir¨¢n el rechazo a la protecci¨®n europea
El paraguas es, probablemente, el objeto m¨¢s denostado de nuestro entorno. In¨²til durante la mayor parte de los d¨ªas del a?o, permanece ah¨ª entre tirado, escondido y apartado. Hay gente incluso que afirma sin rubor que basta con que salga a la calle en un d¨ªa nublado con el paraguas en la mano para que indefectiblemente no rompa a llover y se pase la jornada cargando ese admin¨ªculo in¨²til como un extraviado brit¨¢nico. Pues bien, todo esto es cierto y, sin embargo, nunca conviene despreciar un paraguas, sencillamente porque, tarde o temprano, te rescatar¨¢ de un mal momento. Los malos momentos n...
El paraguas es, probablemente, el objeto m¨¢s denostado de nuestro entorno. In¨²til durante la mayor parte de los d¨ªas del a?o, permanece ah¨ª entre tirado, escondido y apartado. Hay gente incluso que afirma sin rubor que basta con que salga a la calle en un d¨ªa nublado con el paraguas en la mano para que indefectiblemente no rompa a llover y se pase la jornada cargando ese admin¨ªculo in¨²til como un extraviado brit¨¢nico. Pues bien, todo esto es cierto y, sin embargo, nunca conviene despreciar un paraguas, sencillamente porque, tarde o temprano, te rescatar¨¢ de un mal momento. Los malos momentos no se esperan, no se anhelan, no se fantasea con ellos. Llegan y te arrasan. El paraguas es la consagraci¨®n de la callada prudencia, de la inteligencia intuitiva, esa que un d¨ªa, tarde o temprano, se carcajea de lo est¨²pido que es cualquier algoritmo predictivo.
Pues la Uni¨®n Europea ha sido para Espa?a ese paraguas olvidado en un esquinazo del pasillo. Ha estado ah¨ª en las muchas ocasiones en que nuestros pol¨ªticos han corrompido los sistemas de control, cuando nuestros dogmas nos han llevado a perseguir la libertad de expresi¨®n, cuando nuestra sumisi¨®n a los poderes locales nos obligaba a aceptar lo inaceptable e incluso ahora, cuando hemos visto durante cinco a?os humillado y despojado de todo prestigio a nuestro sistema judicial. Ah¨ª est¨¢ Europa con su lenta burocracia impertinente, sus tribunales lejanos y su armaz¨®n legislativo cocinado al fuego lento del acuerdo. Seg¨²n algunas encuestas, el pr¨®ximo domingo muchos ciudadanos, incluso los tan necesitados de control europeo como los espa?oles, elegir¨¢n el desprecio al paraguas. Cuentan con no necesitarlo. Supongo que consideran que si Europa no ha logrado destronar ese pensamiento perpetuo de un nacionalismo terco y soberbio, ha llegado la hora de pasar al ataque y que sea precisamente esa nostalgia de la nada la que comience a agujerear la mejor idea que hemos tenido en 200 a?os, la de la uni¨®n de intereses, el trato acordado y el aburrimiento como espect¨¢culo de convivencia.
Alguien podr¨ªa preguntarse por las contradicciones que encierra esa uni¨®n de partidos ultranacionalistas de cara a las elecciones europeas. C¨®mo conviven los camiones de frutas volcados y la denuncia de que Espa?a explota esclavos en sus invernaderos, pronunciada por l¨ªderes de pa¨ªses vecinos que ahora se fingen amigos de nuestros patriotas. No digamos las fotos con un criminal de guerra como Netanyahu, antes Putin, mientras sus diputados alientan a atacar Espa?a y apoyar los movimientos independentistas en nuestro pa¨ªs. Y ser¨ªa bueno saber c¨®mo combina la Hungr¨ªa de Orb¨¢n, proteccionista y censora, que ha degradado su poder judicial a mera comparsa, con las reivindicaciones de que jueces y fiscales han de ser independientes. Es enternecedor ver abrazarse a pa¨ªses del Sur, precisamente a quienes desde el Norte los tildan de z¨¢nganos y atrasados. Todo este gazpacho de intereses no acaba de cuajar, pues aviado estar¨ªa Israel si pensara que sus amigos salen de nost¨¢lgicos del nazismo o de quien acu?ara aquella supuesta conspiraci¨®n judeomas¨®nica internacional. Pero mientras los queridos ni?os se traguen los tropezones sin rechistar, los pol¨ªticos seguir¨¢n ofreciendo sopa de contradicciones como si fuera zumo de coherencia. Es divertido agujerear el paraguas, salvo cuando lo necesitas en uno de esos chaparrones inesperados, que los hay, y demasiado a menudo.