La Europa paralizada
Francia, Alemania y Espa?a atraviesan fases de limitada eficacia pol¨ªtica mientras que la UE afronta su lenta transici¨®n y EE UU, una campa?a infinita
Francia tiene finalmente nuevo primer ministro, pero nada permite presagiar que Michel Barnier pueda liderar un Ejecutivo plenamente funcional. El frente republicano que con gran cohesi¨®n fren¨® a la ultraderecha en las urnas no ha mantenido su esp¨ªritu de solidaria colaboraci¨®n para configurar un sensato ejercicio del poder. El nombramiento de Barnier e...
Francia tiene finalmente nuevo primer ministro, pero nada permite presagiar que Michel Barnier pueda liderar un Ejecutivo plenamente funcional. El frente republicano que con gran cohesi¨®n fren¨® a la ultraderecha en las urnas no ha mantenido su esp¨ªritu de solidaria colaboraci¨®n para configurar un sensato ejercicio del poder. El nombramiento de Barnier es un error de Emmanuel Macron que no refleja el punto de equilibrio del frente que venci¨® a los ultras. El bloque de izquierda tambi¨¦n debe ser condenado por no haber asumido una actitud m¨¢s dialogante en el proceso. Ten¨ªa argumentos para reclamar liderazgo e influencia, no para imponer sus planes, como busc¨® hacer. Un doble juego de intransigencias ha conducido a un mal lugar.
El Gobierno alem¨¢n tambi¨¦n se halla en una situaci¨®n de extrema fragilidad. En su caso no es por falta de mayor¨ªa parlamentaria, sino por falta de consenso social y abundancia de litigiosidad entre sus miembros. Estrepitosas derrotas electorales le han convertido en un ser exang¨¹e. Es dudoso que pueda conseguir mucho en el a?o de mandato que le queda.
Espa?a tambi¨¦n se halla en una situaci¨®n pol¨ªtica de eficacia cuando menos limitada. Como era obvio desde la conformaci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria tan heterodoxa como la que sostiene al actual Gobierno, la actividad pol¨ªtica es desde hace m¨¢s de un a?o poco m¨¢s que un inmenso esfuerzo de configuraci¨®n del control del poder, se dirige a lo que es necesario para ello ¡ªmientras su ejercicio en beneficio de la ciudadan¨ªa se ve tristemente relegado en los m¨¢rgenes¡ª. Despu¨¦s de una primera legislatura extraordinariamente rica en producci¨®n de normas ¡ªmuchas de las cuales supusieron aut¨¦ntico progreso¡ª, el Gobierno de coalici¨®n progresista ahora no dispone de fuerza motora. El mef¨ªtico clima pol¨ªtico de Espa?a ¡ªcuya responsabilidad principal recae en unas derechas a las que se les escapa el significado exacto del bien com¨²n, pero al cual ¨²ltimamente ha aportado contribuciones no menores el sector progresista¡ª impide de forma casi absoluta que se hallen consensos para hacer cosas en una situaci¨®n en la que, ay, son necesarios.
Mientras, la UE atraviesa su habitual periodo quinquenal de hibernaci¨®n. Todo se par¨® en primavera para las elecciones, y en el mejor de los casos queda un trecho para que todo se reponga en marcha en un nivel de funcionalidad est¨¢ndar.
M¨¢s all¨¢ de Europa, EE UU tambi¨¦n se halla sustancialmente paralizado por una campa?a electoral infinita y un Congreso dividido. Los pa¨ªses europeos, y otros en el mundo, aguardan conteniendo el aliento el resultado de la contienda entre Kamala Harris y Donald Trump. Por otra parte, en Jap¨®n, el primer ministro, Fumio Kishida, anunci¨® hace casi un mes que dimitir¨ªa por una serie de esc¨¢ndalos. Aunque su partido dispone de mucha fuerza parlamentaria ¡ªha gobernado de forma casi ininterrumpida el pa¨ªs durante d¨¦cadas¡ª, no queda claro que la transici¨®n vaya a ser muy efectiva.
Es, pues, un cuadro bastante frustrante de pol¨ªtica casi paralizada, mientras el mundo corre y los desaf¨ªos son descomunales. Por supuesto hay otros pa¨ªses con plena capacidad de acci¨®n pol¨ªtica, como el Reino Unido de Keir Starmer con la formidable mayor¨ªa laborista. Pero es evidente que la coincidencia de fases de peculiar par¨¢lisis en Occidente es llamativa y desafortunada.
Se trata, por supuesto, de gajes del oficio democr¨¢tico. Elecciones, campa?as y libre competici¨®n entra?an da?os colaterales. Merece la pena asumir el coste no solo por una mera cuesti¨®n de adhesi¨®n a ciertos valores, sino por la convicci¨®n de que el sistema democr¨¢tico, con sus dificultades intr¨ªnsecas, no solo es m¨¢s noble que los autoritarios, sino que puede ser m¨¢s eficaz a largo plazo pese a sus baches. Pero ser¨ªa absurdo considerar esto un asunto c¨ªclico, inevitable y ajeno a nuestra voluntad como el rotar de las estaciones: en esta situaci¨®n hay amplias dosis de intransigencia, de c¨¢lculos de corto recorrido. Y ser¨ªa absurdo considerar que la superioridad democr¨¢tica est¨¢ garantizada: sin la actitud correcta se pierde. Los adversarios de la democracia se est¨¢n frotando las manos viendo nuestra miop¨ªa.