La izquierda espa?ola en el espejo de la italiana
Un mapa de la irrelevancia electoral y otras lecciones para evitarla
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Vista desde lejos, Italia parece un misterio. Aunque s¨®lo sea porque al frente de sus instituciones, las m¨¢s antifascistas de Europa, est¨¢ un partido heredero del fascismo. Un partido que se llama ¡®Fratelli d¡¯Italia¡¯ pero est¨¢ dirigido por una mujer... Si adem¨¢s miramos a la izquierda, el misterio se profundiza. Hace s¨®lo cuarenta a?os, en las elecciones europeas de 1984, el Partido Comunista Italiano se hizo con el 33%. ?D¨®nde fue a parar toda esa gente, toda esa fuerza? Desde luego, no a las papeletas ni a las urnas. Un r¨¢pido mapeo nos lo muestra.
A la izquierda del Partido Dem¨®crata -una criatura ya dif¨ªcil de etiquetar en s¨ª misma, una torpe imitaci¨®n de su hom¨®nimo norteamericano, m¨¢s que un partido una ensalada de corrientes socialdem¨®cratas, liberales y cat¨®licas unidas solamente por la gesti¨®n del poder y la falta de alternativas- el panorama es estrecho y confuso. El sujeto electoralmente m¨¢s relevante es Alianza Verdes e Izquierda, una coalici¨®n nacida no hace ni dos a?os de la confluencia de los Verdes con una peque?a fuerza de izquierda descendiente de una de las muchas escisiones del viejo mundo comunista. Una uni¨®n basada, m¨¢s que en un an¨¢lisis en profundidad, en la necesidad de superar las barreras que impone el sistema mayoritario. En 2022 sali¨® ¡°bien¡±: con un 3,3%, la coalici¨®n, aliada con el PD, logr¨® entrar por los pelos en el Parlamento, lo que ahora le permite existir y ofrecerse como un recurso para las asociaciones y candidatos ¡°c¨ªvicos¡±. Sin embargo los problemas persisten: se trata de una estructura casi sin sedes ni militancia, expresi¨®n sobre todo de una clase pol¨ªtica que, tras a?os de oscilaciones y cambios de nombre, ha decidido situarse en el centro-izquierda, configur¨¢ndose como una ¡°corriente externa¡± del PD.
Del mundo del PD llega tambi¨¦n Michele Santoro, periodista de 73 a?os y antiguo eurodiputado, que en estas elecciones europeas lanza su propia lista, Paz Tierra Dignidad, reagrupando a algunos individuos de diversas extracciones pol¨ªticas y lo que queda de Rifondazione Comunista. Aunque Santoro es muy conocido y la lista se caracteriza por el tema de la paz, siempre valorado por los italianos, los sondeos le atribuyen alrededor del 1,5%, muy por debajo del 4% requerido para entrar. No est¨¢ claro si el proyecto tendr¨¢ futuro o si ser¨¢ abandonado tras las elecciones, como se ha visto tantas veces en los ¨²ltimos 15 a?os.
M¨¢s all¨¢ de las urnas, en la sociedad, existen colectivos, centros sociales, movimientos ecologistas y feministas, una galaxia de experiencias de lucha que, sin embargo, no siempre tienen representaci¨®n pol¨ªtica. Entre ellos, el m¨¢s relevante es Potere al Popolo, el partido italiano m¨¢s joven en cuanto a su fecha de fundaci¨®n y la edad de sus portavoces y dirigentes. Fundado en 2018, Potere al Popolo es la ¨²nica fuerza de la izquierda italiana que no deriva de experiencias pasadas: activo en las movilizaciones por Palestina, que en Italia han visto entrar en pol¨ªtica a una nueva generaci¨®n, empe?ado en construir ra¨ªces sociales con sus Case del Popolo y su actividad mutualista, capaz de suscitar cierta pol¨¦mica en los pocos espacios concedidos en los medios de comunicaci¨®n, el partido no consigue lograr resultados electorales significativos.
Y, sin embargo, a la izquierda no le faltan razones: adem¨¢s de la arrogancia de la derecha en el gobierno, Italia es el ¨²nico pa¨ªs de Europa donde los salarios permanecen estancados desde hace treinta a?os, las condiciones de los trabajadores han empeorado y cada a?o se producen m¨¢s de mil muertes en el trabajo.
