Pobres v¨ªctimas del terrorismo
Con menosprecio de su dolor, el Gobierno ha perpetrado un cambalache turbio; a?ade humillaci¨®n la ni?er¨ªa del portavoz del PP
He conocido personalmente a v¨ªctimas del terrorismo. Factores que poco o nada tienen que ver con la pr¨¢ctica de la pol¨ªtica, como la pena o el deseo de coherencia ¨¦tica, de escasa utilidad para la obtenci¨®n de poder, me llevaron a tratar con algunas de ellas. En sucesivos encuentros, supe del destino doloroso que les impusieron; las o¨ª evocar a familiares asesinados, no raras veces en circunstancias de calculada y eficiente crueldad, y he tenido conocimiento de las muy distintas afecciones psicol¨®gicas que el sufrimiento les infiri¨®. No abrigo duda de que la condici¨®n de v¨ªctima es para toda la vida, por m¨¢s que el tiempo, la solidaridad ajena o la ejecuci¨®n cabal de la justicia puedan aportar cierto alivio o consuelo. No es lo mismo morir en un accidente de tr¨¢fico que porque gente armada, movida de convicciones absolutas, se organice para matar. Hay quienes consideran atenuante esta particularidad. All¨¢ ellos. Puestos a elegir, preferir¨ªa que me atacasen para robarme la cartera a que lo hicieran para consumar a costa de mi sangre un proyecto, mancill¨¢ndome adem¨¢s de culpa. Espa?a es un pa¨ªs desfavorable para las v¨ªctimas del terrorismo. Con menosprecio de su dolor, el Gobierno actual ha perpetrado un cambalache turbio. A?ade humillaci¨®n la ni?er¨ªa del portavoz del PP, se?or Tellado, al mostrar en el Congreso, sin consentimiento de los familiares y con correligionaria a su lado mond¨¢ndose de risa, un cartel con fotos de socialistas asesinados. Yo conoc¨ª en persona a uno de los retratados, al senador Enrique Casas, cuya muerte, como quiz¨¢ sepa quien lee libros, no fue obra de ETA. Tampoco termina ah¨ª la historia. Semanas despu¨¦s del crimen, la polic¨ªa liquid¨® a quemarropa, con ocasi¨®n de una emboscada en el puerto de Pasajes, a cuatro miembros de los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas, organizaci¨®n responsable del asesinato de Casas. ?Qu¨¦ m¨¢s da la verdad cuando ni siquiera hay verdad personal?
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