Jugar con el fuego de Vox
El problema del antisanchismo es que propone una visi¨®n tan ag¨®nica de la situaci¨®n pol¨ªtica que uno podr¨ªa acabar convencido que, efectivamente, vivimos en un comatoso estado de excepci¨®n
A mediados de octubre, Vox present¨® en el Congreso una proposici¨®n no de ley en la que ped¨ªa la dimisi¨®n en bloque del Gobierno y la convocatoria de elecciones. El motivo que la sustentaba eran los presuntos casos de corrupci¨®n vinculados a familiares del presidente S¨¢nchez y a su Gobierno. Su objetivo era el de siempre: salvar Espa?a. En ese documento, reforzando la idea que el Estado vive amenazado por un Gobierno dictatorial, se subrayaba la necesidad de proteger a los servidores p¨²blicos para evitar que reciban presiones que impidan seguir con las investigaciones. Desde entonces, el partido ha replicado discurso y estrategia en Parlamentos auton¨®micos. A principios de noviembre, en Cantabria, la proposici¨®n fue aprobada con los votos del Partido Popular. Tambi¨¦n la present¨® en Canarias. El pasado viernes, clonada, en el Parlamento andaluz para que sea discutida en el pr¨®ximo pleno. Pero el caso m¨¢s significativo ha sido el de Castilla y Le¨®n.
El inefable exvicepresidente Juan Garc¨ªa-Gallardo registr¨® el texto el 28 de noviembre y lo defendi¨® esta semana. La deriva de la sesi¨®n evidenci¨® los riesgos que implica para los conservadores seguir a los neofranquistas. Es jugar con fuego democr¨¢tico. Y los diputados populares, a pesar del discurso de Garc¨ªa-Gallardo, apoyaron la iniciativa. Para jugar a la pol¨ªtica nacional, por c¨¢lculo regional o por convicci¨®n ideol¨®gica. Porque, en realidad, la din¨¢mica argumental de la proposici¨®n de Vox solo fascistiza el relato sobre la degradaci¨®n institucional que las diversas oposiciones del Madrid DF han ido construyendo para reconquistar el poder. No es extra?o que esto ocurra. El problema fatal del antisanchismo, que tiene sus razones y que solo en segunda instancia tienen que ver con la presunta corrupci¨®n, es proponer una visi¨®n tan ag¨®nica de la situaci¨®n del pa¨ªs que uno podr¨ªa acabar convencido de que vivimos en un comatoso estado de excepci¨®n.
Si se acepta esa visi¨®n locoide es f¨¢cil deslizarse por la pendiente de la neurosis y acabar dando verosimilitud a una trola tan fanatizada como la que de Vox en su proposici¨®n: ¡°El Gobierno de S¨¢nchez puede ser considerado como el m¨¢s relacionado con casos de corrupci¨®n de la historia de Espa?a y, efectivamente, la corrupci¨®n est¨¢ actuando como un verdadero agente disolvente y nocivo para nuestra patria¡±. Nada que haya sorprendido al tribuno Garc¨ªa-Gallardo, como dej¨® claro en su intervenci¨®n. Los principios del nacionalpopulismo europeo con el revisionismo historiogr¨¢fico sobre las primeras d¨¦cadas del siglo XX en Espa?a confluyen en su cr¨¢neo privilegiado. Tanto puede cargar contra la Agenda 2030 como afirmar que el adn del PSOE durante toda su existencia ha sido la violencia y la corrupci¨®n. ¡°Su historia criminal, solo interrumpida en los 36 a?os en que no pudieron robar¡±, afirm¨®. Rimaba con la nostalgia dictatorial que el diputado Mariscal confes¨® en la Carrera de San Jer¨®nimo. Con el franquismo, ay, esto no pasaba.
La interpelaci¨®n al PP de Gallardo era directa: es urgente ¡°derribar por tierra, mar y aire¡± a los socialistas. Al votar a favor de una moci¨®n de antisanchismo de garraf¨®n, defendida con un discurso contrarrevolucionario inimaginable en la Espa?a refundada durante la Transici¨®n, m¨¢s que derribar a S¨¢nchez, el PP juega con fuego: chamusca posibilidades de desgastar los apoyos que mantiene el Gobierno y queda atrapado en el marco traumatizante que le hizo perder las elecciones. Cuando se normalizan las relaciones del partido de Alberto N¨²?ez Feij¨®o con Vox, se vuelve a reagrupar la contradictoria mayor¨ªa (y el electorado) que sustenta a Pedro S¨¢nchez en el poder porque sabe que la alternativa le amenaza.
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