Es un pa¨ªs donde se recorta constantementeen la educaci¨®n, la sanidad, la investigaci¨®n y los servicios sociales, donde la fiscalidad es injusta y la enorme evasi¨®n fiscal recompensa a los m¨¢s ricos, mientras se suprimen las ya escasas medidas de redistribuci¨®n. ?C¨®mo es posible que la izquierda, en todas sus variantes, no consiga crecer?
Ser¨ªa simplista atribuir esta irrelevancia a supuestas incapacidades de los partidos actuales. Ciertamente, se est¨¢n pagando los errores de las direcciones del ciclo 1989-2008: la precipitada disoluci¨®n del PCI, la infructuosa participaci¨®n en gobiernos de centro-izquierda que hicieron las peores reformas neoliberales, la oscilaci¨®n entre la persecuci¨®n del poder y la construcci¨®n de una alternativa fantasma, entre el pragmatismo sin ideales y la rigidez ideol¨®gica sin consecuencias reales. Pero eso no es todo.
La cat¨¢strofe se produjo por profundas razones hist¨®ricas. En primer lugar, la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn tuvo efectos en el sistema pol¨ªtico italiano comparables a los de los pa¨ªses de Europa del Este, dado el papel de Italia como ¡°bisagra¡± durante la Guerra Fr¨ªa. En segundo lugar, las transformaciones que afectaron a su econom¨ªa marginaron a la clase trabajadora y dieron protagonismo a una peque?a burgues¨ªa feroz, a corporaciones de diversa ¨ªndole, a una burgues¨ªa a menudo entrelazada con la mafia, corrupta y clientelista.
En tercer lugar, la familia en Italia es proveedora de trabajo y servicios y fuente de ahorro, lo cual determina, incluso entre los m¨¢s j¨®venes, actitudes conservadoras y contribuye a neutralizar los conflictos. Es dificil poner en cuesti¨®n la autoridad familiar si tambi¨¦n de adulto dependes de tus padres, es dificil emprender una lucha laboral si el trabajo se consigue a trav¨¦s de redes familiares. Por ¨²ltimo, la hegemon¨ªa cultural desarrollada por las televisiones de Berlusconi ya en los a?os 90, en un pa¨ªs donde el anticomunismo y la antipol¨ªtica siempre han sido fuertes, ha conducido a la eliminaci¨®n de la memoria, a la ignorancia y a la insignificancia generalizada.
Todo esto no s¨®lo hace que no se construya una oferta de izquierdas v¨¢lida, sino que no exista siquiera la demanda. O que ¨¦sta sea una demanda confusa, que no tiene claro qu¨¦ pide y contra qui¨¦n se dirige, que toma los caminos m¨¢s diversos, empezando por una furiosa retirada a la esfera privada. Y quiz¨¢s sea precisamente de esto de lo que la Italia de Meloni sea un laboratorio, m¨¢s que de un fascismo incipiente. De un profundo proceso de pasivizaci¨®n y despolitizaci¨®n, que en el mejor de los casos produce queja, recriminaci¨®n por todo, fen¨®menos reactivos, pero que es incapaz de generar una representaci¨®n estable de un deseo de cambio. En este sentido, no es s¨®lo la izquierda la que est¨¢ en crisis, sino la pol¨ªtica misma, entendida como la reconexi¨®n de un tejido social desgarrado, como la convergencia de m¨²ltiples experiencias singulares en una dimensi¨®n colectiva, en una temporalidad com¨²n que se convierte en objeto de libre discusi¨®n. Individuos cada uno en posesi¨®n de su peque?o trozo de verdad, deambulando como son¨¢mbulos, complaciendo perezosamente los impulsos que les gu¨ªan y rechazando cualquier compromiso serio.
Aqu¨ª es donde entra en juego la apuesta de Giorgia Meloni. Consciente de su propia fragilidad y de la fluidez de los apoyos, se alinea lo m¨¢s estrechamente posible con las posiciones estadounidenses para sacar partido de su car¨¢cter insustituible en una coyuntura internacional dif¨ªcil. Y as¨ª, pasar a reconfigurar, de rebote, el espacio interno italiano en un sentido autoritario. Su propuesta de reforma presidencialista no es, como en el fascismo hist¨®rico, el instrumento para sofocar una fuerte lucha de clases, sino el intento de aprovechar la oportunidad de desarticular definitivamente la posibilidad de que los oprimidos se organicen, y tambi¨¦n de construir simb¨®licamente un nuevo comienzo: ya no la Rep¨²blica nacida del antifascismo y del repudio de la guerra, sino un sistema pol¨ªtico que pueda imponer sin demasiados obst¨¢culos los intereses econ¨®micos y geopol¨ªticos de nuestro ¡°bloque¡±, al tiempo que ofrece una figura que es capaz tanto de dar indicaciones como de absorber las recriminaciones.
