Politizar el f¨²tbol
Las celebraciones por la Eurocopa tienen un significado pol¨ªtico, al mostrar que este equipo lleg¨® al coraz¨®n de gentes a los que equipos anteriores no pudieron llegar
Oyarzabal empuj¨® el centro medido de Cucurella y el capi Morata, un capi de brazalete y de vestuario, levant¨® la cuarta Eurocopa. Hubo pol¨¦micas, como cuando Unai Sim¨®n cont¨® que prefer¨ªa dejar la pol¨ªtica para otros, o co...
Oyarzabal empuj¨® el centro medido de Cucurella y el capi Morata, un capi de brazalete y de vestuario, levant¨® la cuarta Eurocopa. Hubo pol¨¦micas, como cuando Unai Sim¨®n cont¨® que prefer¨ªa dejar la pol¨ªtica para otros, o como cuando parec¨ªa que Carvajal hac¨ªa un feo a Pedro S¨¢nchez. Pero hubo sobre todo dos chavales, Williams y Yamal, que encendieron un debate, el del papel en la sociedad de los hijos de la inmigraci¨®n, de los que sufren discriminaci¨®n, xenofobia y racismo, los africanos, los magreb¨ªes, muchas veces los latinoamericanos. La selecci¨®n francesa, la inglesa, la alemana, la belga o la holandesa tienen m¨¢s hijos de la inmigraci¨®n porque recibieron oleadas de migrantes antes que Espa?a y porque en Espa?a la mayor¨ªa de los ni?os (y ahora tambi¨¦n las ni?as), ricos y pobres, quieren ser futbolistas. En el norte de Europa el f¨²tbol, poco a poco, va dejando de lado a los ni?os de la clase alta o a los que tienen padres que prefieren que no jueguen con ni?os de otro color.
Williams y Yamal simbolizan lo que una peque?a parte de la sociedad, una parte mayor de la clase pol¨ªtica y demasiados periodistas no quieren ver en las calles de Espa?a. El hijo de la mujer que salt¨® las vallas y el ni?o que podr¨ªa ser cualquier adolescente de origen magreb¨ª al que se insulta con un ¡°mena¡±. Su desparpajo, su alegr¨ªa y su responsabilidad son la imagen que el resto del mundo guardar¨¢ de esta Espa?a futbol¨ªstica de 2024. Cuando dentro de 50 a?os haga falta un video para celebrar la octava Eurocopa, saldr¨¢ el golazo de Yamal contra Francia y el bal¨®n cruzado a la red de Williams para abrir la lata inglesa en la final.
Es una imagen tan potente que ponerse en contra te deja apestando a Vito Quiles, as¨ª que muchos periodistas decidieron que el argumento ideal era criticar que el p¨¢rrafo anterior ¡°politiza¡± el f¨²tbol, como si el deporte m¨¢s seguido del mundo y uno de los m¨¢s jugados, no tuviera un componente pol¨ªtico, como si los jugadores croatas no cantaran en 2018, durante el Mundial de Rusia, canciones filofascistas o los franceses que ganaron el Mundial de 1998 no hubieran recibido insultos racistas por parte del padre de Marine Le Pen. El f¨²tbol de alto nivel fue siempre un acontecimiento pol¨ªtico. El Real Madrid fue durante a?os una de las mejores im¨¢genes que el r¨¦gimen franquista ten¨ªa en el exterior, como la Italia campeona del Mundo en los a?os treinta del siglo pasado fue utilizada por Benito Mussolini o como la Junta Militar argentina se dio un ba?o de masas con su Mundial de 1978 mientras los gritos de los aficionados silenciaban las torturas a los disidentes en la infame Escuela de Mec¨¢nica de la Armada.
Los mismos periodistas que criticaban que se ¡°politizara¡± el origen inmigrante de Williams y Yamal se hartaron de difundir en redes sociales las celebraciones por la victoria en localidades catalanas y vascas, pero no en las manchegas o andaluzas. Porque en esas celebraciones s¨ª vieron algo que politizar para echar el ascua a su sardina. Esas celebraciones tienen un significado pol¨ªtico, al mostrar que este equipo lleg¨® al coraz¨®n de gentes a los que equipos anteriores no pudieron llegar. Eso es noticia. Como es noticia que las dos caras espa?olas m¨¢s reconocibles para el resto de Europa en este mes fueran las de dos hijos de la inmigraci¨®n. Porque cuenta una historia, la de un cambio social que se va abriendo paso poco a poco pese al racismo. Entre los convocados para la selecci¨®n de f¨²tbol que ir¨¢ a los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs est¨¢n Cristhian Mosquera (negro, alicantino hijo de colombianos) y Samu Omorodion (negro, melillense hijo de nigerianos). Dani Olmo o Robin Le Normand (aire meditativo, nombre de caballero medieval) probablemente nunca tuvieron que escuchar un comentario racista. Williams, Yamal, Mosquera y Omorodion deben tener otra experiencia. Mientras haya periodistas y pol¨ªticos que estigmaticen a colectivos sociales por su origen, su color (Arcadi Espada los ve a todos blancos, pero nunca los ver¨ªan a todos negros) o su religi¨®n, el protagonismo de estos chicos ser¨¢ un acto pol¨ªtico. Y bien est¨¢ que as¨ª sea.