El debate | ?Sigue teniendo la Navidad un sentido religioso?
La euforia consumista en estas fechas oculta a menudo su dimensi¨®n cristiana. Las fiestas se pueden disfrutar como la conmemoraci¨®n del nacimiento de Jes¨²s o como una celebraci¨®n colectiva sin significado espiritual; o las dos
![Decoraci¨®n navide?a en unos grandes almacenes del centro de Madrid, el pasado 28 de noviembre.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5FTVU2BIKBEI7KOK2VH2PRWGFU.jpg?auth=755f55ce09b675e4d9f3f8e0c0b8d747325cf252728859d34af1f48d6a4a0e7c&width=414)
A las puertas de la temporada de fiestas navide?as, que en Espa?a empieza con el sorteo de la Loter¨ªa el 22 de diciembre y termina el d¨ªa de Reyes, surge la pregunta en torno al sentido de esta celebraci¨®n, cuya dimensi¨®n religiosa parece cada vez m¨¢s minoritaria para buena parte de la sociedad, en favor del consumo y el disfrute l¨²dico. ?Hemos olvidado el sentido espiritual de la Navidad? ?Es incompatible con la fiesta del consumo?
El te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo defiende que la celebraci¨®n del nacimiento del hijo de Dios es la memoria ¡°subversiva¡± de los perdedores de la historia y que merece la pena pensar as¨ª la Navidad. Para la escritora Laura Fern¨¢ndez da igual el sentido que le d¨¦ cada uno a la fiesta, lo especial de esta ¨¦poca es que la sociedad se pone de acuerdo para fingir, creer en la magia y superar su falta de ilusi¨®n del resto del a?o.
Lo subversivo es celebrar la vida de un ni?o pobre
Juan Jos¨¦ Tamayo
Los ¡°evangelios de la infancia¡± son un g¨¦nero literario peculiar dentro de los evangelios de Mateo y Lucas, que presentan el nacimiento de Jes¨²s a trav¨¦s de una serie de s¨ªmbolos, im¨¢genes y figuras, que no son narraciones hist¨®ricas propiamente dichas, si bien ofrecen algunos datos fiables. En ellos se describe la situaci¨®n de Palestina sometida al Imperio Romano y gobernada por dictadores a su servicio. Aparecen fen¨®menos especialmente significativos que rodean el nacimiento de Jes¨²s: una familia ¡°sin abolengo ni pedigr¨ª de clase¡± (seg¨²n el biblista Jes¨²s Pel¨¢ez), que tiene que refugiarse en un establo donde da a luz su madre Mar¨ªa, la persecuci¨®n y el infanticidio de Herodes, la emigraci¨®n en condiciones de total desprotecci¨®n, la encarnaci¨®n de Dios no en una persona perteneciente a la realeza, sino en un ni?o nacido en una familia empobrecida, el anuncio del mensaje de paz comunicado a los pastores en medio de la violencia impuesta por la pax romana en los territorios ocupados, el revolucionario c¨¢ntico del Magnificat de Mar¨ªa, que invierte los valores: Dios derriba de sus tronos a los poderosos y ensalza los humildes.
La situaci¨®n tiene similitudes con la actualidad: imperialismos, colonialismos, guerras, violencia contra los ni?os, las ni?as y las mujeres hasta el feminicidio y el infanticidio, brechas de la desigualdad cada vez m¨¢s profundas, desahucios, personas inmigrantes, refugiadas y desplazadas a quienes se les niegan la ciudadan¨ªa y los derechos fundamentales, familias con todos los miembros en paro, genocidio del pueblo de Gaza por el ej¨¦rcito israel¨ª comandado por Netanyahu, nuevo Herodes, con m¨¢s de 45.000 gazat¨ªes asesinados.
La celebraci¨®n de la Navidad es hoy ajena a las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jes¨²s y mira c¨ªnicamente para otro lado. Nada que ver con la situaci¨®n de pobreza y marginaci¨®n que rodea al alumbramiento de Mar¨ªa. Se fomenta el dispendio, la desmesura, los excesos, el consumismo. No hay conciencia de que las mayor¨ªas populares viven una situaci¨®n de empobrecimiento causado por la injusticia estructural mientras se dispara el gasto. Lejos de dar respuesta solidaria a los verdaderos y m¨¢s graves problemas que vive la humanidad, los encubre. Lejos de fomentar una conciencia cr¨ªtica y transformadora en los cristianos y cristianas ante las situaciones de injusticia, tiende a generar una conciencia alienante. Lejos de fomentar la solidaridad y la compasi¨®n, adormece las conciencias y es insensible a los sufrimientos de las v¨ªctimas.
