Francia: ?crisis de r¨¦gimen?
La moci¨®n de censura contra Michel Barnier es la prueba del agotamiento de un centrismo neoliberal incapaz de responder a la percepci¨®n de decadencia
A punto de entrar en la mitad de la tercera d¨¦cada del siglo XXI los acontecimientos se suceden de manera acelerada. Acontecimientos que parec¨ªan imposibles hace pocos a?os se amontonan: la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca despu¨¦s del asalto al Capitolio, el regreso de la guerra a Europa, la transmisi¨®n en directo de un genocidio en Oriente Pr¨®ximo, la ca¨ªda de Bachar el Asad o la anulaci¨®n de las ¨²ltimas elecciones en Rumania por parte del Tribunal Constitucional. Europa sufre adem¨¢s una crisis pol¨ªtica sin precedentes en dos de los motores fundamentales de su Uni¨®n: Alemania y, sobre todo, Francia.
El canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, ha pedido (y logrado) elecciones anticipadas ante la agon¨ªa permanente de su coalici¨®n de gobierno. En Francia, por su parte, el momento pol¨ªtico ha entrado en el punto de ebullici¨®n: una moci¨®n de censura in¨¦dita, promovida por la Francia Insumisa de Jean-Luc M¨¦lenchon, ha logrado suscitar el apoyo del partido de Marine Le Pen y ha tumbado el Gobierno de Michel Barnier en tan solo tres meses. Una Francia incapaz de lograr un nuevo presupuesto en un contexto continuista de elevada deuda (112,20% del PIB nacional en el segundo trimestre de 2024) y con la amenaza de los mercados internacionales. Emmanuel Macron ha respondido con el nombramiento de Fran?ois Bayrou, un viejo conocido de la pol¨ªtica francesa, aliado del presidente, dem¨®crata cristiano y un superviviente nato que fue incluso imaginado por Michel Houellebecq en su novela Sumisi¨®n como primer ministro ante el riesgo de que Francia deviniese una rep¨²blica isl¨¢mica. Los Insumisos le han saludado con una nueva censura. ?Cu¨¢nto durar¨¢ su Gobierno? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando realmente en el pa¨ªs vecino?
No estamos, por supuesto, ante el escenario fantaseado por el apocal¨ªptico novelista de Saint-Pierre, pero tampoco ante una crisis pol¨ªtica ordinaria. Francia ya ha cambiado y el sistema pol¨ªtico convulsiona porque trata de buscar remiendos ante una crisis estructural, una crisis de r¨¦gimen. Para comprender su profundidad, hay que ir m¨¢s all¨¢ de los titulares de prensa o las especulaciones sobre las intenciones del presidente Macron. Retrotray¨¦ndonos a la g¨¦nesis de la V Rep¨²blica encontramos una pista. Durante la IV Rep¨²blica francesa (1946-1958) la fuerte inestabilidad de los gobiernos les empuj¨® a una duraci¨®n promedio muy corta. En total, los gobiernos duraron de media seis meses. En los ¨²ltimos dos a?os, la inestabilidad se extrem¨®: lleg¨® a haber cuatro gobiernos en 18 meses. Todo ello con el tel¨®n de fondo del trauma de la descolonizaci¨®n. No es la primera vez que Francia se asoma al abismo.
Hay quienes han tratado de ver en Bayrou una cierta rectificaci¨®n de Macron, ¡°un cambio de p¨¦ndulo¡± como ha apuntado en la Cadena SER Xavier Vidal-Folch. Es decir, ya no estar¨ªamos ante un primer ministro que buscase t¨¢citamente el apoyo de la extrema derecha, sino que mirar¨ªa hacia la izquierda. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Tienen raz¨®n en que Bayrou podr¨ªa pactar con parte de la izquierda, porque este puede pactar hasta con el diablo. Pero no es menos cierto que Bayrou se ha mostrado complaciente en m¨¢s ocasiones con el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. En febrero de 2022, cuando ella enfrentaba dificultades para conseguir los 500 avales necesarios para oficializar su candidatura presidencial, Bayrou intervino y coordin¨® el apoyo de alcaldes y otros funcionarios electos para ayudarle a cumplir con el umbral requerido. En junio de ese mismo a?o, se neg¨® a calificar al Reagrupamiento Nacional de ¡°extrema derecha¡±. Y, m¨¢s recientemente, defendi¨® a Marine Le Pen ante las acusaciones de malversaci¨®n de fondos p¨²blicos que podr¨ªan impedir su candidatura presidencial: ¡°No me gustan las injusticias, incluso cuando se cometen contra mis adversarios¡±, dijo.
