Nunca digas pap¨¢
El escritor se empe?a en satisfacer a su padre o en llevarle la contraria, que viene a ser lo mismo. Hay que escribir para las madres
Escribir para satisfacer al padre es como hacerlo para satisfacer al mercado. Hay que escribir para la madre. Todas las madres merecen un hijo que escriba contra el mercado y que su prosa suene como el ruido del mirlo al romperse la cabeza contra las paredes de cristal del edificio del BBVA. Que el hijo se abra al escribir como se abri¨® ella al parirle. Las madres muertas quieren que los hijos vivos escriban sobre las neuralgias de trig¨¦mino y sobre el aura bendita que suele precederlas. Todo buen escritor deber¨ªa agradecer las horribles jaquecas heredadas de su madre muerta. Y en el notario, antes de la lectura del testamento, el hijo escritor deber¨ªa reclamar para s¨ª las migra?as sombr¨ªas de la difunta. Qu¨¦dense los dem¨¢s con qu¨¦. ?Qu¨¦ ten¨ªa la madre, aparte de las enfermedades? Un par de zapatillas de las de andar por casa y una bata de las de andar por casa¡ Todo lo que ten¨ªa era de andar por casa. Eso debe qued¨¢rselo tambi¨¦n el escritor, adem¨¢s de los ansiol¨ªticos, los analg¨¦sicos, los hipn¨®ticos, los antipir¨¦ticos y dem¨¢s f¨¢rmacos, incluidos los no esdr¨²julos.
Hay que escribir para satisfacer a las madres muertas. La humanidad est¨¢ llena de madres muertas que han soportado hambres, hombres, guerras, violaciones, sed, y que se han despertado en medio de la noche oyendo el llanto tuyo, jodido escritor de mierda empe?ado en satisfacer a tu padre, o en llevarle la contraria, que viene a ser lo mismo.
Lo peligroso para el sistema eran las depresiones de tu madre, as¨ª que no te quejes de las tuyas, gilipollas. Escribe desde ellas, desde la oscuridad del alma de tu madre, ponle palabras al cuervo desencuadernado que acaba de estrellarse contra tus tinieblas mentales, contra tus pesadillas. M¨ªralo, con el cuello roto y las alas desarticuladas. Escribe desde ah¨ª. Di padre, nunca digas pap¨¢, pero di mam¨¢ siempre que tengas la oportunidad de nombrarla, a ver si al fin te haces un escritor, un hombre.
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