?No hay nadie m¨¢s ah¨ª?
Escoger entre el mentiroso patol¨®gico de Trump y el bueno de Biden, cada vez m¨¢s senil, es, desde luego, una elecci¨®n tr¨¢gica
Despu¨¦s de contemplar el debate entre Trump y Biden record¨¦ esa frase final de un conocido chiste, y de la que me he servido para titular esta columna. ?C¨®mo es posible que en un pa¨ªs de m¨¢s de 330 millones de personas, el m¨¢s poderoso del mundo, se le ofrezca a la ciudadan¨ªa una alternativa tan pobre? Elegir entre el mentiroso patol¨®gico de Trump y el bueno de Biden, cada vez m¨¢s senil, es, desde luego, una elecci¨®n tr¨¢gica. Lo matizar¨¦ un poco. De Trump ya est¨¢ casi todo dicho y lo volvi¨® a escenificar en el debate. Es el rey del bulo y el bullshit, y ahora se presenta, adem¨¢s, ebrio de sed de venganza y dispuesto a poner patas arriba todo el sistema pol¨ªtico estadounidense. No neg¨® siquiera que no fuera a poner en cuesti¨®n el resultado electoral si no resultara vencedor. Biden, por el contrario, tiene una trayectoria pol¨ªtica impoluta y ha realizado una buena labor como presidente, pero fracas¨® en lo ¨²nico que en ese momento importaba, demostrar que se encontraba en ¨®ptimas condiciones f¨ªsicas y mentales. Ezra Klein supo decirlo con claridad meridiana: ¡°Ha demostrado que sabe hacer el trabajo (de presidente), pero es incapaz de escenificarlo (perform)¡±. Una cosa es tomar decisiones y otra saber comunicarlas, la clave actual en el ejercicio de la pol¨ªtica. Si vivimos en una teatrocracia, los actores deben demostrar que saben representar su papel.
Bajo condiciones normales igual no habr¨ªa importado tanto, cualquiera puede tener un mal d¨ªa. Pero estamos ante uno de los momentos m¨¢s delicados en la historia reciente y, si seguimos el propio discurso dem¨®crata, ante una elecci¨®n existencial: lo que est¨¢ en juego es la democracia misma. Encima, Trump domina en las encuestas. ?No ser¨ªa l¨®gico, por lo tanto, que pusi¨¦ramos todos los medios necesarios para conseguir el objetivo? Es la pregunta que se hacen figuras de renombre como Thomas Friedman o Paul Krugman y el propio comit¨¦ editorial de The New York Times, que recomiendan encarecidamente a Biden que se eche a un lado y colabore en la b¨²squeda de un sustituto. Lo hacen desde el mayor respeto por su figura, pero espoleados por un p¨¢nico que apenas pueden ocultar. Por lo que llevamos visto en estas intensas horas de despu¨¦s del debate, el viejo presidente no est¨¢ por la labor y es muy posible que el grueso del partido tampoco. Los partidos estadounidenses son, sobre todo, peculiares maquinarias electorales, carecen de una burocracia fija, y dependen enormemente de agentes externos, como toda esa retah¨ªla de donantes a los que no ser¨ªa f¨¢cil poner de acuerdo sobre un candidato alternativo, o a las distintas facciones del partido. Pero Biden est¨¢ acabado desde el mismo momento en que pierde la confianza de los medios liberales de su pa¨ªs. He aqu¨ª el dilema.
Con todo, lo m¨¢s descorazonador para la democracia es la pauta que una y otra vez sale a la luz en todas y cada una de las elecciones donde se amenaza con la victoria de alg¨²n contendiente populista, lo que podr¨ªamos calificar como la pol¨ªtica del mal menor. En esta no se trata ya, como deber¨ªa ser lo l¨®gico, de mostrarse mejor que el adversario, sino de presentarlo como inelegible, como una amenaza para el sistema. Lejos de hacer el esfuerzo por acentuar los puntos fuertes de sus programas y trazar un claro proyecto de futuro ¡ª?acaso no consiste en esto ser ¡°progresista¡±, creer en el progreso?¡ª, se atrincheran en la descalificaci¨®n total del adversario. La tragedia de Biden es que ni siquiera satisfizo los requerimientos del mal menor, pas¨® a subsumirse tambi¨¦n bajo la categor¨ªa de inelegible. ?Elegir entre inelegibles? M¨¢s vale que busquen otro candidato. ?R¨¢pido!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.