?Es tan diferente la situaci¨®n en Espa?a? Es cierto que en muchos aspectos Italia es un caso ¨²nico. Y que la izquierda espa?ola tiene en el PSOE de S¨¢nchez una fuerza todav¨ªa socialdem¨®crata y mucho m¨¢s consistente que el PD, es cierto que Podemos y Sumar tienen una base electoral mayor que la izquierda radical italiana y que existen partidos nacionalistas de izquierda con un apoyo significativo. Y sin embargo algunos debates de los ¨²ltimos meses parecen en realidad un eco de la Italia de los a?os 2000. Por ejemplo, el dilema entre ¡°permanecer dentro¡± del gobierno, apoy¨¢ndolo como ¡°lo menos malo¡±, pero arriesg¨¢ndose a ser consumido por ¨¦l, o ¡°permanecer fuera¡±, criticando al gobierno para llevarse consigo a los decepcionados pero
produciendo m¨¢s decepci¨®n. O entre desarrollar una organizaci¨®n propia o disolverse en confluencias m¨¢s amplias. En realidad, lo que hemos visto en Italia, es que son todos falsos dilemas: la izquierda se ha consumido qued¨¢ndose dentro y qued¨¢ndose fuera, ya sea desarrollando su propio proyecto autorreferencial que construyendo coaliciones vagas e indefinidas. El problema -que s¨®lo ahora se hace evidente- reside m¨¢s bien en hacer pol¨ªtica. Es decir, analizar y definir los sujetos, los intereses y las relaciones de poder en juego, identificar los procesos profundos que configuran al propio sujeto de referencia, organizar su expresi¨®n, ser capaces de imponer algo al sistema a trav¨¦s de la autonom¨ªa de las estructuras propias, determinar una reconfiguraci¨®n del sistema seg¨²n una directriz m¨¢s favorable al propio proyecto y reanudar el ciclo desde un nivel m¨¢s avanzado.
Si la izquierda radical espa?ola quiere evitar la ¡°italianizaci¨®n¡±, est¨¢ obligada a analizar en profundidad las din¨¢micas de clase e identificar a sus sujetos m¨¢s all¨¢ de la simple ¡°opini¨®n¡± transversal que se interpreta de forma populista. El objetivo es poner en marcha sus medios de comunicaci¨®n sobre esta base, como una batalla cultural que no es s¨®lo para tomar una posici¨®n dirigida siempre solo a los tuyos, sino la capacidad de volver a conectar la experiencia cotidiana con los grandes procesos hist¨®ricos, con un amplio horizonte de sentido. Debe trabajar para construir su militancia -carn¨¦s de afiliaci¨®n, redes de simpatizantes, presencia sindical- y su arraigo territorial, lo que le puede permitir sedimentarse, incluso electoralmente, y construir lazos fuertes con los representantes electos y comunidades que ofrezcan una respuesta a la disociaci¨®n cognitivo-afectiva que produce la crisis. Es in¨²til fijarse en cuestiones abstractas en lugar de apuntar correctamente en qu¨¦ niveles institucionales, en qu¨¦ aparatos burocr¨¢ticos y en qu¨¦ sectores sociales es posible atrincherarse para no dejarse arrastrar por un resultado electoral desafortunado. Tal vez evitando cambiar de marcas y quemar dirigentes todo el tiempo, mientras se improvisan direcciones autocr¨¢ticas que reproducen las revanchas internas en cadena.
Es f¨¢cil decirlo, por supuesto. Pero seguramente lo que la izquierda radical espa?ola no puede permitirse ahora es la resignaci¨®n o el inmovilismo. Si las cat¨¢strofes ense?an algo, es que hasta que no ocurren se pueden evitar. Desde la c¨¢rcel Gramsci escribi¨®: ¡°Incluso cuando todo est¨¢ o parece perdido, es preciso reanudar tranquilamente el trabajo, empezando de nuevo desde el principio¡±. Su ejemplo habla a una nueva generaci¨®n de la izquierda italiana, que est¨¢ empezando de cero, brotando en el desierto. En Espa?a sigue habiendo un humus, un sotobosque, un p¨²blico. Puestos a elegir, siempre es mejor volver a empezar desde uno, desde dos, desde tres.
*Salvatore Prinzi es investigador en Filosof¨ªa del CNR y activista en movimientos sociales en Italia.
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