Un ¡®slime¡¯ infernal
El autor de literatura infantil David Walliams cre¨® para unos de sus libros un personaje hecho de lodo, pus y baba. Este agosto, el asfalto abrasador, el humo y el calor han hecho de Madrid un ¡®blandibl¨²¡¯ angustioso
Computer says nooo. Carol Beer, un personaje creado por el d¨²o c¨®mico de Little Britain, sigue 20 a?os despu¨¦s en el imaginario de los brit¨¢nicos. Esta pasiva empleada de banca que, tras teclear en su ordenador siempre contesta con esa frase a los clientes, se convirti¨® en un icono de la frustraci¨®n acerca de la muchas veces fallida atenci¨®n al cliente. Cuando en julio el apag¨®n inform¨¢tico de Microsoft sembr¨® el caos en medio planeta, el tabloide Daily Star titul¨® ¡°Computer says no. Un pringado en Estados Unidos le da al bot¨®n equivocado y causa un colapso global¡±.
Little Britain es uno de los programas de televisi¨®n m¨¢s ¨¢cidos y corrosivos que se recuerden. Matt Lucas (50 a?os), y David Walliams (cumpli¨® 53 a?os el pasado d¨ªa 20), hac¨ªan un dibujo ir¨®nico de los brit¨¢nicos en el que estos quedaban por los suelos, era divertid¨ªsimo. Tras un breve paso por la radio, Little Britain se estren¨® en la BBC Three el 9 de febrero de 2003, pero no ha sido hasta 2024 cuando, para celebrar su 20 aniversario, han empezado a publicar un sketch a la semana desde la cuenta de Instagram de Lucas. En estos, nos podemos tambi¨¦n reencontrar con la macarra adolescente Vicky Pollard, otra de sus grandes creaciones, una madre soltera, siempre con un cigarro en la boca, y a la que es imposible entender: responde con evasivas (yes, but no, but yes, but no).
Los dos miembros de Little Britain se han reconvertido en autores de literatura infantil, pero solo Walliams ha alcanzado el mega¨¦xito: ha vendido 56 millones de ejemplares. Para ello ha tenido que suavizar su humor y ha logrado hacerse un hueco en los corazoncitos de un mont¨®n de ni?os del planeta. Tambi¨¦n en el m¨ªo. No solo por sus libros. El otro d¨ªa subi¨® a sus redes sociales un v¨ªdeo de s¨ª mismo haciendo playback junto a su madre durante un concierto de los Pet Shop Boys en Londres.
Uno de los personajes de Walliams, me parece un hallazgo. Se trata de un slime gigante con vida propia que adem¨¢s cambia de forma y habla. El slime es una pasta pegajosa que atrae a los ni?os como el az¨²car a las hormigas. Les da mucho gustirrin¨ªn estrujar su pasta y ver c¨®mo les resbalan chorreones entre los dedos. Antes lo llam¨¢bamos blandibl¨² o moco de elefante y sol¨ªa ser verde. Ahora hemos adoptado su nombre anglosaj¨®n, son fluorescentes y algunos tienen purpurina dentro. El slime de Walliams se form¨® un d¨ªa por la mezcla de distintos tipos de mugre: lodo resbaladizo, pus marr¨®n-amarillento, baba de anciana, eructos de carne, mugre de detr¨¢s de la oreja, gusanos licuados y dem¨¢s maravillas. Su papel en la historia es muy importante: logra vengar a todos los ni?os de una isla que viven sufriendo los malos tratos de gran parte de los adultos del lugar, que les usurpan los helados, los juguetes y los recreos, entre mil perrer¨ªas m¨¢s. A los ni?os les encanta esta historia y a los adultos que se la leen tambi¨¦n.
Este mes de agosto, en plena e interminable ola de calor (no hagan como que no lo recuerdan, hace apenas unos d¨ªas), vi con claridad que ¨¦ramos los madrile?os los que viv¨ªamos en un slime gigante del que era imposible desprenderse, solo que el nuestro estaba formado por una mezcla de asfalto a 65 grados ¡ªesa es la temperatura que ha podido registrar Greenpeace este verano en Callao¡ª, el roce inevitable en los vagones atestados del Metro, el humo de millones de veh¨ªculos y el calor sofocante de sus plazas des¨¦rticas de algo verde y vivo.
?IM?GENES IN?DITAS?
— Greenpeace Espa?a (@greenpeace_esp) August 1, 2024
Hemos usado una c¨¢mara t¨¦rmica para medir el calor que se alcanza el centro de Madrid en un episodio de calor:
?Hasta 65 ?C en algunas superficies!
El calor que nos sobra son los ¨¢rboles que nos faltan.
?Los culpables de esta emergencia deben pagar! pic.twitter.com/7UpUZvHalQ
El angustioso slime de la capital se cierne como una maldici¨®n sobre los pobres seres que no pueden huir a la costa, a la monta?a o a donde fuere. Este a?o me ha tocado el ¨²ltimo turno de las vacaciones. No s¨¦ si regresar¨¦.
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