No me apetece luchar contra el fascismo mientras espero al autob¨²s
Las redes sociales son la vida real, pero tambi¨¦n tienen mucho de simulacro y de disfraz de Mortadelo
?Hace falta luchar contra el fascismo mientras esperamos al autob¨²s? Entiendo que se puede, por qu¨¦ no, pero ?es necesario, o podemos leer chistes, memes y ocurrencias? Esta duda viene por el debate entre la izquierda sobre si es buena idea dejar Twitter (que ahora se llama X, pero que nadie llama X) tras haber sido colonizada por la derecha conspiranoica protrumpista, o si hay que quedarse y resistir para no ceder ese espacio a los ultras. Adem¨¢s de eso, desde la derecha, no solo la ultra, se recrimina a los progres que no sepan enfrentarse a las discusiones pol¨ªticas y que hayan salido corriendo a redes como Bluesky a darse la raz¨®n los unos a los otros.
Pero esto de combatir el fascismo es agotador, sobre todo mientras esperamos al autob¨²s. Porque m¨¢s que combatir las amenazas autoritarias, se trata de decir obviedades como que el franquismo fue una dictadura retrasada y retrasante, o de desmentir bulos que ya han sido desmentidos miles de veces, con lo que solo se consigue dar m¨¢s difusi¨®n a los tuits m¨¢s rid¨ªculos, adem¨¢s de dar la sensaci¨®n de que hay algo parecido a un debate sobre estos temas. A lo mejor soy un poco fr¨ªvolo, pero ante este panorama prefiero buscar algo que me haga re¨ªr, incluso aunque no tenga claro si va a llegar antes el bus 226 o la tercera guerra mundial.
Adem¨¢s, y aunque las redes sociales no son algo aparte de la vida real, es cierto que tienen un buen componente de simulacro. No quiero menospreciar el uso de las redes por parte del autoritarismo trumpista y putinista, pero hay un ingrediente de impostura, de disfraz de Mortadelo, de cosplay de la batalla pol¨ªtica, de ¡°hijo m¨ªo, yo a tu edad estaba basad¨ªsimo y ten¨ªa a los rojos bailando en la red social de don Elon Musk Parera¡±.
En La sociedad decadente, el periodista Ross Douthat escribe que las redes sociales animan a la gente ¡°a simular un extremismo, a reproducir los a?os treinta o los sesenta¡± y ¡°a abordar la pol¨ªtica radical del mismo modo que abordan un videojuego¡±, es decir, sin poner en riesgo ¡°sus vidas contempor¨¢neas relativamente confortables¡±. Aunque este libro es de 2020 y desde entonces han pasado bastantes cosas, como la invasi¨®n de Ucrania y el retorno de Donald Trump, algo de eso hay porque en Twitter siempre ha habido mucho teatrillo de la indignaci¨®n.
Todo esto de emigrar a Bluesky quiz¨¢s sea una forma de huir a un rinc¨®n reconfortante y artificial, pero tambi¨¦n puede ser una oportunidad para que la izquierda elabore una propuesta que no consista solo en la respuesta airada a la pen¨²ltima provocaci¨®n de pol¨ªticos ultramontanos y de tuiteros en busca de carguito de asesor parlamentario. Es decir, puede aprovechar para separarse de la ¨¦pica impostada tuitera y de una b¨²squeda de pureza que solo ha servido para que haya m¨¢s partidos progresistas que votantes.
Y si la derecha se queda sola y aburrida en Twitter, sin nadie a quien provocar, tambi¨¦n podr¨ªa tomarse un descanso en su reciente descubrimiento de la transgresi¨®n y recordar que la fortaleza del conservadurismo no ha venido, tradicionalmente, de decir lo primero que a uno le ven¨ªa a la cabeza, sino m¨¢s bien de recordar que hay ideas que funcionan desde hace siglos, y que por algo ser¨¢. Y s¨ª, claro que hay que leer y escuchar a los que piensan diferente, pero no necesariamente en Twitter, donde quienes controlan la conversaci¨®n no son los m¨¢s listos, sino los m¨¢s ruidosos.
Todo esto deber¨ªa dejar adem¨¢s hueco para los chistecitos, al menos mientras llega el autob¨²s. Porque los chistes y memes no son solo formas de matar el tiempo: nos ayudan a vernos a nosotros mismos y a nuestras man¨ªas con distancia y, por ejemplo, a darnos cuenta de lo rid¨ªculas que son algunas peleas tuiteras. George Orwell escribi¨® que los chistes son peque?as revoluciones: ¡°Todo lo que destruya la humanidad y baje a los poderosos de sus asientos, a poder ser haciendo que se den un batacazo, es divertido. Y cuanto m¨¢s alta la ca¨ªda, m¨¢s bueno el chiste. Ser¨ªa m¨¢s divertido lanzarle una tarta de crema a un obispo que a un cura¡±. A lo mejor hay que dar cierre de una vez a la ¨¦poca de los zascas y volver a las tartas.