Dir¨ªa m¨¢s, la Navidad se ha convertido en opio del pueblo y comercializaci¨®n de lo sagrado. En un emblem¨¢tico art¨ªculo de 1921, Walter Benjamin hablaba del cristianismo convertido en capitalismo y de este como religi¨®n de culto sin dogmas. Hoy podemos decir que la Navidad ha derivado en mercantilismo y neoliberalismo.
?Es recuperable el sentido de la primera Navidad cristiana? Creo que s¨ª. Tres son, a mi juicio, los aspectos a recuperar, m¨¢s all¨¢ de su vertiente consumista y asistencial, en la perspectiva de un cristianismo liberador como alternativa. El primero es la humanizaci¨®n de Dios en la persona de Jes¨²s de Nazaret, el ¡°Dios human¨ªsimo¡± del que habla el te¨®logo Edward Schillebeeckx, cuyos principales atributos no son la omnipotencia y la trascendencia que no hace pie en la historia, sino la compasi¨®n con las v¨ªctimas. El segundo es la ubicaci¨®n de Jes¨²s no en la esfera divina, sino en los m¨¢rgenes de la sociedad y en el reverso de la historia. ?l no posee sangre real, ni tiene madera de h¨¦roe, ni pertenece a la casta sacerdotal. Es, como afirma John P. Meier, uno de los principales especialistas en las investigaciones sobre el Jes¨²s hist¨®rico, ¡°un jud¨ªo marginal¡±: as¨ª naci¨®, as¨ª vivi¨® y as¨ª muri¨®. La celebraci¨®n de su nacimiento es, por tanto, la memoria ¡°subversiva¡± de las v¨ªctimas y de los perdedores de la historia, no la conmemoraci¨®n de los ¨¦xitos de una megaestrella o de las conquistas de un triunfador. En tercer lugar, en la Navidad hay un despliegue de la fantas¨ªa, de la imaginaci¨®n y del sentido l¨²dico-festivo, que constituye el contrapunto de un cristianismo que se regodea en la culpa y el dolor al que busca sentido redentor.
Conforme a esta l¨®gica, creo que ?otra Navidad es posible y necesaria!
Feliz irrealidad: qu¨¦ m¨¢s da si no significa nada
Laura Fern¨¢ndez
Dej¨¦nme confesarles algo. Me obsesiona, y me fascina, la Navidad. Es la ¨²nica ¨¦poca del a?o en la que el mundo ¡ªal menos, una parte de ¨¦l, y una cada vez mayor: la aldea global se abre camino, y la mente ¨²nica del capitalismo feroz borra todo aquello que no resulte f¨¢cilmente mercantilizable, oh, d¨ªganme, ?acaso hay algo que pueda competir con el omnipresente gorro de Pap¨¢ Noel? ?O era Santa Claus?¡ª finge creer. ?En qu¨¦? En eso que de forma brutalista, o reduccionista, o, por qu¨¦ no, simplemente rid¨ªcula, llamamos la magia. Pero, ?qu¨¦ es la magia? Un relato que cubre a otro ¡ªal ¨²nico otro posible: el de lo real¡ª, y lo suspende, por un momento. Oh, s¨ª, la realidad es una convenci¨®n, y lo sabemos. Es una convenci¨®n segura y reconocible, aunque cada vez m¨¢s intervenida, cada vez m¨¢s pura interferencia, cada vez m¨¢s f¨¢brica de mundos burbuja paralelos.