M¨¢s raz¨®n que muchos analistas parece tener el pueblo franc¨¦s, al que todo esto le ha generado una sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu. Bayrou es el en¨¦simo intento de Emmanuel Macron de mantener viva una apuesta pol¨ªtica centrista, condenada al fracaso. Un neoliberalismo tecnocr¨¢tico que prometi¨® cambiarlo todo y no ha sido capaz de lograr sus objetivos. Un movimiento que aspiraba a regenerar Francia m¨¢s all¨¢ de los partidos tradicionales y que puede acabar convertido en una fuerza pol¨ªtica parisina tras la macronie. A base de repetir lo mismo, el banquero-fil¨®sofo parece empe?ado en ejemplificar la m¨¢xima de Albert Camus de que ¡°el pensamiento de un hombre es ante todo su nostalgia¡±.
La situaci¨®n pol¨ªtica y social en Francia se ha vuelto m¨¢s compleja en las ¨²ltimas d¨¦cadas. El deterioro del poder adquisitivo, la privatizaci¨®n de los sectores estrat¨¦gicos, la erosi¨®n y el vaciamiento de los principios y los valores de la Rep¨²blica, la creciente preocupaci¨®n de los franceses por la inmigraci¨®n o la brecha entre las ciudades y las zonas rurales son cuestiones que se han ido acumulando. La ¨²ltima encuesta de Ipsos publicada el mes pasado destaca que un 87 % de los franceses considera que Francia est¨¢ en declive y un 73% que antes se viv¨ªa mejor. El espacio sociol¨®gico del centro ha ido menguando por la falta de capacidad de reacci¨®n y de aportar soluciones, y ha quedado reducido progresivamente a un rechazo de ¡°los extremos¡±. Ese centro est¨¢ cada vez m¨¢s identificado por el pueblo franc¨¦s como ¡°les girouettes¡±, los veletas. Quienes pugnan por hegemonizar el cambio de la sociedad francesa son dos proyectos pol¨ªticos antag¨®nicos, dos polos opuestos, que, sin embargo, conectan con esas aspiraciones: una mayor centralidad del Estado en la econom¨ªa, mayor protecci¨®n del pueblo frente a la mundializaci¨®n y una disputa por el significado de Francia, la eterna cuesti¨®n de la identidad. El Nuevo Frente Popular y el Reagrupamiento Nacional representan hoy al 60% del electorado franc¨¦s; del 40% restante, el macronismo representa la mitad.
Esta tripartici¨®n de la sociedad francesa tiene profundas ra¨ªces hist¨®ricas. Tras el fin de la monarqu¨ªa absoluta, se buscaron nuevas formas de organizaci¨®n social: tras la religi¨®n, la naci¨®n y la clase. Seg¨²n el historiador Ren¨¦ Remond, la derecha francesa deb¨ªa entenderse a partir de tres tradiciones: los legitimistas, los orleanistas y los bonapartistas. Mientras los legitimistas eran partidarios de la rama m¨¢s antigua de los Borbones y de la monarqu¨ªa tal y como la hab¨ªa configurado la historia, los orleanistas defend¨ªan a la rama cadete y una monarqu¨ªa constitucional, y los bonapartistas apostaban por un sistema democr¨¢tico plebiscitario, un poder fuerte y modernizador, pero electivo. Por su parte, la izquierda nacer¨ªa de la mano de la Revoluci¨®n.
De alguna manera, las l¨ªneas fronterizas de aquellos bloques todav¨ªa hoy perfilan los del actual reparto franc¨¦s. Thomas Piketty y Julia Cag¨¦ tambi¨¦n se han hecho eco de la tripartici¨®n de la sociedad francesa y la han analizado a partir de sus precedentes hist¨®ricos. El derrumbe del macronismo se asemejar¨ªa a la crisis de ¡°los republicanos oportunistas¡± (orleanistas) que se produjo en la III Rep¨²blica. Francia ya ha cambiado y la crisis de uno de los bloques apunta a una transici¨®n con dos polos enfrentados.
Ante la falta de capacidad e imaginaci¨®n pol¨ªticas necesarias para afrontar el cambio profundo de la sociedad francesa, la crisis de r¨¦gimen de la V Rep¨²blica y el peso de la historia, Macron se ha sacado otro conejo de la chistera. Seg¨²n Houellebecq en su crudo retrato de Sumisi¨®n: ¡°Un viejo pol¨ªtico bearn¨¦s, derrotado pr¨¢cticamente en todas las elecciones a las que se present¨® durante treinta a?os, que se esforz¨® por cultivar una imagen elevada con la complicidad de los medios¡±. No parece el liderazgo que Francia requiere en esta hora decisiva.
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