Algo se mueve
La gente le ha perdido el miedo a ser succionada por la agenda partidista y se enfrenta a los problemas reales de su entorno m¨¢s cercano
M¨¢s all¨¢ de un diagn¨®stico excesivamente literal de los resultados de las elecciones europeas, se impone el s¨ªntoma. Muchos j¨®venes han optado por no escuchar a sus abuelos, cargados de una experiencia vital valiosa, compleja y esforzada, para dejarse seducir por las consignas de los chamanes de la riqueza f¨¢cil y el para¨ªso fiscal andorrano antes que la lucha vecinal. Pero a su estruendo discotequero le llegar¨¢ la resaca inc¨®moda. Y bajo la nube, persiste la certeza de que algo se est¨¢ moviendo. Muchos ciudadanos, quiz¨¢ descorazonados, han encabezado protestas que pueden ser eficaces. Los habitantes de ciudades y regiones exprimidas por el turismo vacacional han comenzado a hacer o¨ªr su voz, con el ejemplo destacado de Canarias y Baleares. Ofendidos por la incapacidad para vivir dignamente en mercados saturados por el negocio tur¨ªstico, se al¨ªan a las demandas de los empleados p¨²blicos ¡ªya sean profesores, bomberos o sanitarios¡ª que no pueden habitar donde se les solicita.
Tambi¨¦n en Galicia, recientemente, voces parecidas nos alertaron sobre el peligro de las nuevas instalaciones industriales que demandan grandes cantidades de energ¨ªa y resultan contaminantes para el entorno. El coste ecol¨®gico y social resta valor a la pura creaci¨®n de empleo precario. Y un bello lugar del Sistema Central como Alpedrete ha salvado su dignidad gracias a la pelea de la familia de Paco Rabal y Asunci¨®n Balaguer junto a los convecinos no cegados por la bilis politiquera. En el territorio de la salud, las cosas pintan mal. La privatizaci¨®n encubierta nos ha llevado a batir el r¨¦cord de contrataci¨®n de seguros privados en nuestra historia. Rinde sus frutos el trabajo incansable de algunos l¨ªderes pol¨ªticos, que son luego premiados con un contrato en empresas privadas del sector. No se trata tanto del fen¨®meno de las puertas giratorias, sino de una clara transfusi¨®n de recursos gracias a la cual las arcas p¨²blicas se vac¨ªan para engordar los negocios privados. Y en la ense?anza se ve claro. Recibimos constantemente noticias de c¨®mo los ayuntamientos otorgan parcelas p¨²blicas y becas para colegios privados y as¨ª prosiguen su desarrollo dominador en el negocio. Abandonados y sin medidas de compensaci¨®n, algunos centros p¨²blicos pelean por su dignidad con todo en contra. Sus ¨¦xitos son heroicidades en un mercado que pretende condenarlos a ser un gueto para las clases desfavorecidas o para esa inmigraci¨®n que se lleva todos los palos y ning¨²n elogio a su esfuerzo laboral.
En los lugares donde se impone una visi¨®n de lo educativo como puro negocio se ha reducido el n¨²mero de profesores por alumno, tambi¨¦n se prescinde de orientadores y se han anulado los asignados a la ense?anza compensatoria y las aulas de enlace, esas que ayudan a los chicos que llegan sin saber el idioma o con problemas familiares. Se habla de todo eso como cifras abstractas, pero su consecuencia sobre la sociedad es enorme. Algo se mueve si somos capaces de convertir estas reivindicaciones en prioritarias, como empieza a suceder. La gente le ha perdido el miedo a ser succionada por la agenda partidista y a convivir con esa espesa melaza de los discursos en el Parlamento y se enfrenta a los problemas reales de su entorno m¨¢s cercano. La igualdad, que es clave en los buenos ¨ªndices de seguridad y desarrollo del pa¨ªs, no va a desvalorizarse jam¨¢s, por mucho que encuentren eco puntual los discursos a la par rancios y supermodernos de tantos oportunistas.
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