Jueces partidistas y no partidistas
No podemos evitar adscribirlos a una de estas dos condiciones, ¡°progresistas¡± y ¡°conservadores¡±, como si la ideolog¨ªa fuera el aut¨¦ntico criterio distintivo
Las declaraciones de la nueva presidenta del CGPJ y el Tribunal Supremo, Isabel Perell¨®, con motivo de la apertura del a?o judicial no pueden pasar sin merecer alg¨²n comentario. No ya solo porque sea la primera mujer que lo preside, aunque nos sorprenda lo mucho que se haya tardado en conseguirlo, o porque ¨D?al fin!¨D tenemos ya un Consejo con composici¨®n y funcionamiento normal, sino porque significaron una reivindicaci¨®n en toda regla de la autonom¨ªa del Poder Judicial y de la importancia de su funci¨®n como poder independiente. Es casi seguro que cualquiera de los otros candidatos posibles que estaban en las quinielas para el cargo habr¨ªan dicho algo parecido. De hecho, Conde Pumpido insisti¨® tambi¨¦n mucho en su discurso sobre la subordinaci¨®n de las decisiones del TC a la Constituci¨®n y el derecho y la necesidad de ahuyentar cualquier duda sobre su imparcialidad. En el caso del de Perell¨®, sin embargo, se abordaron de cara las alusiones directas al ruido ambiente provocado por declaraciones, actitudes y comentarios sobre la supuesta politizaci¨®n de las decisiones judiciales. Lo que vino a decir es algo parecido a lo siguiente: d¨¦jennos hacer nuestro trabajo, por favor, y hagan ustedes el suyo. Est¨¢ bien que se nos critiquen decisiones puntuales, no siempre conseguimos hacerlo bien, pero no que lo hagan cuando no coincida con su inter¨¦s pol¨ªtico particular, que es lo que casi siempre pasa.
Qu¨¦ les voy a decir, despu¨¦s de lo que llevamos vivido en nuestro pa¨ªs con esta cuesti¨®n ¨Dy todo lo que nos queda¡ª suena a pura m¨²sica arm¨®nica, un sonoro contrapunto frente a tanto ruido. Todos sabemos que el sistema jur¨ªdico no es un puro sistema cerrado sobre s¨ª mismo, inmune a sesgos ideol¨®gicos o convicciones morales determinadas. O que la labor de los jueces no podr¨ªa ser suplida por la IA, por ejemplo, porque cada supuesto de hecho introduce elementos particulares y las disonancias entre las normas aplicables impiden acudir a su aplicaci¨®n autom¨¢tica. La hermen¨¦utica y la aplicaci¨®n de la facultad del juicio ¨Daqu¨ª en el sentido de ¡°entendimiento¡± u opini¨®n razonada¨D es fundamental. El juez ¡°mec¨¢nico¡± o aut¨®mata es una contradicci¨®n en los t¨¦rminos, como el juez ¡°as¨¦ptico¡± pol¨ªtica y/o moralmente.
A pesar de ello, no podemos evitar adscribirlos a una de estas dos condiciones: ¡°progresistas¡± y ¡°conservadores¡±, como si la ideolog¨ªa fuera el aut¨¦ntico criterio distintivo. A aquellos que caen en una u otra categor¨ªa lo que les unifica, siempre a mi juicio, no es, sin embargo, la ideolog¨ªa; les une la posici¨®n que se presume que han de adoptar seg¨²n el partido que les ha promovido a un determinado cargo, como ser miembros del CGPJ o del TC, por ejemplo. Por eso creo que tiene m¨¢s sentido hablar, en su caso, de jueces partidistas y no partidistas. No siempre hay una congruencia plena entre las decisiones que hay que adoptar y una supuesta ideolog¨ªa; importa m¨¢s, y por eso los partidos fomentan mantener estas distinciones, que sus decisiones vayan en inter¨¦s del partido del Gobierno o de la oposici¨®n. ?Es progresista, por ejemplo, favorecer una supuesta organizaci¨®n territorial que sancione pol¨ªticas de distribuci¨®n de recursos favorables a las comunidades m¨¢s ricas? Presumiendo que as¨ª fuera, que todav¨ªa no lo sabemos, ?qu¨¦ decisi¨®n deber¨ªa apoyar el magistrado del TC ¨D¡°progresista¡±¨D que eventualmente tenga que pronunciarse, la que interesa al partido que lo design¨® o a su ideolog¨ªa? Lo que m¨¢s me ha gustado del discurso de Perell¨® es que figura formalmente como ¡°progresista¡±, y sin embargo ha manifestado su opini¨®n sobre la conexi¨®n entre judicatura y pol¨ªtica poni¨¦ndose del lado correcto, el de jueza. Sin adjetivaciones.
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