Dej¨¦nme confesarles algo m¨¢s. Ni siquiera hice la comuni¨®n, as¨ª que jam¨¢s supe de d¨®nde ven¨ªa todo esto. Simplemente, ocurr¨ªa. Se abr¨ªa una brecha y un tipo muy concreto de ficci¨®n pretend¨ªa pasar por realidad. Que mi obsesi¨®n, como escritora, sea precisamente esa brecha, es decir, todo aquello que el ser humano, como animal narrativo, como especie escritora, inventa para no tanto dar sentido al sin sentido ¡ª?Por qu¨¦ tenemos que acabarnos? ?Qu¨¦ somos exactamente? ?Qu¨¦ hacemos en un planeta en mitad del espacio, dando vueltas a toda velocidad?¡ª, como promoverlo, apuntalarlo, permitirle recordar que, si hemos sido posibles, si lo estamos siendo, todo podr¨ªa serlo, probablemente tenga que ver con que siempre fui consciente del truco, nunca, en realidad, pude creer, por m¨¢s que los mism¨ªsismos Reyes Magos visitaran una noche mi casa.
Deb¨ªa de tener cinco a?os, y era muy consciente ¡ªla torpeza de los adultos es enternecedora, descuidadamente cruel¡ª de que los troncos no cagaban regalos ¡ªdisc¨²lpenme si no est¨¢n al tanto, pero en Catalu?a la ficci¨®n navide?a retuerce el gesto hasta lo imposible¡ª pese a que quer¨ªa creer que lo hac¨ªan ¡ªno pude: los profesores, en el colegio, levantaban la manta que cubr¨ªa el robusto le?o con pipa y barretina con tanto ¨ªmpetu, que todo lo que hab¨ªa debajo, quedaba al descubierto¡ª, y de que los Reyes Magos eran gente fatalmente disfrazada. Mis padres, preocupados, contrataron a unos chicos que se dedicaban a ir por el barrio entregando regalos la Noche de Reyes, vestidos de Gaspar, Melchor y Baltasar. No mejor¨®. Pero fing¨ª que lo hac¨ªa. Me pareci¨® divertido. ?De veras estaba jugando el mundo a ser de mentira? ?Todo el mundo, a la vez? ?Por qu¨¦?
Intenten pensar por qu¨¦ estos d¨ªas les parece que el tiempo pasa de otra forma, que las luces brillan m¨¢s, o que abandonan a una tristeza m¨¢s honda, o se pierden en el deseo ¡ªtambi¨¦n, y sobre todo, material¡ª m¨¢s desaforado. Hay un barniz. Lo que existe est¨¢ siendo distorsionado, ritualmente. ¡°It¡¯s that time of year / When the world falls in love¡±, canta Frank Sinatra en el cl¨¢sico The Christmas Waltz ¡ª¡±Es esa ¨¦poca del a?o, en la que el mundo se enamora¡±¡ª, y ?no dir¨ªan que est¨¢ en lo cierto? Todo es excesivo ¡ªy cada vez m¨¢s¡ª en Navidad, y lo es porque, de alguna forma, puede serlo. Estamos perdiendo la cabeza porque no podemos no hacerlo. En un mundo tan cada vez m¨¢s decididamente falto de ilusi¨®n ¡ªtan precaria, o secamente real¡ª, que esa brecha exista, y siga abri¨¦ndose, a?o tras a?o, es un milagro.
S¨ª, la Navidad es cada vez m¨¢s una versi¨®n enloquecida de s¨ª misma. Pero lo es, porque el mundo tambi¨¦n. No porque est¨¦ mal. Pi¨¦nsenlo. No se trata de cu¨¢nto compramos, o comemos, sino de detenerse, por un momento, a contemplar algo que no existe, pero hemos creado entre todos. No importa c¨®mo de despojado est¨¢ hoy de significado, de hecho, cu¨¢nto m¨¢s lo est¨¦, mejor, su ¨²nico sentido debe ser el de la irrealidad, porque de lo que se trata es de creer en cualquier cosa que nos aleje de la realidad durante un tiempo, y fingir que todo est¨¢ siendo distinto, y tomar, por qu¨¦ no, conciencia de nuestro poder para alterar el orden, cualquier orden. Dejemos que lo que hemos inventado nos proteja unos d¨ªas, y no nos preguntemos por qu¨¦ lo hace. Siempre vamos a necesitar creer que nada tiene por qu¨¦ acabarse nunca.
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![Un hombre fuma en la terraza de un bar de Lugo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MNRW4I6L25ATXNCMZLMFIQFCP4.jpg?auth=3cddc84958335c3a4d810007fb69f347b2f72da0b69a6e7a6b3b5988cbd863de&width=414&height=311&focal=2480%2C1175)