El PSOE aguanta, la izquierda baja en Europa
Una oposici¨®n menos crispada no habr¨ªa producido la concentraci¨®n del voto progresista ni fragmentado tanto el voto de la derecha
Uno. La lectura espa?ola. Quiso la casualidad que la Ley de amnist¨ªa se aprobara en medio de la campa?a electoral de las europeas. No hace falta que me extienda en los comentarios hiperb¨®licos que las derechas han realizado sobre esta Ley, supongo que todos ustedes est¨¢n al tanto porque los medios han martilleado este asunto durante meses: es el...
Uno. La lectura espa?ola. Quiso la casualidad que la Ley de amnist¨ªa se aprobara en medio de la campa?a electoral de las europeas. No hace falta que me extienda en los comentarios hiperb¨®licos que las derechas han realizado sobre esta Ley, supongo que todos ustedes est¨¢n al tanto porque los medios han martilleado este asunto durante meses: es el fin de la divisi¨®n de poderes, la quiebra definitiva del Estado de derecho, la mayor corrupci¨®n pol¨ªtica, la destrucci¨®n de la democracia, etc., etc., etc. S¨²menle a todo esto unas acusaciones tremendas referidas a la pareja del primer ministro, amplificadas por uno de los muchos ¡°jueces de guardia¡± de la derecha; y no se olviden de que, en el pasado, las elecciones europeas, sobre todo cuando se celebraban solas, han sido la ocasi¨®n propicia para castigar a los partidos en el poder.
Dados todos estos elementos, lo m¨¢s l¨®gico era que el PP hubiese sacado una ventaja sustancial al PSOE. Hace un par de meses, algunas empresas de opini¨®n p¨²blica quisieron calentar el ambiente dando diferencias hasta de m¨¢s de 15 puntos a favor del PP (solo el CIS dio ganador al PSOE). Y, sin embargo, el PSOE ha resistido, con un 30% del voto y solo cuatro puntos por detr¨¢s, pese a que el PP ha absorbido todo el voto de Ciudadanos. Se mire como se mire, no es un buen resultado para el objetivo del PP: forzar elecciones anticipadas. En cambio, el resultado s¨ª es bueno para las derechas, que en conjunto han crecido, como en casi toda Europa.
Una vez m¨¢s (es dif¨ªcil llevar la cuenta), la oposici¨®n tan exagerada e histri¨®nica del PP y sus medios afines ha tenido efectos contraproducentes. Por un lado, en el contexto general de una izquierda menguante, la campa?a brutal contra Pedro S¨¢nchez ha acabado generando un efecto de concentraci¨®n del voto progresista a favor del PSOE y a costa de Sumar. Tan es as¨ª que Yolanda D¨ªaz, en una reacci¨®n fulminante, ha dimitido de sus responsabilidades org¨¢nicas en Sumar, dejando abierto el futuro de ese espacio de izquierdas. Es muy probable que el desgaste natural de un asunto tan controvertido como la amnist¨ªa hubiese provocado un mayor coste electoral para el PSOE si el PP hubiese hecho una oposici¨®n firme pero civilizada y mesurada. Al haber presentado el asunto con la truculencia ret¨®rica que es marca de la casa, el PP provoca reacciones de solidaridad y apoyo al primer ministro, a quien se ve como v¨ªctima de una campa?a de destrucci¨®n pol¨ªtica y personal. No cabe descartar, pues, que la distancia entre PP y PSOE hubiese sido mayor si no hubiera operado la l¨®gica de la crispaci¨®n.
Por otro lado, el PP utiliza un tono tan excesivo en sus ataques al PSOE y a las izquierdas que, al final, lejos de conseguir unificar el voto de la derecha, termina provocando una mayor fragmentaci¨®n. La irrupci¨®n de ¡°Se acab¨® la fiesta¡± tiene mucho que ver con que se haya normalizado el discurso sobre la ilegitimidad del Gobierno de coalici¨®n de izquierdas. En los medios derechistas se ha seguido la pol¨ªtica de barra libre: cualquier ataque, por brutal que resulte, vale para la causa de la eliminaci¨®n del ¡°sanchismo¡±. No estoy sugiriendo que un fen¨®meno como ¡°Se acab¨® la fiesta¡± no hubiera podido surgir de todas maneras, pero creo que el nivel de toxicidad que ha alcanzado el debate p¨²blico en Espa?a ha facilitado enormemente el ¨¦xito de esta plataforma. En suma, una oposici¨®n dentro de los par¨¢metros de normalidad propios de las democracias consolidadas es probable que no hubiese producido el efecto de concentraci¨®n del voto progresista en torno al PSOE y no hubiera fragmentado tanto el voto en la derecha. Algo similar sucedi¨® en las ¨²ltimas elecciones generales, frustrando la mayor¨ªa absoluta de PP y Vox.
