Merci, Gis¨¨le
La sentencia del ¡®caso Pelicot¡¯ contra el marido de la v¨ªctima y 50 violadores m¨¢s es un llamamiento a un cambio social profundo
Despu¨¦s de casi cuatro meses de un juicio que marcar¨¢ para siempre la historia de Francia, el tribunal de Avi?¨®n conden¨® este jueves a la pena m¨¢xima (20 a?os de c¨¢rcel) a Dominique Pelicot, el hombre que durante 10 a?os sed¨® a su esposa, Gis¨¨le, para que fuera violada por decenas de hombres reclutados en internet. Los otros 50 acusados fueron condenados a entre 3 y 15 a?os. Si la condena a Pelicot coincide con la petici¨®n de la Fiscal¨ªa, las dictadas contra los dem¨¢s convictos son inferiores a las solicitadas por el ministerio p¨²blico, una decisi¨®n muy criticada, entre otros, por los hijos de la v¨ªctima.
El juicio ¡ªcuya resoluci¨®n puede ser todav¨ªa objeto de recurso¡ª deja en el aire la sospecha sobre el presunto abuso a la hija de la pareja, Caroline Darian, que se considera a s¨ª misma como la ¡°gran olvidada¡± de este proceso. Aun as¨ª, al considerar culpables a la inmensa mayor¨ªa (todos menos uno) de los procesados ¡ªcuya defensa se basaba en afirmar que hab¨ªan sido manipulados y que, por lo tanto, no ten¨ªan la intenci¨®n de cometer una violaci¨®n¡ª, el tribunal ha mandado un mensaje claro a la sociedad: jam¨¢s un hombre viola a una mujer sin querer; la violaci¨®n siempre es un acto consciente y deliberado. Esos 50 individuos, captados a trav¨¦s de un chat bautizado ¡°sin su consentimiento¡± y que no dudaron en abusar de ella, incluso vi¨¦ndola inerte ¡ªmanch¨¢ndola para siempre, en las palabras de la v¨ªctima¡ª, sab¨ªan perfectamente lo que hac¨ªan.
La decisi¨®n de Gis¨¨le Pelicot de que el proceso fuera p¨²blico a sabiendas de la violencia a la que se expon¨ªa ¡ªen particular cuando se visionaron las grabaciones de las violaciones¡ª es eminentemente reivindicativa. Con su arrojo, quiso no solo que la verg¨¹enza cambiara de lado, como ella misma declar¨® al principio del juicio, sino tambi¨¦n concienciar a la sociedad francesa de que a¨²n hoy, en 2024 y en un pa¨ªs avanzado, hay hombres que se sienten due?os del cuerpo de su mujer. El caso Pelicot ha evidenciado que, pese a los avances sociales y a los derechos conquistados en las ¨²ltimas d¨¦cadas por la lucha feminista, la sociedad francesa ¡ªy no solo ella¡ª sigue impregnada de una cultura de la violaci¨®n que banaliza esos actos y que concibe el cuerpo femenino como un mero objeto a disposici¨®n del deseo masculino.
El machismo que a¨²n domina el pa¨ªs ¡ªy que est¨¢ presente en el lenguaje, las relaciones sociales, la m¨²sica o la pornograf¨ªa¡ª explica la distancia abismal que existe entre la imagen p¨²blica de una persona y su comportamiento en la esfera privada, sea cual sea su edad, profesi¨®n, clase o ideolog¨ªa.
Gis¨¨le Pelicot, hoy convertida en icono mundial del feminismo y de la dignidad, merece que su valent¨ªa se traduzca en un cambio real y profundo en Francia, al igual que Anne Tonglet y Araceli Castellano, las dos campistas violadas en Marsella en 1978 que consiguieron que la justicia considerase la violaci¨®n como un crimen. Sin una pol¨ªtica enfocada a desmontar desde la infancia los estereotipos sexistas, sin una ley integral contra la violencia machista, sin una verdadera campa?a de sensibilizaci¨®n sobre la sumisi¨®n qu¨ªmica, el deseo que formul¨® Gis¨¨le al terminar el juicio de que ¡°mujeres y hombres por igual podamos vivir en armon¨ªa, con respeto y comprensi¨®n mutuos¡± no podr¨¢ realizarse. Francia se lo debe.