Junqueras: el reto de recoser ERC
El vencedor en las primarias de su partido tiene por delante la tarea de curar la profunda fractura que sufre la formaci¨®n
Oriol Junqueras ha regresado a la presidencia de Esquerra Republicana de Catalunya seis meses despu¨¦s de dimitir del cargo tras una racha de malos resultados que en mayo culminaron con la p¨¦rdida de la Generalitat por parte de la formaci¨®n independentista. La votaci¨®n interna de este s¨¢bado ¡ªen la que los m¨¢s de 8.000 militantes ten¨ªan que decidir entre dos candidaturas y que Junqueras salv¨® con un 52% de apoyos frente al 42% de su rival, Xavier God¨¤s¡ª da al veterano dirigente plena legitimidad para gobernar a los republicanos, pero tendr¨¢ que lidiar con una profunda fractura interna con tintes de guerra fratricida. De la pericia con la que act¨²e a partir de ahora depender¨¢ no solo la unidad el partido, hist¨®ricamente proclive a las escisiones, sino tambi¨¦n la estabilidad de instituciones fundamentales, ya que ERC es imprescindible para la gobernabilidad de Espa?a, Catalu?a y tambi¨¦n en el Ayuntamiento de Barcelona.
En clave interna, Junqueras tiene el reto de crear un equipo dirigente que sepa dar respuesta no solo a lo que han votado los militantes, sino tambi¨¦n a las necesidades de futuro, que a menudo quedan relegadas en votaciones tan personalistas como la que se ha registrado en ERC. Para sortear estas dificultades deber¨¢ tener en cuenta que las diferencias program¨¢ticas entre la candidatura que ¨¦l ha encabezado (Milit¨¤ncia Decidim) y la perdedora (Nova Esquerra Nacional) eran m¨ªnimas, y que la gran brecha estaba en la renovaci¨®n o no de caras en la presidencia de la formaci¨®n. Una vez avalado por las urnas, Junqueras deber¨¢ buscar complicidades con la candidatura alternativa si no quiere arriesgarse a una guerra interna de imprevisibles consecuencias o incluso a una escisi¨®n. Por otro lado, el fracaso del proc¨¦s y el cambio profundo del clima pol¨ªtico y social catal¨¢n exige de un dirigente protagonista del trauma de 2017 un contundente aterrizaje en la realidad.
La conveniencia o no de continuar colaborando ¡ªmediante diferentes f¨®rmulas¡ª con los gobiernos de Barcelona, Catalu?a y Espa?a, ha sido tambi¨¦n uno de los ejes de la larga campa?a interna de ERC. En un intento de conseguir apoyos de la candidatura que qued¨® eliminada en la primera vuelta del proceso congresual ¡ªque representaba el alma m¨¢s contraria a llegar a acuerdos con los socialistas¡ª tanto Junqueras como sus rivales de Nova Esquerra Nacional han abogado por someter a votaci¨®n de las bases no solo eventuales futuras investiduras sino tambi¨¦n, por ejemplo, el apoyo a los Presupuestos de la Generalitat. En la recta final de la campa?a, Junqueras ha introducido matices a esta arriesgada propuesta y se ha comprometido a hacer un an¨¢lisis pormenorizado del cumplimiento de los acuerdos mediante una Comisi¨®n de Pactos de nueva creaci¨®n.
ERC, como cualquier partido que alcanza acuerdos con otros, ya sea para una investidura o para aprobar unos Presupuestos, tiene derecho a ser exigente con el cumplimiento de los pactos y a ser ambicioso en sus planteamientos. El problema es que en un partido dividido como es hoy Esquerra Republicana, con casi la mitad de la militancia radicalmente contraria a la direcci¨®n resultante de la votaci¨®n del s¨¢bado, es temerario volver a llamar a las unas urnas a corto plazo. El peligro si se hace es que la votaci¨®n olvide el sentido de la pregunta ¡ªpresupuestos s¨ª o no¡ª y de facto se convierta en un nuevo plebiscito sobre la continuidad de Junqueras. De ah¨ª la importancia que la nueva direcci¨®n de ERC tome conciencia de los enormes retos a los que se enfrentan las instituciones catalanas, y por extensi¨®n las espa?olas, y priorice la labor de recoser el partido antes de volver a organizar votaciones que puedan conducir a m¨¢s inestabilidad.
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