Dos. La lectura europea. En el momento de escribir estas l¨ªneas, no contamos a¨²n con el agregado de votos en Europa, aunque ya hay un reparto provisional de esca?os que ser¨¢ muy parecido al definitivo. Teniendo en cuenta que en esta elecci¨®n el n¨²mero de esca?os era menor que en 2019, comparo los porcentajes de esca?os en el Parlamento Europeo en 2019 y 2024.
Pues bien, si mis c¨¢lculos no son err¨®neos, la extrema derecha solo crece ligeramente. Con respecto a los dos grandes grupos dominantes, Identidad y Democracia por un lado y Conservadores y Reformistas por otro, el porcentaje de esca?os sigue igual que en 2019, 18%. Si a?adimos partidos de derecha radical no inscritos en ning¨²n grupo, como Fidesz en Hungr¨ªa y Alternativa por Alemania, observamos un aumento del 20,2% al 21,8%. No es ni mucho menos una ganancia espectacular. Otra cosa es el impacto simb¨®lico que tenga la victoria de la extrema derecha en Francia e Italia, o quedar en segunda posici¨®n en Alemania. Por su parte, la derecha conservadora tradicional sube del 24,2% al 25,7%, un aumento modesto.
Los principales cambios se observan en el centro y en las izquierdas. En el centro, los liberales retroceden claramente, pasando del 14,4% al 11,1% de los esca?os. Las izquierdas, por su parte, bajan del 35,8% al 31,2% (cae un poco la socialdemocracia, ya por debajo del 20% de los esca?os, y algo m¨¢s las izquierdas radicales y los verdes).
En t¨¦rminos globales, se produce, pues, una creciente derechizaci¨®n en la distribuci¨®n de esca?os. ?A qu¨¦ se debe la debilidad de las izquierdas? De momento no podemos m¨¢s que especular, a la espera de an¨¢lisis sistem¨¢ticos. Por una parte, es evidente que los temas de seguridad han ido ganando protagonismo a lo largo de los ¨²ltimos meses. Se ha hablado m¨¢s de defensa que de cambio clim¨¢tico. Las derechas han explotado los miedos sobre la guerra y han insistido en la necesidad de rearmarse y prepararse para lo peor con Rusia. Estos asuntos perjudican a las izquierdas. Cuando dominan los miedos (a un conflicto internacional con Putin, a la inmigraci¨®n, a la decadencia econ¨®mica del continente), las derechas ofrecen certidumbre, autoridad y la protecci¨®n de la naci¨®n.
Por otra parte, las llamadas ¡°guerras culturales¡± tienen efectos dif¨ªciles de anticipar. Los avances en feminismo, ecologismo, etc., han producido una reacci¨®n iracunda en algunos sectores de la poblaci¨®n, m¨¢s acusada entre los hombres que entre las mujeres y especialmente visible entre los hombres j¨®venes. Las izquierdas se hab¨ªan acostumbrado a dominar el sentido com¨²n de la ¨¦poca, pero ha surgido una fuerte oposici¨®n en la que se acumulan sospechas, resentimientos y agravios derivados del cambio cultural.
Que la ca¨ªda del apoyo se produzca tanto en la socialdemocracia como en la izquierda radical y los verdes muestra que el problema no es que la socialdemocracia haya sido demasiado tibia y acomodaticia, ni que las izquierdas radicales hayan sido demasiado rupturistas. No se trata tanto de afinar con el programa como de recuperar credibilidad a la hora de ofrecer tiempos mejores. El problema, por decirlo de forma muy resumida, no estriba en que la gente no comparta los objetivos de la igualdad y la justicia social, sino, m¨¢s bien, en que los ciudadanos no creen que los partidos de izquierdas sean capaces de alcanzarlos, unos porque se mueven en el terreno de la pureza ideol¨®gica, otros porque est¨¢n demasiado incrustados en el sistema, y todos porque el viento de la historia sopla en contra.