La huella natural de la inteligencia artificial
El consumo de energ¨ªa y de agua de las compa?¨ªas que desarrollan esta tecnolog¨ªa se ha disparado en los ¨²ltimos a?os
La inteligencia artificial (IA) promete ser una de las grandes revoluciones del presente, con un enorme potencial para convertirse en aliada estrat¨¦gica en sectores clave. Pero conviene no olvidar que bajo el paraguas comercial de la IA conviven innumerables herramientas desarrolladas y sostenidas por grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas. Unos programas inform¨¢ticos que tienen una huella f¨ªsica y medioambiental considerable, a pesar de que se muevan entre eufemismos como la nube, el flujo de datos o la misma inteligencia, que nos hacen olvidar que se sostienen en infraestructuras muy tangibles. Los centros de datos que se est¨¢n levantando por todo el mundo para sostener ese esfuerzo computacional absorben monumentales recursos energ¨¦ticos. Espa?a est¨¢ logrando atraer muchas de estas infraestructuras precisamente porque el coste energ¨¦tico es mucho menor que en otros pa¨ªses de Europa. La IA puede parecer et¨¦rea, pero est¨¢ moldeando f¨ªsicamente el mundo.
Las grandes tecnol¨®gicas se han lanzado a una carrera por dominar el territorio del software inteligente, una fiebre del oro que tambi¨¦n tiene consecuencias negativas. El consumo energ¨¦tico y de agua de estas compa?¨ªas se ha disparado en los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n sus emisiones de carbono, y las proyecciones muestran que la tendencia puede acelerarse por culpa de la IA. Lo evidencian las ¨²ltimas cifras disponibles de los principales desarrolladores de esta tecnolog¨ªa: Microsoft ha duplicado sus necesidades energ¨¦ticas entre 2020 y 2023 y Google ha vivido un incremento del 67% en ese mismo periodo.
Los modelos inform¨¢ticos que hay detr¨¢s de las herramientas inteligentes exigen ser entrenados con potentes procesadores que devoran electricidad. Adem¨¢s, los ordenados demandan torrentes de agua para refrigerarse. Entrenar un modelo de procesamiento del lenguaje equivale a tantas emisiones como las que expulsar¨ªan 125 vuelos de ida y vuelta entre Pek¨ªn y Nueva York. Antes de esta fiebre, se calculaba que el sector tecnol¨®gico supondr¨ªa el 14% de las emisiones mundiales para 2040. Y cada d¨ªa se lanzan al mercado nuevas herramientas de este tipo, que requieren reentrenarse una y otra vez para no quedar obsoletas.
La irrupci¨®n de la IA generativa, esa que asombr¨® al mundo por su capacidad para escribir o dibujar de modo inmediato, provoc¨® un aluvi¨®n de advertencias sobre sus supuestos peligros y esfuerzos legislativos de todo tipo. Es imperativo abordar sus consecuencias medioambientales con la misma urgencia. El futuro de la IA debe ser sostenible, equilibrando el progreso con el consumo razonable de los recursos para asegurarnos de que sea una herramienta para el bien com¨²n sin comprometer nuestro entorno.
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