Lo que vale una misa
Tras cinco a?os de trabajo ha sido posible reabrir Notre Dame con una ceremonia a la que asistieron creyentes y agn¨®sticos reunidos en torno a ese s¨ªmbolo de nuestra civilizaci¨®n
En la Nochebuena de 1886 un joven poeta, racionalista y ateo militante, llamado Paul Claudel andaba perdido por las calles de Paris entre vagabundos y mendigos bajo una intensa nevada. Por puro azar sus pasos le llevaron a cruzar por delante de Notre Dame y para librarse del frio decidi¨® entrar en la catedral en el momento en que se estaba celebrando la misa del Gallo. El joven racionalista fue recibido por una c¨¢lida nube de incienso envuelta con los magn¨ªficos acordes del ¨®rgano. Las figuras del roset¨®n y las vidrieras se proyectaban sobre las naves encendidas y en el altar se mov¨ªan bajo unas sagradas vestiduras orladas de oro y plata el cardenal y los oficiantes. El espect¨¢culo le produjo un vuelco en el cerebro y fue la causa de que Paul Claudel se convirtiera al catolicismo, simplemente por est¨¦tica. En la tarde del 15 de abril de 2019 un incendio destruy¨® gran parte de Notre Dame. Despu¨¦s de cinco a?os de trabajo ha sido posible reabrir la catedral con una ceremonia a la que asistieron m¨¢s 40 jefes de estado y de gobierno, creyentes y agn¨®sticos de cualquier raza reunidos en torno a ese s¨ªmbolo de nuestra civilizaci¨®n. En la reapertura de Notre Dame pudo haber invitados que tal vez eran canallas y se?ores de la guerra, pero todos, incluso el propio Donald Trump, en el papel de Quasimodo, el campanero jorobado, fueron redimidos por la belleza, m¨¢s all¨¢ de la fe. Por un jodido embrollo de protocolo los reyes de Espa?a y el ministro de cultura declinaron la invitaci¨®n por motivos de agenda. " ?Oh, dioses inmortales, entre qu¨¦ clase de gente estamos! ¡°- clamaba Cicer¨®n en las Catilinarias. Estas palabras despectivas sirven para calificar esta ausencia y tambi¨¦n la otra gran cagada del funeral esperp¨¦ntico celebrado en Valencia por las v¨ªctimas de la dana en el que nuestros pol¨ªticos se apropiaron de la desolaci¨®n de los familiares de las v¨ªctimas y exhibieron el odio entre ellos sentados en primera fila, un espect¨¢culo que hubiera devuelto a Paul Claudel al ate¨ªsmo.
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