La tentaci¨®n de la ¡°derechita cobarde¡±
La reconfiguraci¨®n electoral de la extrema derecha coloca a los conservadores ante la posibilidad de explotar su reputaci¨®n de partidos de gesti¨®n mientras hacen concesiones ideol¨®gicas y culturales a los ultras
En apariencia, la derecha conservadora est¨¢ en una posici¨®n inmejorable: tras las elecciones europeas celebradas el pasado 9 de junio podr¨¢ elegir entre seguir pactando el grueso de las pol¨ªticas con socialdem¨®cratas y liberales; o acercarse a la derecha radical en aquellos temas en los que lo considere oportuno o conveniente desde un prisma electoral. Especialmente en agenda migratoria o pacto verde.
Por su parte, la derecha radical est¨¢ emprendiendo un camino de recomposici¨®n que puede facilitar este doble juego. Hace unas semanas, fuimos testigos en Espa?a de la cumbre celebrada en Vistalegre, cuyo anfitri¨®n Vox logr¨® reunir bajo un mismo techo a partidos extremistas que no comparten grupo parlamentario europeo y cuyas relaciones hasta ahora hab¨ªan sido relativamente tensas. Este indicio, junto al anuncio de Marine Le Pen y de Matteo Salvini de querer distanciarse de los ultras alemanes de AfD con quienes hasta ahora compart¨ªan asiento en Bruselas, nos da pistas de que esta familia ideol¨®gica se encuentra en una fase de maniobras; es decir, en los proleg¨®menos de un movimiento estrat¨¦gico de fondo. Esta reconfiguraci¨®n no dar¨¢ como resultado un grupo unitario ¡ªel famoso supergrupo de Steve Bannon¡ª, pero s¨ª con toda probabilidad una concentraci¨®n de fuerzas pol¨ªticas ultras en torno a unas nuevas siglas, capaz de acumular no s¨®lo un gran n¨²mero de diputados, sino sobre todo una creciente capacidad de influencia sobre los conservadores cl¨¢sicos. La idea es poder incorporarse a la gobernabilidad europea.
Simult¨¢neamente, los populares europeos han expresado recientemente a trav¨¦s de las declaraciones de ?rsula von der Leyen y de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, su disposici¨®n a abrir las puertas del PPE a figuras como Giorgia Meloni, una vez que ha colapsado o se ha hundido el centroderecha italiano. Con este gesto, no solo le dan la bienvenida a Hermanos de Italia, sino que env¨ªan la se?al a la derecha radical recompuesta de que, si se porta bien y cumple ciertos par¨¢metros ¡ªfundamentalmente de corte atlantista¡ª podr¨¢ convertirse en un socio con el que llegar a pactos en el futuro. A la altura de los socialdem¨®cratas o de los liberales.
Este escenario de geometr¨ªa variable parece muy ventajoso para los 184 esca?os obtenidos por el Partido Popular Europeo en la medida en que multiplica sus opciones de pacto; permiti¨¦ndole entenderse tanto con su izquierda como con su derecha. Sostengo, sin embargo, que este giro estrat¨¦gico del Partido Popular constituye una muy mala noticia; no solo para quienes no somos votantes conservadores, sino incluso en t¨¦rminos estrat¨¦gicos para el propio PPE. Es decir, que es una posici¨®n de privilegio enga?osa: en trompe-l¡¯oeil.
En primer lugar, porque los conservadores no llegan ah¨ª habiendo arrinconado y menguado a sus competidores directos de derecha radical. Al contrario, el PPE se est¨¢ abriendo a este escenario de geometr¨ªa variable forzado por las circunstancias; o, m¨¢s exactamente: por una mezcla de desorientaci¨®n y miedo. La derecha cl¨¢sica teme estar perdiendo simpat¨ªa y votos en favor de la extrema derecha sobre determinados temas ¡°sensibles¡± como la inmigraci¨®n o la seguridad en las calles; pero tambi¨¦n sobre un conjunto de grupos sociol¨®gicos o categor¨ªas profesionales. En particular, al PPE le preocupa la posibilidad de que las derechas radicales monopolicen por toda Europa el malestar agr¨ªcola y ganadero y se conviertan en verdaderos ¡°partidos del sector primario¡±. Los cambios de posici¨®n t¨¢cticos de Von der Leyen a este respecto son muy reveladores del runr¨²n que recorre a la derecha moderada.
En segundo lugar, porque si el PPE acepta introducir a la derecha radical en la gobernabilidad europea es debido a que reconoce que ha perdido ante ella la batalla de las ideas. T¨¢citamente, los conservadores admiten que, en el escenario de polarizaci¨®n y de confrontaci¨®n ¡°anti-zurda¡± creado por la extrema derecha, no les queda otro remedio que aferrarse, por un lado, a los aspectos m¨¢s t¨¦cnicos de la gobernanza europea; y, por otro lado, lanzar lianas ideol¨®gicas hacia su derecha. De fondo, el PPE est¨¢ confesando que, cada vez m¨¢s aceleradamente, el campo de juego de la derecha pol¨ªtica no lo est¨¢ dibujando el centroderecha liberal, sino los sectores m¨¢s reaccionarios y nativistas de este espectro ideol¨®gico ¡ªcomo demuestra dram¨¢ticamente la irrupci¨®n de plataformas como la de Alvise P¨¦rez en Espa?a¡ª; por lo que la salida que le queda a los conservadores cl¨¢sicos es seguir aprovechando su historial de gesti¨®n y su imagen de ¡°partidos serios¡±, mientras hacen concesiones culturales, ideol¨®gicas y de pol¨ªticas p¨²blicas a la ultraderecha.
La asunci¨®n de esta derrota es grave para el futuro de la Uni¨®n Europea, pues supone que uno de sus pilares partidistas se encuentra zarandeado ideol¨®gicamente y traccionado hacia su derecha. Es grave tambi¨¦n porque implica que las fuerzas confederalistas que menos interesadas est¨¢n en el modelo europeo, van a tener m¨¢s poder y capacidad de influencia sobre el devenir de la UE; lo que en las actuales circunstancias geopol¨ªticas nos adentra en un terreno potencialmente pantanoso. Y, por ¨²ltimo, es grave porque implica que los conservadores dan la raz¨®n de facto a quienes hasta hace bien poco les insultaban calific¨¢ndolos como ¡°derechita cobarde¡±.
As¨ª que, lejos de estar en una situaci¨®n inmejorable, el PPE se halla ante una encrucijada de la cual es dif¨ªcil salir sin sufrir la vor¨¢gine comunicativa de la extrema derecha, o sin acrecentar las divisiones internas entre el sector de Weber y la rama m¨¢s liberal. El remedio a las perspectivas inciertas que se ciernen sobre la UE pasa entonces, en buena medida, por el camino de que el PPE encuentre su propia br¨²jula ideol¨®gica. Cuando eso suceda, si es que ocurre, entonces s¨ª se podr¨¢ afirmar que est¨¢ en una posici¨®n de privilegio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.