Enajenados en X, tambi¨¦n con los Juegos Ol¨ªmpicos
En la Red, hasta una ceremonia de inauguraci¨®n es una guerra de ¡®timelines¡¯, que divide, polariza y engancha
Por culpa de las redes sociales, nada se consume como antes. ¡°No se puede decir a¨²n que cutrea esto de Par¨ªs, ?no?¡±, escribe uno de los presentadores estrellas de la radio catalana Rac1, Xavi Bund¨®, en X. Como ¨¦l, miles de personas narraron el viernes por la noche en directo la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs, pasando por todos los estados an¨ªmicos que caben en cuatro horas: curiosidad, decepci¨®n, risa¡ Indignaci¨®n, indignaci¨®n, indignaci¨®n¡ La ceremonia fue todo un evento en la red social. Igual que lo es cada a?o Eurovisi¨®n. O un debate pol¨ªtico televisado. O cualquier otro acto susceptible de ser retransmitido en X.
Ya nadie ¡ªdejando fuera a toda esa gente de bien que sobrevive sin redes sociales¡ª es capaz de seguir atento, mirando primero, pensando despu¨¦s, y form¨¢ndose una opini¨®n por ¨²ltimo, un evento que permite expresar nuestra indispensable opini¨®n en vivo y en directo. Las redes obligan a disparar r¨¢pido, m¨®vil en mano, el primer tuit ingenioso que venga en la cabeza. Se teclea a la velocidad del viento, se incluye el hashtag que une a miles de personas, y se espera que la magia del comentario, del retuit, del tuit citado o el like aporte la dosis de adrenalina que ha salido a buscarse. Cuanto m¨¢s r¨¢pido, cuanto m¨¢s ¨¢cido, mayor es la recompensa.
El viernes, la ceremonia de apertura de los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs fue todo un espect¨¢culo. La gente de bien ¡ªl¨¦ase la definici¨®n del anterior p¨¢rrafo¡ª lo mir¨® en la tele del comedor de su casa, entre la cena y la hora ya previa a irse a dormir, con la cl¨¢sica mezcla de expectaci¨®n, admiraci¨®n y trivialidad. Esas mismas personas compartieron probablemente sof¨¢ con adictos conectados a su m¨®vil, pasmados ante una pantalla que les iluminaba la cara. Seres humanos de cuerpo presentes, atentos a cualquier tuit de un desconocido en su tel¨¦fono, ajenos a cualquier comentario en su casa. Unos (la gente de bien) vieron el espect¨¢culo, sin m¨¢s, los otros (los enajenados) lo intuyeron pasionalmente.
Este es un hilo para los conservadores anti progres.
— Mariano Tilli ? (@icevainillaice) July 27, 2024
Les dejo unos cuantos motivos para indignarse.
Pero indignarse, indignarse mal. M¨¢s que ayer.
Les dejo algunas representaciones de La ¨²ltima cena.
Empezamos por la del alcoh¨®lico de Homero Simpson.
Blasfemia! pic.twitter.com/jHlIdJHfxu
Porque en X nada es ¨²nicamente una ceremonia. O un festival de m¨²sica. O un debate pol¨ªtico. En X todo es una batalla de timelines, de ideolog¨ªas. De los m¨ªos frente a los otros. La eterna reafirmaci¨®n que divide, polariza y engancha. ¡°Si te gust¨® la ceremonia, eres de izquierdas, si no te gust¨®, eres de derechas. Para que lo sepas¡±, escribi¨® el periodista Antonio Ca?o. Un tuit que lleg¨® a m¨¢s de 22.000 personas, cosech¨® m¨¢s de 280 likes y dio lugar a m¨¢s de 150 comentarios, alguno sorprendente. ¡°Pues a m¨ª me ha gustado mucho, y soy de derechas hasta el tu¨¦tano¡±, respondi¨® una usuaria.
Pero por lo general, el debate encar¨® a partidarios de reyes decapitados y espect¨¢culos multicolores frente a amantes de la supuesta sobriedad y elegancia francesa, indignados por la parodia de La ¨²ltima cena. Solo C¨¦line Dion pod¨ªa arreglar la jornada, con su L¡¯hymne ¨¤ l¡¯amour. ¡°Cuatro horas de mierda y cinco minutos finales para llorar. Es la historia de Francia. Siempre caen de pie¡±, se quej¨® el periodista Miquel Bonet. ¡°?Escribir¨¢s un art¨ªculo? No lo he visto, pero con dos fotos, ya me he ca¨ªdo de culo¡±, resumi¨® a la perfecci¨®n una tuitera de lo que supuso la noche en la red social de Elon Musk.
Hay que conceder que no es nada f¨¢cil tragarse cuatro horas de ceremonia de inauguraci¨®n de unos Juegos Ol¨ªmpicos. Les reto a encontrar a quien la siguiese atento, de cabo a rabo. Y si lo encuentran, por favor, que haga un v¨ªdeo resumen de 30 segundos en Tiktok, de esos que est¨¢n tan de moda ahora y que lanzan al estrellato a sus creadores. Los adictos los necesitamos. Tenemos tan mermada la capacidad de atenci¨®n que necesitamos que otros se informen mientras nosotros seguimos mirando el m¨®vil.
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