Nico Williams, en el c¨¦sped de Berl¨ªn: ¡°Mis padres han sufrido mucho por llegar hasta aqu¨ª. Ellos me han inculcado un respeto y una lealtad incre¨ªbles¡±

Segundos despu¨¦s de que Mikel Oyarzabal marcara el 2-1 definitivo en el minuto 86, los suplentes de Espa?a comenzaron a quitar los petos, preparados para saltar al campo vestidos de rojo cuando el ¨¢rbitro se?alara que la Copa Henri Delaunay era de Espa?a una vez m¨¢s, la cuarta, m¨¢s que ninguna otra selecci¨®n. Cuando Unai Sim¨®n hace la parada que termina con la salvada de Dani Olmo sobre la l¨ªnea, no queda ninguno con peto. ¡°Esa parada deber¨ªa contar como un gol m¨¢s¡±, reclamaba el padre del portero en el hotel Grand Hyatt, mientras llegaban los campeones. Unai Sim¨®n le hab¨ªa prometido a su padre la camiseta; a su madre, la medalla. ¡°Este es el primer partido que me ha visto. Por nervios, nunca los ve¨ªa¡±, cont¨® el 23.

Por entonces, ?lvaro Morata ya hab¨ªa levantado la copa. M¨¢s emocionado que euf¨®rico, el capit¨¢n caminaba por el c¨¦sped del Ol¨ªmpico de Berl¨ªn como lo hac¨ªa d¨ªa a d¨ªa en Donaueschingen: pendiente de todo. ¡°Todo el personal t¨¦cnico me daba la enhorabuena por el hijo que tengo¡±, dijo Alfonso Morata, padre del 7, en la Cope. El delantero, entre l¨¢grimas, sumaba: ¡°Me siento la persona m¨¢s afortunada del mundo¡±. Se hab¨ªa liberado, de la presi¨®n, tambi¨¦n de la tormenta emocional de los ¨²ltimos meses. ¡°Iniesta y Bojan me han ayudado much¨ªsimo¡±, cont¨®. Y continu¨® observando todo lo que suced¨ªa a su alrededor. Incluso tuvo tiempo para conversar con el padre de Lamine Yamal.

¡°Solo le falt¨® el gol en la final. No puedo estar m¨¢s orgulloso de mi hijo¡±, dec¨ªa su padre, Mounir. No vest¨ªa la camiseta de su hijo, sino otra que hab¨ªa dise?ado para la final, con el 304, homenaje al c¨®digo postal de su barrio, Rocafonda, el n¨²mero con el que festeja los goles su hijo. Lamine aprovech¨® para sacarse fotos con su hermano peque?o y su novia en el c¨¦sped. ?l no paraba. Ella, m¨¢s cansada, lo esperaba sentada junto a unos amigos en el suelo de la recepci¨®n del Grand Hyatt.

Antes, Lamine, ya hab¨ªa estado celebrando y bailando con su otro ¡°hermano¡±: Nico Williams. ¡°Lamine no tiene techo¡±, dijo el delantero del Athletic. El MVP de la final record¨® su educaci¨®n: ¡°Mis padres han sufrido mucho por llegar hasta aqu¨ª. Ellos me han inculcado un respeto y una lealtad incre¨ªbles. Los futbolistas tenemos mucho impacto en la sociedad¡±. Toda su familia estaba en Berl¨ªn. Sus padres, menos cohibidos; su hermano, I?aki, m¨¢s discreto, lo esperaba en el hotel. ¡°El protagonista es Nico¡±, le comentaba a su entorno.

Hab¨ªa pocos futbolistas de la Roja m¨¢s desatados que Carvajal en la celebraci¨®n. El lateral del Madrid hasta tir¨® una de las barandillas de seguridad para ir a festejar con la hinchada de la Roja, minor¨ªa frente (unos 15.000), no menos silenciosa, que la multitudinaria inglesa (cerca de 45.000 en Berl¨ªn). Sus hijos no pudieron resistir el sue?o para esperar a su padre en el hotel. En cambio, sus sobrinos, los hijos de Joselu, andaban animados vestidos con las camisetas de su padre y con el peluche de la Euro como souvenir.

En la celebraci¨®n estaban los m¨¢s entusiastas ¡ªFerran, Cucurella, Grimaldo¡ª, los m¨¢s tranquilos ¡ªMerino, Oyarzabal, Raya¡ª, tambi¨¦n estaban los que recordaban el pasado. ¡°Las generaciones del pasado nos han abierto el camino¡±, solt¨® Rodri, MVP del torneo, todav¨ªa en el c¨¦sped. En aquel momento, a la Copa ya se la hab¨ªa perdido de vista en el estadio.

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