Trenzas africanas, penes peque?os y democracia

Es una apertura cl¨¢sica de monologuista para ganarse al p¨²blico: empieza humill¨¢ndote. ¡°Soy la ¨²nica persona lo suficientemente est¨²pida para hablar despu¨¦s de Michelle Obama¡±. Barack (Obama a secas ya lo es tanto, o m¨¢s, ella) arranc¨® su discurso ante la convenci¨®n dem¨®crata ablandando al p¨²blico y a la propia esposa de un solo disparo. Con la cabeza y la corbata plateadas, despleg¨® su humor de crooner maduro bromeando con que no ha envejecido nada y burl¨¢ndose cari?osamente del vice de Kamala, Tim Walz (tres a?os m¨¢s joven) y su pinta de pap¨¢ del Medio Oeste: se nota que esas camisas de franela no se la ha puesto un asesor, dijo, sino que son suyas y ¡°han hecho cosas¡±.

A Michelle s¨ª la visti¨® una estilista, Meredith Koop, que la acompa?a desde la Casa Blanca. Y su traje azul marino deconstruido ¡ªbrazos al aire, solapas cruzadas, como de almiranta de tropas minimalistas llegadas del futuro para aniquilar millonarios horteras¡ª se llev¨® el Oscar al mejor vestuario. Porque la convenci¨®n dem¨®crata, y la pol¨ªtica estadounidense en general, tiene un sentido del espect¨¢culo que atrapa aunque no tengas ni idea de lo que es un caucus o un swing state. Salen Oprah Winfrey o Stevie Wonder y a lo mejor, sorpresa, hasta Beyonc¨¦, pero adem¨¢s es la pol¨ªtica que hemos mamado en la tele y en el cine, y la puedes consumir como un producto audiovisual m¨¢s: la mejor subtrama de lo que va de campa?a se la lleva sin duda Ella Emhoff, la hijastra generaci¨®n Z de Harris, que ha dejado picuetos a los conservadores con sus estilismos de no poder molar m¨¢s.

Total, que Michelle, con la melena esculpida en trenzas africanas (que no se atrev¨ªa a llevar cuando era primera dama) ha sido la hero¨ªna ¨¦pica. Habl¨® de la muerte de su madre, del sue?o americano, de ser negro y de tener esperanza, de empat¨ªa y de amor. Tambi¨¦n de las mentiras ¡°feas, mis¨®ginas y racistas¡± de Donald Trump que quieren empeque?ecer Am¨¦rica, en vez de hacerla grande de nuevo, como reza el lema de su contrincante. ¡°Y peque?o es mezquino¡±, dijo, tan alta.

Hubo otros discursos de pel¨ªcula: el de Hillary Clinton, con su puntito de rencor, subray¨® que ahora que Trump ya es un criminal condenado puede romperse el techo de cristal que ella ara?¨® en 2016. Y Alexandria Ocasio-Cortez, con un traje de chaqueta y un peinado aburrid¨ªsimos (a ella todav¨ªa la tienen que votar), estuvo tremenda llam¨¢ndole ¡°revientasindicatos de tres al cuarto¡±. Los golpes m¨¢s bajos se los dejaron a Barack: Trump es un llorica, un conspiranoico y tiene una ¡°extra?a obsesi¨®n por el tama?o de su... p¨²blico¡±, dijo, al tiempo que mov¨ªa las manos con el gesto universal de medir penes.

Es imposible no imaginar esa sala de estrategas pensando este giro de guion peliculero en el que Trump pasa de ser un genio del mal dispuesto a destruir la democracia a ser un buf¨®n mezquino, grimoso y acomplejado. No es un villano; es un chiste. Por eso el m¨¢s afilado de Barack fue directo al hollywoodiense coraz¨®n del asunto: ¡°Hemos visto esta pel¨ªcula antes¡±, dijo refiri¨¦ndose a un posible segundo mandato de Trump, ¡°y todos sabemos que la secuela ser¨¢ peor¡±.